El candidato que no corre, vuela

El candidato que no corre, vuela

Algunas reyertas políticas y la fuerte pelea que asoma entre peronistas es un alerta para que los dirigentes trabajen para que la violencia no envicie el oxígeno de la política local. Lo bueno y lo malo de una visita

El candidato que no corre, vuela
No importó el hombre. Fue el acontecimiento el que sacudió todo. Era uno más. Ni el nombre ni la actividad llamaron la atención. Fue su reacción la que impactó como un nocaut.

Y, en el acto, la reacción. “Hay intencionalidad política”. “No son hechos casuales”. “A este lo mandaron”. “Yo no tengo nada que ver”.

No importó el hombre. Prevaleció el político. Cobraron fuerza la culpa y el poder. Aparecieron la víctima y el victimario. Se asomó la impunidad y la inseguridad mostró su peor cara. Y la miseria política salió a escena y largó su monólogo en el centro del escenario. “Ese fue Alperovich que le mandó a pegar”. “Ese fue Amaya que se hizo pegar”. Los amigos de uno hicieron fila para contar la obra como más les gustaba. Los amigos del otro hicieron exactamente lo mismo a pesar de que presumen de ser diferentes.

No importó el ser humano que levantó el puño y descargó su trompada en el entrecejo del intendente de Tucumán.

“Conseguí licor y me emborraché/ En el baño de un bar. / Fui a dar a la calle de un puntapié / Y me sentí muy mal. / Y si bien yo nunca había bebido / En la cárcel tuve que acabar, / La fianza la pagó un amigo, / Las heridas son del oficial. “


Cuando Charly García era un mozuelo que se atrevía a hablar de la vida como si fuera un adulto con más calle que un perro vagabundo no conocía a Oscar González. Seguramente este albañil amaicheño jamás iba a imaginar que podría ser el protagonista de aquellas Confesiones de invierno hechas por Sui Generis.

Solamente muero los domingos

Y los lunes ya me siento bien...


Cómo podría Oscar González sentirse bien. Si el gobernador, el intendente, los políticos que se ponen camiseta de opositores, el delegado comunal y cuanto actor de la política provincial sólo intentó salir a escena para solidarizarse con el golpeado o para aclarar que nada tenía que ver.

Oscar González es un hombre más. Le dicen Cacho. Es amigo del viento agreste de la altura y conocido de la bebida, esa mujer que lo descontrola, que lo embriaga y que cuando lo seduce, se pierde. No es la primera vez que en sus 60 años, Cacho se olvida de sí mismo y se solaza con la bebida y su carga. Es en esos momentos en los que el Paraíso que lo vio crecer se vuelve un infierno y la violencia se adueña de él.

Ningún político que camine por las calles o lea las noticias o simplemente haya hecho campaña alguna vez puede sorprenderse por el daño del alcohol, la droga, los desencuentros y la violencia. Esa es una realigad que el invento del ministerio de Seguridad Ciudadana (siempre presumió de entender la cuestión social que el domingo pasado no supieron ver en la vida de González) y que los políticos involucrados no fueron capaces de interpretar. Es que primero se miraron en el espejo y en su circunstancia. Y, no importó el otro, el ser humano embebido, enfermo tal vez.

El episodio más allá de las capacidades y de las orgullos y humildades averiados para ver lo que pasa realmente en la sociedad debería ser una advertencia que se puede soslayar. Es un aviso sobre los riesgos que afronta en estos tiempos violentos la política tucumana.

Va a haber (hay) bronca. La droga puede incidir (ya incide) en la vida pública. El alcohol puede volver loco a más de uno (ya lo hace) y pocos se ocupan de ver que ese es el problema principal, no quién es compañero del proyecto o de la cruzada 2015.

El hombre, el ser humano, debería aparecer (no parece) antes que el político, que el funcionario público, que las culpas o las acusaciones.

Las campañas para llegar al poder no son un negocio sino un campo donde se dirimen pasiones y proyectos que prometen acciones y conductas por lo tanto los actores principales van a tener que cuidar que estas obras no se conviertan en tragedias.

Con un candidato en el avión
No le cayó simpático. El día anterior ya sabían que “El hombre que él inventó” había tramado su travesura. A ella no le hacía -ni le hizo- ninguna gracia.

El avión en el peronismo tiene cargas emotivas, la historia lo convirtió en un atributo de poder. Y él se subió al avión nomás, con la inocencia del chico que juego con fuego. Las casi dos horas de vuelo compartido con uno de los presidenciables fueron más valiosas que los 12 años de “sijosesismo”. Daniel Scioli se bajó del avión escoltado por el ministro de Salud de la Nación y les “aconsejó” tenerlo en cuenta a la hora de elegir candidatos. Fue una osadía del gobernador.

El primer mandatario tucumano, por su parte, tiene decidido elegir a su heredero en diciembre, de acuerdo con lo que le digan las encuestas; por eso, tantos mimos al “hombre que él inventó” le trajo al dueño de casa un problema, ya que Beatriz Rojkés de Alperovich camina Tucumán como candidata y aún no tuvo respuesta de por qué ella quedó en segundo plano el viernes. El tercero de la discordia es Osvaldo Jaldo, que no se queja porque sabe cuál es su lugar. Sin embargo, sigue juntando delegados comunales a su alrededor. Son decenas de acoples que prometen sufragios por doquier.

Una vez en tierra y en el trayecto desde el aeropuerto, Scioli pasó por Banda del Río Salí, en cuyas paredes ya pueden leerse pintadas que anuncian Alperovich 2015 y con mayor timidez se identifica la palabra senador. El gobernador apostará a todo o nada a ganar las elecciones a sabiendas de que los radicales -según encuestas oficiales- han atornillado la capital para ellos. La actitud asumida con Scioli ha sido también todo un desafío para la Nación. No esperó guiños ni anuencias; asumió que era su elección y llenó el PJ para el gobernador bonaerense. Fue un acto -el primero en una década- de independencia hacia la Casa Rosada.

La nieve tafinista es la mejor metáfora del congelamiento en el que ha entrado la relación del mandatario tucumano con el núcleo duro del cristinismo. Los paros bancarios y las negativas a escuchar los llamados de la Casa Rosada por ese tema se encendieron las luces amarillas. Es factible que se mantengan los buenos modales, pero hasta diciembre no faltarán las turbulencias.

Alperovich ya rompió con Domingo Amaya y al intendente también se le acabó la paciencia con el gobernador. Las cartas ya están echadas. Por eso cuando vino Scioli no le quedó más remedio que dedicarle el viernes a Alperovich y el sábado, al intendente. El gesto fue aplaudido por los hombres del “Colorado”, que desde que decidió pelear en serio la gobernación engorda su visión de las cosas y de las personas.

A golpes se hacen los candidatos
Mañana vence el plazo para las internas radicales. El diputado José Cano, que terminaba deshilachado después de cada pelea intestina de la Unión Cívica Radical, pareciera que va a aprendiendo, a los golpes. Por eso ahora, mientras se aceleran las negociaciones para que mañana no empiecen las peleas y las internas se esfumen como por arte de magia, el candidato grita a todos los vientos que las encuestas que él tiene lo dan ganador. A cuanto interesado que se le acerca le vende futuro y algún acople para que empuje su candidatura a la gobernación.

La Capital es el bastión a cuidar. Se apoyan en aquellos sondeos y en los comicios de 2013. Con la calculadora en la mano estiman que por lo menos la mitad de los votos ya son del Acuerdo Cívico y la otra se distribuirá entre peronistas. independientes y macristas.

El futuro tucumano es el fin de los hegemonismos. No habrá más decisiones en el Ejecutivo que se cumplen a rajatabla. El mañana estará sembrado de negociaciones y consensos, algo así como una democracia más oxigenada.

Un tal López
Eso no ocurre por ahora en la Universidad Nacional de Tucumán. Al menos, es lo que se vislumbra en la cobertura del apetecible y dolarizado cargo de representante en YMAD. La comprometida rectora ha bajado el martillo y parece que cumplirá con la promesa de darle a su padrino político el cargo. Juan Cerisola ya tiene listo el traje para jurar.

Sin embargo, en su gestión el ex rector ha sembrado algunos vientos que llegaron a la Justicia Federal y ahora las tempestades no amainan. Es así que en el despacho de Alicia Bardón descansa el proyecto de José Pablo López. Este doctor en Geología ha dejado su plan para que la UNT tenga otro tipo de gestión en YMAD y ha salido en busca de avales para ocupar el sillón con un perfil técnico y no político. La UNT sigue siendo una caja de sorpresas.

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