¿Por qué Sigmund Freud despierta tantos enconos?

¿Por qué Sigmund Freud despierta tantos enconos?

Una filósofa se ocupa de desmontar los argumentos de Onfray

CUPIDO, VENUS Y EL TIEMPO, DE BRONZINO (1545). Según Vasari, en Vida de Bronzino, en ella se ve a Venus desnuda con Cupido besándola; y en el otro lado el Placer y el Juego con varios Amores; en el otro, el Fraude, los Celos y otras pasiones del Amor. Es la imagen que ilustra el libro de Elisabeth Roudinesco. CUPIDO, VENUS Y EL TIEMPO, DE BRONZINO (1545). Según Vasari, en Vida de Bronzino, "en ella se ve a Venus desnuda con Cupido besándola; y en el otro lado el Placer y el Juego con varios Amores; en el otro, el Fraude, los Celos y otras pasiones del Amor". Es la imagen que ilustra el libro de Elisabeth Roudinesco.
25 Septiembre 2011
Ensayo
¿Por qué tanto odio?
Elisabeth Roudinesco
(Del Zorzal - Buenos Aires)

¿Por qué tanto odio hacia Freud y el psicoanálisis?, es lo que la historiadora y practicante del psicoanálisis Elizabeth Roudinesco se pregunta ante el difamante -y exitoso en ventas- libro del filósofo Michel Onfray, El crepúsculo de un ídolo. La fabulación freudiana, una especie de continuación de El libro negro del psicoanálisis.
Esta obra "pinta a Freud como un tirano en su hogar, que somete a sus caprichos a todas las mujeres que viven en su casa, y como abusador sexual de su cuñada, homofóbico, falócrata, falsario, ávido de dinero? admirador de Mussolini, cómplice del régimen hitleriano?". Y "a fuerza de inventar hechos que no existen, y de fabricar revelaciones que no son tales, el autor de este ataque favorece la proliferación de rumores de lo más extravagantes: unos medios anunciaron, incluso antes de la publicación del libro (sobre la base de lo que Onfray en declaraciones a periodistas hizo, como adelanto) que Freud había sido el médico de Hitler y de Göring, el amigo personal de Mussolini y un increíble abusador de mujeres? que golpeaba a su ama de llaves, sodomizaba sus animales domésticos o mandaba asar a los niños pequeños".
Michel Onfray, nos cuenta Roudinesco, es el fundador de la Universidad Popular de Caen. Su discurso de renovación y revisión de los "saberes oficiales", de "contrahistoria de la filosofía", es seguido por un amplio grupo de adherentes. Se ubica como "libertario, de extrema izquierda, seguidor de Proudhom contra Marx, antifreudiano, antimarxista, defensor del pueblo explotado y el capitalismo". Es, además, el creador de una escuela de psicoterapia ¡freudomarxista!
Onfray desarrolla una metodología, que fascina al gran público, basada en el principio de la prefiguración: todo ya está en todo incluso antes de que ocurra un acontecimiento. Afirma que "Los 3 monoteísmos son en sí mismos empresas criminales, que el Evangelista Juan es el ancestro de Hitler, que Jesús prefigura Hiroshima, que el mundo musulmán es fascista? y los judíos serían los responsables de todos los males de Occidente". A esta humanidad monoteísta, condenada al odio y la destrucción, Onfray opone "una humanidad ateológica, el advenimiento de un mundo higienista, paradisíaco, hedonista, conducido por un dios solar, investido de pulsión de vida y cuyo representante sería?" adivinen quien?, cuya misión sería "inculcar a sus discípulos la mejor manera de gozar de sus cuerpos y del cuerpo de sus vecinos: a través de la masturbación?"

Tras el germen del odio
A propósito del difamante y casi delirante libro sobre el que la autora se interroga, Roudinesco nos cuenta que el mismo Onfray "relata que de niño fue víctima de malvados sacerdotes? algunos de ellos pedófilos". Afirma que su padre, "un desdichado empleado de lechería", había siempre ocupado el lugar de víctima y que su madre, abandonada en un cajón de fruta al nacer, sentía aversión hacia su propio hijo. Y también puntualiza que, durante un tiempo, admiraba a Freud. Tanto que alguna de sus obras las leía siendo niño mientras se masturbaba.
Alcanza su punto máximo, casi a nivel de un culebrón televisivo, cuando el autor del libro interrogado habla de la relación de Freud con su cuñada Minna Bernays, con quien, según Onfray, habría tenido una relación amorosa de 40 años, no solo con la complicidad de su mujer, Martha Bernays, sino que también ella habría asistido a los juegos amorosos. Y hay más: la deja embarazada y la obliga a abortar, lo que sitúa en 1923, época en que Minna tenía 58 años y Freud 67? y hay más?
Dado que para el autor de El crepúsculo de un ídolo..., Freud es un perverso, lógico es que su doctrina muestre una perversión fundamental, lo opuesto a lo propuesto por Onfray: "la de un dios solar y volcánico, fuente de vida y antítesis absoluta del judeocristianismo, creador de guerras, destrucción y pulsión de muerte".
Onfray, nos dice Roudinesco, "hace de Freud el doble invertido de sí mismo", ubicándose él como el liberador de las creencias perversas y fabuladores del ídolo Freud, que ubica en el crepúsculo, en el infierno, por ende, él, en el otro extremo?
La autora se pregunta si no serán las consideraciones comerciales, de las editoriales, las que, con escaso juicio crítico, publican el libro interrogado. ¿Qué lleva a que un libro claramente difamatorio, y que exuda odio en cada página, tenga tanto éxito de divulgación y venta?, nos preguntamos. En nuestro medio, para la revista Ñ es tema de tapa en la edición del 3 de julio del año pasado con un muy acertado titulo "Échale la culpa a Freud". Desresponsabilizarnos de nuestros actos, de nuestras angustias, echándole la culpa, odiando al otro que pone en evidencia nuestra finitud, desde la noche misma de los tiempos, destruye lo mejor del ser humano.

Denuncia del psicoanálisis
Desde sus inicios  el psicoanálisis y su inventor despertaron intensas pasiones, esencia misma de su eficacia en una cura. Hablar de lo que se prefiere callar tiene sus consecuencias. El odio intenta hacer callar lo que el odiado denuncia. Y el lugar del que denuncia, del que testifica que algo no funciona, es el del psicoanálisis.
Freud denunció la hipocresía de una época y no esperó complacencia por parte de ella, y sus seguidores testifican la pobreza subjetiva de la actual, que el odio ayuda a ocultar, ya que como la encarnación misma del bien suelen presentarse los que están tomados por él. Odio que tiende a destruir aquello que originariamente fue objeto de deseo. Odio hacia aquello que lo angustia porque su existencia evidencia su imperfección.
En la denigración del otro, al convertir al otro en un desecho, parecieran encontrar su "perfección". Cualquier odio es odio de la diferencia, lo que masifica y crea grupos de "iluminados" como una forma de evitar la aterradora soledad que el odio genera.
El odio intenta callar aquello que pone en evidencia su miseria, la cobardía de no hacerse responsable de lo que en suerte tocó,  y es lo que la autora no otorga, ya que el que calla otorga, al mostrar en su pequeño e inteligente libro, cómo la difamación a Freud y su teoría  lo que intenta es hacer callar lo que el psicoanálisis denuncia, esas "cosas que hacen que el mundo sea inmundo".
© LA GACETA

José Azar

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