Un chico no midió riesgos y salió a manejar un colectivo

Un chico no midió riesgos y salió a manejar un colectivo

El audaz conductor tiene sólo 11 años

UN MUNDO DE CUATRO RUEDAS. El menor se apoderó de un ómnibus igual al de la foto en la terminal. UN MUNDO DE CUATRO RUEDAS. El menor se apoderó de un ómnibus igual al de la foto en la terminal.
16 Mayo 2010
Hasta Sandra Bullock, en su papel de Annie Porter en Speed (Máxima Velocidad) habría palidecido al lado del audaz "Tamalito". Es que si bien a la última ganadora del Oscar le costó mucho manejar un ómnibus en la película que protagonizó con Keanu Reeves, el pequeño de 11 años se enfrentó a un problema mayor que la bomba que llevaba la unidad del filme hollywoodense: casi no llegaba a los pedales del Mercedes Benz.

"Tamalito" vive en Banda del Río Salí. Pero, según dijeron algunos vecinos, sus padres lo abandonan muchas veces o simplemente él se escapa de la casa. Desde hace algunas semanas estaba alojado en el Hogar Eva Perón, que alberga a menores con problemas familiares. No tiene antecedentes penales, pero en su barrio afirman que es un "azote".

La fuga

El viernes a la noche, "Tamalito", (a su padre le dicen "Tamal") estaba aburrido. "No sabía qué hacer y me fui", le dijo entre risas el chico a LA GACETA, sin darse cuenta de lo peligrosa que había sido toda su aventura. Nadie se dio cuenta de que había escapado, y cuando lo hicieron ya era tarde. El chico caminó rápido hasta la avenida Benjamín Aráoz y comenzó a recorrer cuadras hacia el oeste. "No sabía bien dónde quería ir. Pero no quería estar en el Hogar. Entonces llegué a la terminal de ómnibus", explica. Si hubiera sido un dibujo animado, junto a la cabeza de "Tamalito" se habría prendido una bombilla de luz. "Me di cuenta de que podía ir a visitar a un amigo mío que vive en Garmendia", confesó. Pero como no tenía dinero para pagarse el viaje, resolvió el problema de la forma más increíble.

No habían dado las 22 cuando un chofer de la empresa San Pedro de Colalao dejó el interno número dos en uno de los andenes. El hombre terminaba su trabajo y el colectivo volvería a hacer el recorrido al otro día a las 7, con otro chofer. Por eso el conductor se bajó, dejó las llaves colocadas y la puerta semicerrada. "Siempre lo hacemos así, acá hay seguridad. ¿Quién iba a pensar en robarse un colectivo?", se preguntó uno de los empleados de la empresa ante LA GACETA. La respuesta del periodista salió rápido: "Tamalito".

Nadie lo vio

El chico vio que la puerta de la unidad no estaba del todo cerrada y no lo dudó. Subió, acercó el asiento lo más posible al volante y arrancó la unidad. "Iba casi parado, pero llegaba bien a los pedales", explicó el menor. Nadie se dio cuenta de que de la terminal se estaban llevando un ómnibus. El chico comenzó así una travesía que duraría cinco horas. Salió de la terminal y se dirigió a Banda del Río Salí. "Iba a ir a visitar a mi hermana, pero después pensé que me iban a retar si me veían con el colectivo", confesó. Deambuló durante más de una hora por la ciudad del este, pasó frente a su amado Atlético Concepción y después se dirigió otra vez hacia la capital. Cuando luego de dar varias vueltas llegaba a la terminal un automovilista lo vio bien y se dio cuenta de que era un chico, por lo que llamó a la Policía. Rápidamente una comisión al mando de los comisarios Luis Valdez, Héctor Carabajal y Heberto Cortez salió tras él. Hizo falta que dos motoristas se pusieran delante del colectivo para que "Tamalito" finalmente detuviera la marcha. Cuando los policías lo vieron bajar no lo podían creer. El se reía.

"Reparto estampitas en los colectivos para ganarme algunas monedas. Y los choferes me enseñaron a manejar, es fácil", explicó. Sorprendida, la fotógrafa de LA GACETA le dijo en broma que él podría enseñarle a manejar. "Cuando quieras, vení sin problemas", le contestó él sin ruborizarse. Después se tapó la cara cuando estaban por fotografiarlo, pero entre los dedos se le escapaba la sonrisa. La única vez que se puso serio durante la charla fue cuando se le planteó que podría haber provocado una tragedia. "No ché, si iba despacio. Paré en los semáforos que estaban en rojo y todo. Yo sé manejar bien", dijo.

En zig-zag

Los policías, en cambio, además de sorprendidos estaban preocupados. "Lo vieron que iba haciendo zig-zag y hasta que en algunas esquinas se subió al cordón de la vereda. Fue un peligro latente. Mucha gente circula de noche y él anduvo por pleno centro. Fue un milagro que todo hubiera salido bien", dijo uno de ellos.

Ya cuando por orden de la Justicia lo llevaban de nuevo al Hogar Eva Perón, "Tamalito" prometió no más travesuras como la de la noche del viernes. "Lo único que espero es no aburrirme de nuevo", dijo. Por las dudas, en la terminal de ómnibus ya tienen su foto y hay quienes dicen que se la iban a pasar a los empleados del aeropuerto.

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