Arqueología a cielo abierto

Arqueología a cielo abierto

Los antepasados dejaron una huella apasionante. Hay ruinas y objetos como para darse una panzada arqueológica. Ese tesoro refleja la vida de los pueblos y sociedades de los Valles Calchaquíes, y potencia el valor turístico de la zona.

BELLEZA E HISTORIA. Restos de edificios circulares en la Reserva La Bolsa. FOTO DE DIEGO ARáOZ / ESPECIAL PARA LA GACETA  BELLEZA E HISTORIA. Restos de edificios circulares en la Reserva La Bolsa. FOTO DE DIEGO ARáOZ / ESPECIAL PARA LA GACETA
27 Febrero 2013

Están en las montañas, bajo la tierra, pero también a la vista. Las huellas de las comunidades que antiguamente habitaron los valles tucumanos brotan por doquier. Y aunque los paisajes acaparan la atención cada temporada, las verdaderas joyas del valle tucumano son las reliquias arqueológicas que este atesora.

Los pueblos cazadores y recolectores habrían llegado a esta zona hace siete milenios. La primera sociedad con base agrícola y pastoril se conoce como Cultura Tafí, y permaneció en el valle entre el año 300 a. de C. y el 800 de la era cristiana. La arqueóloga Bárbara Manasse considera que lo correcto es ubicar a esta colectividad en el tiempo y no darle un nombre en propiedad exclusiva. "Se la llama así porque se la encontró primero en Tafí. Pero ese estilo de vida también fue identificado en La Ciénaga, en Anfama y en otros sitios de los Valles Calchaquíes", precisa.

Esta población se componía de grupos familiares que habitaban aldeas de hasta una decena de recintos circulares. Las viviendas rodeaban un patio central, bajo el cual usualmente había cámaras de piedra que servían para enterrar a los difuntos. La estructura circular, además, les permitía a los grupos agregar dormitorios alrededor del patio a medida de que crecía la familia. En la Reserva Arqueológica La Bolsa es posible apreciar restos muy bien conservados de estas peculiares edificaciones.

Otros objetos que distinguen a esta sociedad son los morteros (usados para moler granos); las vasijas "lloronas" (almacenaban alimentos) y los monolitos, conocidos comúnmente como "menhires". "Los monolitos son parte del patrimonio cultural del poblador nativo y este los consulta habitualmente. Son ancestros hechos piedra", explica Manasse, que es investigadora y docente en universidades de Tucumán y Catamarca.

A partir del Siglo VIII, la Cultura Tafí abandona el valle aparentemente por motivos climáticos. Algunas centurias más tarde, aparece en escena la sociedad santamariana, que orbita en el universo incaico. Entre sus rasgos típicos se destacan las urnas funerarias, los trabajos agropastoriles y las viviendas hechas de tierra y no de piedra, como las que caracterizaban a la Cultura Tafí.

Clavar la pala
Las evidencias arqueológicas superficiales se concentran en ocho sectores, según el investigador Eduardo Berberián. Estos son Carapunco, la villa de Tafí, Los Cuartos, Las Tacanas, El Churqui, Las Carreras, La Bolsa y El Mollar. Berberián y su equipo excavaron en La Bolsa, donde, entre numerosos objetos, desenterraron puntas de flecha y cerámicas.

El arquitecto Osvaldo Merlini, asesor técnico y coordinador arqueológico de la Municipalidad de Tafí del Valle, considera que hace falta concientizar a la sociedad sobre la importancia arqueológica de la zona. "Toda ella es un yacimiento. El valle funciona como un gran museo al aire libre: donde clavás la pala, encontrás algún resto de valor", afirma. El funcionario compara al valle de Tafí con las Ruinas de Quilmes: "sin exagerar, podríamos ser el eje de la arqueología del norte. Aquí tenemos vestigios para 'hartarnos'".

TRES PARADAS ARQUEOLÓGICAS

- Reserva Arqueológica La Bolsa (está ubicada en la ruta 307, a la altura del kilómetro 75,5, camino a Amaicha)

- Museo Histórico Jesuita (La Banda S/N, Tafí del Valle)

- Reserva Los Menhires (El Mollar)

Publicidad
Comentarios