Canes vagabundos, una historia sin fin

Canes vagabundos, una historia sin fin

26 Septiembre 2012
Es posible que para ellos, el mejor amigo no sea el hombre, por lo menos, en Tucumán. Los que viven en la calle han aprendido a mimetizarse con el paisaje urbano. Reaparecen a la luz pública cuando arman un escándalo por una hembra en celo, provocan un accidente o muerden a un peatón. Desde hace unos lustros, los perros callejeros se han convertido en un problema crónico en San Miguel de Tucumán y sus alrededores. El incremento de las quejas de ciudadanos por mordeduras han reflotado el asunto de los canes vagabundos, cuya población sigue incrementándose.
Se estima que la cantidad actual de perros domésticos y callejeros ascendería a 60.000 sólo en la capital y en Yerba Buena, según una veterinaria y docente de la UNT. Para dar un ejemplo, la profesional contó que mientras realizaba sus rondas de desparasitación por la avenida Independencia, en una sola cuadra contó 16 perros abandonados. La población se duplicó en los barrios,
El responsable del Centro de Adopción y Reubicación Animal (Cenara) dijo que con los operativos se ha limpiado el microcentro de canes vagabundos y señaló que la mayor dificultad la encuentran en las plazas y en los espacios adyacentes a la Casa Histórica, porque los vendedores y comerciantes les dan de comer, y protestan cada vez que intentan llevarlos. 
A mediados de 2009, se calculaba que alrededor de 50.000 animales conformaban la población canina de nuestra capital y merced a la castración de 2.000 hembras efectuadas por la Municipalidad en 2008, se había evitado el nacimiento de 20.000 canes, según dijo entonces el  titular del Cenara. En julio de ese año, el subsecretario de Servicios Públicos de la Municipalidad había señalado que el abandono de mascotas era cada vez mayor y que serían necesarios 10 años más con planes masivos de esterilización de machos y hembras para controlar la cantidad de animales domésticos que circulaban por las calles. Los veterinarios dijeron en esa ocasión que el 80 % de los canes operados no eran callejeros y señalaron que el problema de operar a estos animales era que luego de la intervención, necesitaban un día de cuidados permanentes con calmantes y sólo podía hacerse si un vecino samaritano se ofreciera a ello.
Aparte del Cenara, hay ONGs que se ocupan de rescatarlos de la vía pública, curarlos y ofrecerlos en adopción. Sin embargo, ello no parece ser suficiente para encontrarle una solución a este problema. Todos coinciden que los animales no tienen la culpa de hallarse en esa condición y que son los humanos los responsables. Pero en el caso de que un can abandonado muerda a una persona, ¿quién se hace responsable? ¿La Municipalidad? ¿El intendente? La víctima debe ponerse la vacuna, atrapar al animal y llevarlo al Instituto Antirrábico por sus propios medios.
Acaso, una vez recuperados, algunos perros que estuvieran en condiciones podrían ser adiestrados para servir de guías a no videntes o la misma Policía quizás pudiese usarlos en la Dirección de Toxicomanía y Narcotráfico. Se podría convocar al Colegio de Veterinarios para que orientara sobre el tema o consultar cómo hicieron en otras ciudades. Esta historia crónica desnuda la falta de amor por los animales y de cultura cívica de parte de la comunidad que los deja deambular o los abandona. Estos animales son el espejo de una sociedad insensible.

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