En Argentina, la pobreza tiene rostro indígena

En Argentina, la pobreza tiene rostro indígena

Paolasso, que investigó con Alfredo Bolsi la "geografía de la pobreza en las provincias del Norte Grande", dice que en la región "hay que construir un nuevo territorio"

DOS CULTURAS. En el Norte coexisten el indígena, el campesino, con el desarrollo capitalista, afirma Paolasso. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL DOS CULTURAS. "En el Norte coexisten el indígena, el campesino, con el desarrollo capitalista", afirma Paolasso. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
17 Enero 2010
"Al mirar el Norte Grande, habría que tener en cuenta las particularidades de una región en la que confluyen la población tradicional indígena, la del campesinado, y la población emergente del desarrollo del capitalismo", afirma Pablo Paolasso. Dice que esa perspectiva ayudará a entender por qué hay pobreza en las nueve provincias del llamado Norte Grande Argentino (entre las que está Tucumán). Con Alfredo Bolsi, a quien Paolasso define como "su maestro", publicaron "La geografía de la pobreza en las provincias del Norte Grande Argentino". El trabajo, producto de siete años de trabajo "en el campo" con las comunidades más desprotegidas de la zona más pobre de la Argentina, confirma que no hay una Argentina, sino dos; y que hay seis "núcleos duros de pobreza": la Puna, el corazón aborigen del Gran Chaco, el Chaco algodonero, el área campesina santiagueño-tucumana, los esteros de Corrientes y la meseta indígena de Misiones.

-¿Hay una identidad propia en el Norte Grande?

- No; tenemos desde los guaraníes, en Misiones, hasta las poblaciones de la Puna, y los más variados ambientes: son 760.000 kilómetros cuadrados. Si lo comparamos con Europa, son tres o cuatro países europeos. Pasamos por los climas, idiosincrasias y poblaciones más variados.

-¿ Por qué, si hay tantas diferencias, se ha organizado como región?

- Históricamente, el Norte fue la región más pobre de la Argentina. A comienzos del siglo XX se decía que Argentina figuraba entre los diez países más ricos del mundo. Y era una falacia; no era la Argentina, sino la Pampa húmeda. Si analizamos las condiciones de vida de la gente, la mortalidad infantil, los niveles de analfabetismo, las condiciones de hacinamiento, siempre el Norte fue la región más pobre del país.

- ¿ Y el Tucumán del azúcar de mediados del siglo XIX?

- Es cierto que hubo un momento, hacia fines del siglo XIX, que fue muy importante. Hacia fines del siglo XIX, una de cada tres personas en Tucumán vivía del azúcar. Pero ya entonces el azúcar había encontrado su techo. Y a comienzos del siglo XX los departamentos azucareros no pueden sostener a la población. El crecimiento de la población del Gran San Miguel de Tucumán tiene que ver con ese flujo migratorio. Ello, sumado a las políticas públicas, por comisión o por omisión. Las nueve provincias del Norte reúnen algo así como siete millones de habitantes, el 20 % de la población de la Argentina. Y nunca, desde que hay datos, el PBI de las nueve provincias superó el 10, 11 %. Entre todas las provincias del Norte Grande aportamos a la riqueza de la región un poquito más de lo que produce Santa Fe. Buenos Aires aporta el 35 %. Escuchamos que los políticos hablan de achicar las diferencias. Pero cuando analizamos cómo vive la gente en estos territorios, vemos que para eso hay que barajar y dar de nuevo, hay que construir un nuevo territorio en el Norte. No sirven los parches.

- ¿Qué significa construir un nuevo territorio, en la perspectiva de un geógrafo?

- Por ejemplo, está todo lo relativo a la tenencia de la tierra. Es, por ejemplo, lo que pasa con las comunidades indígenas. A algunos se les dio una porción de la tierra. Pero, por ejemplo, los indios de Formosa, que son cazadores recolectores nómades, se mueven de un lado a otro y el territorio no les alcanza para mantener su modo de vida. En el libro nosotros planteamos que por un lado tenemos una sociedad muy tradicional, donde están los indígenas, los campesinos, y una sociedad moderna, en la que funciona el sistema capitalista. Pero en el Norte no pasa lo que pasó en la pampa húmeda, a la que la habían despoblado, donde ya no había poblaciones indígenas significativas, de modo que fue más fácil trasplantarlo al europeo. En el Norte tenemos un campesinado criollo, de varios siglos, y una población indígena. Y el capitalismo se yuxtapone con esas sociedades, de modo que lo que surge de eso es que tenemos una mezcla de esas dos cosas, que no son ni lo uno ni lo otro.

- ¿ Hasta qué punto ese mapa de la pobreza está manifestado en las comunidades indígenas?

- Nosotros detectamos en el Norte lo que llamamos núcleos duros de la pobreza, no solo del norte, sino de toda la Argentina. La zona más pobre es la Puna, y le sigue el corazón aborigen del Chaco. Ambas están íntimamente vinculadas con la presencia de poblaciones indígenas. Hay un problema frecuente cuando se habla de pobreza: el campo conceptual es vasto y está cargado de ideología, y a esas cuestión no la podemos soslayar, pero hay que medirla de alguna manera. Medimos con indicadores que para nosotros funcionan de un modo y que para esas poblaciones funcionan de otro. Si analizamos las condiciones de vivienda de un wichi del Chaco, que vive en una choza, vamos a concluir que es pobre. Eso, desde nuestro punto de vista. Y el desafío reside en ver hasta dónde se puede intervenir en esas comunidades.

-¿ Cómo hicieron ustedes?

- Usamos el índice de privación material de los hogares, que se usa a partir del Censo de 2001, y que busca mostrar las condiciones materiales y los ingresos, el trabajo. Ese índice marca cuatro distintos niveles de intensidad de pobreza (de menor a mayor).

-¿Cómo se ubica Tucumán en ese estudio?

- La Capital y Yerba Buena entran dentro de los departamentos con menor pobreza. Sin embargo, el censo tiene otras unidades de análisis menores, que son las fracciones. Si al departamento lo analizamos por fracciones, la cuestión cambia. Por ejemplo, tomemos el departamento Tafí Viejo: tomado como departamento, está en el Nivel II de intensidad de la Pobreza. Pero cuando lo analizamos como fracciones censales, hay áreas de Tafí Viejo que están en el nivel IV (entre 70 y 80 % de pobreza).

- ¿El Norte Grande está condenado a vivir así?

- Hay que definir qué país queremos. No hay una cuestión de fatalidad. Las imágenes satelitales de la frontera entre México y Estados Unidos muestran una línea muy marcada: en las mismas condiciones naturales, en EEUU, en el desierto, hay cultivos. En México, desierto. Son dos culturas diferentes, con las mismas condiciones naturales.

-¿ Qué hay que hacer?

- Saber cómo hacer el diagnóstico, y cómo actuar. Por ejemplo, frente a una población indígena: ¿le tengo que enseñar castellano en la escuela? ¿o lo dejo con su idioma? ¿debo procurarle un trabajo asalariado o dejar que ellos mantengan sus tradiciones? Por ahí, con el campesinado santiagueño es más fácil la cuestión, porque ellos tienen su propia producción, y les falta conocer los mecanismos del mercado para hacer viable su propia producción. En el Norte cada vez se agranda más la brecha entre los más ricos y los más pobres.

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