21 Octubre 2012
BEIRUT/DAMASCO.- Los libaneses respondieron ayer con protestas; quema de neumáticos; el cierre de tiendas y escuelas y el bloqueo de rutas al atentado con coche bomba del viernes, en el centro de Beirut, en el que murieron el general sunita Wissam al Hassan, un alto funcionario del servicio secreto, y otras siete personas, mientras que hubo 86 heridos.
Los manifestantes exigieron la renuncia del primer ministro, Nayib Mikati, quien anunció que continuará en el cargo a petición del presidente, Michel Suleiman, para evitar un "vacío político". "No se trata de un asunto personal sino del interés nacional", agregó el premier, que es sostenido por la milicia armada chiíta Hezbollah y que ayer propuso la formación de un Gobierno de unidad nacional.
La oposición responsabilizó del ataque al presidente sirio, Bashar al Assad, ya que Al Hassan rechazaba a su régimen y descubrió una conspiración apoyada por Siria para generar disturbios en el Líbano. El atentado fue repudiado por líderes de todo el mundo.
La prensa libanesa fue unánime ayer para advertir que el país podía esperar a lo "peor" tras el ataque, el primero de este tipo desde 2008. El asesinato "trasladó al Líbano de una orilla a otra, con todos los peligros que acechan la estabilidad y la seguridad", afirmó el periódico An Nahar. "La paz civil en peligro", tituló As Safir, que calificó al general muerto de "artífice de la seguridad".
Siria se desvinculó nuevamente de toda responsabilidad en el hecho. En paralelo, llegó a Damasco del mediador de la Liga Árabe y de la ONU, Lakhdar Brahimi, quien se reunió de inmediato con el canciller, Walid al Mualem, quien le expresó que su Gobierno busca solucionar la crisis interna con un diálogo amplio entre los sirios, pero lejos de toda intervención extranjera.
Tropas del régimen libraron duros enfrentamientos contra los rebeldes en Damasco y sus alrededores, donde se escucharon varias explosiones y se confirmó el desplazamiento de tanques, y en las provincias de Idleb y de Alepo, con bombardeos desde aviones de combate. (DPA-AFP-Télam)
Los manifestantes exigieron la renuncia del primer ministro, Nayib Mikati, quien anunció que continuará en el cargo a petición del presidente, Michel Suleiman, para evitar un "vacío político". "No se trata de un asunto personal sino del interés nacional", agregó el premier, que es sostenido por la milicia armada chiíta Hezbollah y que ayer propuso la formación de un Gobierno de unidad nacional.
La oposición responsabilizó del ataque al presidente sirio, Bashar al Assad, ya que Al Hassan rechazaba a su régimen y descubrió una conspiración apoyada por Siria para generar disturbios en el Líbano. El atentado fue repudiado por líderes de todo el mundo.
La prensa libanesa fue unánime ayer para advertir que el país podía esperar a lo "peor" tras el ataque, el primero de este tipo desde 2008. El asesinato "trasladó al Líbano de una orilla a otra, con todos los peligros que acechan la estabilidad y la seguridad", afirmó el periódico An Nahar. "La paz civil en peligro", tituló As Safir, que calificó al general muerto de "artífice de la seguridad".
Siria se desvinculó nuevamente de toda responsabilidad en el hecho. En paralelo, llegó a Damasco del mediador de la Liga Árabe y de la ONU, Lakhdar Brahimi, quien se reunió de inmediato con el canciller, Walid al Mualem, quien le expresó que su Gobierno busca solucionar la crisis interna con un diálogo amplio entre los sirios, pero lejos de toda intervención extranjera.
Tropas del régimen libraron duros enfrentamientos contra los rebeldes en Damasco y sus alrededores, donde se escucharon varias explosiones y se confirmó el desplazamiento de tanques, y en las provincias de Idleb y de Alepo, con bombardeos desde aviones de combate. (DPA-AFP-Télam)
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