"Nadie se salva solo; nos salvamos entre todos"

"Nadie se salva solo; nos salvamos entre todos"

El director de la Orquesta del barrio Juan XXIII afirma que hacer música "puede servir como herramienta de inclusión, pero es fundamentalmente un derecho".

ABIERTO. Más que enseñar, el maestro siente necesidad de aprender, afirmó Jorge Ruiz de Huidobro. LA GACETA/OSCAR FERRONATO ABIERTO. "Más que enseñar, el maestro siente necesidad de aprender", afirmó Jorge Ruiz de Huidobro. LA GACETA/OSCAR FERRONATO
27 Septiembre 2009
"Nadie se salva solo, todos nos salvamos entre todos", enfatiza Jorge Ruiz de Huidobro, y afirma que esa reflexión, que le ha sido "robada" a Paulo Freire, lo guía en su accionar diario, sea como director del Taller de Música Esperanza, en el barrio Juan XXIII, o de la "Orquesta del Bicentenario", en el mismo lugar; o en la biblioteca popular "La Randa", en Yerba Buena, frente a la plaza vieja de ese municipio ("es un emprendimiento colectivo que hoy se ha convertido en punto de encuentro de numerosos jóvenes y niños", dirá el músico, de su "criatura").  
Ruiz de Huidobro dirige una de las cinco "orquestas del Bicentenario" que han empezado a sonar en Tucumán por propuesta del Ministerio de Educación de la Nación. Por esa tarea, el músico recibió el 11 de septiembre el premio al "Educador popular".

-¿Cómo llegó a estas experiencias en las que se integra la música con la educación?
 - Siempre me llamó la atención la actividad social. Y más aún si estaba ligada a la música. Una vez me llamaron de Música esperanza, y me invitaron a sumarme. Yo tenía miedo de no cubrir las expectativas de la gente que me había invitado. Los chicos tocaban flauta dulce y yo propuse arrancar con los instrumentos aerófonos andinos y con una metodología acorde con el contexto y con las posibilidades económicas. Se trataba de que los chicos pudieran construir sus instrumentos con materiales muy baratos y que en poco tiempo aprendieran a hacer música. Todo eso, sumado a la posibilidad de generar música de manera colectiva; que, me parecía, era uno de los modos de integrar. La música, de por sí, integra; pero si uno propicia que esa música sea colectiva, integra mucho más. En la banda de Música Esperanza hay 15 chicos, que a su vez están participando de la Orquesta, en la que hay entre 30 y 40 chicos. Estamos participando de una red de organizaciones que trabajan en el barrio, contando cómo fue la génesis de la orquesta. Desde el taller habíamos coordinado muchas veces actividades con los programas de inclusión educativa de la Provincia y de la Nación. Me preguntaron cómo podían ayudar. Les dije: "sería muy bueno armar una orquesta". Presenté un proyecto a la Nación y después de un tiempo salió. La orquesta tiene todas las cuerdas y hay entre 30 y 40 chicos de entre 10 y 21 años. Mi propuesta consistió en armar una orquesta con una estética sonora que tuviera que ver con lo que pasa en el norte argentino. En Tucumán estamos atravesados por una enorme cantidad de culturas; hay dos orquestas grandes, hay dos escuelas de música en las que se forman músicos académicos, pero no está la música popular. Tratando de pensar en un sonido que represente la estética de este espacio, esta orquesta tiene todas las cuerdas, aerófonos andinos y percusión latina. Esos son los pilares básicos. Además, tiene guitarra, flauta traversa y clarinete.

-¿Qué les da la orquesta a los chicos?
- Lo que les da a los chicos es lo que le da a cualquier persona. La posibilidad de ejercer un derecho; un derecho de hacer arte, en este caso, de hacer música. Yo cada vez estoy más convencido de que los derechos existen cuando se los ejerce.

- ¿La propuesta sirve como herramienta de inclusión?
- Si al derecho lo pueden ejercer, ya están siendo incluidos. Creo que a todos estos programas hay que pensarlos más desde el derecho a la educación que como parches para subsanar otras problemáticas, como las adicciones o la deserción escolar. Puede darse todo eso, pero en realidad hay que pensarlo como un derecho que se ejerce.

-¿Qué le ha dado a usted esta experiencia?
-Una cosa que me parece muy interesante en esto es que uno está aprendiendo sobre la marcha. Hace poco tuvimos con los docentes una charla sobre el repertorio que íbamos a trabajar; porque el repertorio tiene muchos parámetros, desde el estético hasta las posibilidades que tienen los chicos de tocar ese instrumento; no hay que olvidar que la mayoría de ellos está aprendiendo a tocar por primera vez un instrumento. Y, justamente, lo que propicia este programa es  que haya un encuentro rápido entre el chico y el instrumento. Algo que a mí me parece muy interesante, en todo esto, es que uno está reinventando constantemente pedagogías; formas de enseñar; didácticas. Con seguridad, ninguno de los docentes que están ahí han participado de un hecho como ese.

-¿Por qué será que se utiliza tanto la música como herramienta de inclusión? ¿Qué le da al chico el marco social de la orquesta?
- Le da a cualquier chico, del barrio que fuera, la posibilidad de socializar, de encontrarse con el otro, de aprender entre ellos: y eso significa poder escucharlo al otro, aprender a escucharlo, que bastante nos cuesta. También significa tener tu lugar en el momento de tocar. Y eso, a su vez, se refleja en los arreglos musicales, que están planteados de modo tal que siempre, en algún momento, cada una de las partes tenga  un rol sobresaliente. El arreglo propicia eso.

- ¿Cómo le llegó la distinción de "Educador popular"?
- Totalmente de sorpresa. Un día me llegó desde el Ministerio de Educación de la Nación una invitación para el Día  del Maestro. La convocatoria era en la capilla del cura "Pepe", el sacerdote que este año había sido amenazado por el narcotráfico. También estaban  un compañero del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) y otro cura, Coco, que trabaja en Itatí. Y ahí me enteré que el homenajeado era yo, junto con los que estaban a mi lado.

- ¿Y usted se siente maestro?
- Sí, pero? Creo que sentirse maestro es, más que una necesidad de enseñar, sentir una necesidad de aprender.

-La Universidad, ¿prepara para la creatividad?
- Nadie crea de la nada,  si está vacío de cosas. Ahora bien, creo que tener una actitud  o una posición creativa también se propicia.  Si estoy vacío de cosas, no puedo crear nada, pero si a mí no me motivaron para que yo sea creativo, va a ser más difícil el camino. Pero hay otra cosa, y es que tampoco nos educamos solamente en las instituciones. Nos educan también cada una de las vivencias que tenemos en la  vida. La Universidad, a mí, sí me dio cosas, pero faltaban espacios para la improvisación. Espacios que, creo, hoy los alumnos sí los tienen.

-Usted también enseña música por el método Suzuki. ¿Por qué lo ha elegido?
- Me llamaba la atención que alguien, concretamente, Suzuki, en 1945, se planteara que todo niño, todo ser humano, puede aprender música. Y que todo depende del esfuerzo personal, del contexto y del docente. Y que el talento es una capacidad a desarrollar. Que todo el mundo puede acceder a la posibilidad de acceder a hacer música. Y eso me llamó la atención porque siempre existió -y lamentablemente sigue existiendo - la percepción de que para hacer música hay elegidos. Mucha gente dice: "yo no sé cantar, no escucho ni el timbre". Y en realidad, para la música somos todos.

-Cuando se lleva a un niño a estudiar música, ¿en qué medida no se confunde el mandato del padre con el deseo del chico?
-Una característica del método Suzuki es que lo incluye al padre como parte de la educación; pero lo incluye con presencia, lo que es bueno. Y esa presencia es buena, siempre que no se lo hostigue al chico. Yo he visto chicos muy chiquitos tocando instrumentos; pero a mí me gustaría que un chico chiquito juegue con la música; que explore con la música. Que a los cinco, seis años, puedan jugar haciendo música, más que estar  constantemente con un mismo instrumento. Y sí lo pueden hacer, como les pasa en el jardín de infantes, donde les están enseñando a contar, a sumar, a leer... cosas que los chicos sí pueden hacer. Pero uno debería preguntarse si a esa edad es bueno que hagan eso, o que trabajen la creatividad desde otro lugar.  

-¿Qué se pierde la gente que no hace música?
- Se pierde la posibilidad de explorar un mundo en el que solamente va a estar como espectador. Y no es malo estar como espectador, pero a mí me parece que una característica importante de esta época es el arte participativo, en el que todos seamos parte de ese hacer.

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