Cambiá de peinado en menos de un minuto

Cambiá de peinado en menos de un minuto

La calidad de los postizos ha ido mejorando y cada vez se parecen más al pelo natural. Una especialista cuenta cómo se arman las pelucas, cortinas o extensiones y cómo deben cuidarse para que duren, por lo menos, una década. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos.

ARTESANA DE CABEZAS. Graciela Ani se dedica desde hace siete años a hacer todo tipo de pelucas. Carda y tiñe el pelo natural y luego las arma. LA GACETA / FOTOS DE INéS QUINTEROS ORIO ARTESANA DE CABEZAS. Graciela Ani se dedica desde hace siete años a hacer todo tipo de pelucas. Carda y tiñe el pelo natural y luego las arma. LA GACETA / FOTOS DE INéS QUINTEROS ORIO
07 Diciembre 2012
Pelucas, postizos, media pelucas, extensiones, cortinas. Si antes sonaba a cosas de abuelas con mucho fijador, ahora se convirtieron en una opción más para cambiar el look.

Se pueden sacar y poner, como las cortinas de pelo y las pelucas, o tenerlas fijas como las extensiones. Estas últimas se mezclan con el pelo y multiplican el volumen y el largo.

"Para hacerlas se emplean cabellos sanos y naturales. Requiere toda una técnica porque primero son clasificados, cardados, luego se los corta y se lo tiñe del color que quiera la clienta", explica Graciela Ani. Ella confecciona pelucas y postizos desde hace siete años, aunque su relación con el mundo de las peluquerías nació desde que era niña. Su abuelo, su madre, su padre, sus tíos y sus siete hermanos... Todos son o fueron peluqueros. "Me acuerdo de que yo jugaba con los ruleros cuando era chica y le alcanzaba las trabitas a mi mamá", dice. Cuenta que sus padres se conocieron en un concurso en el que su mamá fue coronada "reina de las peluqueras".

En el local la madre hacía los peinados y el padre fue dedicándose a las pelucas y a los postizos. Hace siete años Graciela decidió desentrañar los secretos del armado de un peluca y se dio cuenta de que no era tan complicado. "Con los años que tenía haciendo cortes y peinados, no me resultó difícil armar una peluca", comenta.

Primero se consigue el pelo. Graciela explica que en Argentina son de muy buena calidad. "Al haber tanta mezcla de razas, encontrás lacios, enrulados, rubios, castaños, de todo", detalla. Por un kilo de pelo se está pagando alrededor de $ 3.500. Claro que de una cabeza normal no se puede sacar más de 80 o 100 gramos. Si es rubio natural cotiza mejor.

Con el cardado el pelo se prepara para luego ser cosido a la peluca o en tiras para la cortina. Es una depuración para que quede de un solo largo. "Las tucumanas prefieren pelucas con movimiento, desmechadas. No quieren un cambio radical, sino aumentar la cantidad", apunta Graciela. En su atelier está expuesta una veintena de opciones distintas: cortos y enrulados, lacios y largos, platinados o negros azabache y hasta amarillos o rojos intensos. "Esos son de pelo sintético y los llevan para fiestas de disfraces o también las travestis", especifica.

La tecnología de las pelucas avanzó bastante para lograr parecerse al pelo natural. "Los cascos vienen más abiertos para que respire la cabeza y ahora se implanta el pelo en una micropiel que simula el cuero cabelludo", agrega Graciela. Una peluca puede llevarle dos días de armado y las de pelo corto rondan los $ 2.000.

Existe la opción económica de hacerla de pelo sintético, esas cuestan $ 800 de cualquier largo. "Cada vez vienen de mejor calidad, necesitan más cuidado, pero hasta se les puede pasar la planchita", explica.

Función social

El cáncer y la quimioterapia -dice Graciela- han convertido a la peluca en un elemento que cumple una función social. El 80% de quienes piden pelucas lo hace porque está atravesando un tratamiento de ese tipo.

"Aquí sos medio psicóloga y peluquera. Antes de la primera sesión de quimio ya llegan para que les haga la peluca, porque no quieren verse sin cabello", dice. Ella les aconseja que se rapen. "Por ahí suena duro, pero es mejor que ver cómo se va perdiendo el pelo día a día", aclara.

La mayoría son mujeres jóvenes o de mediana edad que continúan trabajando o tienen sus actividades y no quieren pasar por ese amargo trance. Graciela les arma la peluca con el mismo tipo de pelo y el corte al que están acostumbradas.

Una vez al mes deben pasar por el service, que sería lo mismo que ir a la peluquería, para que las lave y le hagan algunos retoques. Con estos cuidados una peluca puede durar décadas.

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