Modernistas e ilustrados en Tucumán

Modernistas e ilustrados en Tucumán

Por Soledad Martínez Zuccardi, para LA GACETA - TUCUMAN. Jaimes Freyre, Terán, López Mañán y la "Revista de Letras y Ciencias Sociales" (1904-1907). Páginas que son testimonio privilegiado del cruce de intereses, disciplinas y proyectos, y donde convergieron figuras de procedencias diversas.

RICARDO JAIMES FREYRE, EN UN RETRATO DE HONORIO MOSSI (IZQ). JUAN B. TERAN. JULIO LOPEZ  MAÑAN. RICARDO JAIMES FREYRE, EN UN RETRATO DE HONORIO MOSSI (IZQ). JUAN B. TERAN. JULIO LOPEZ MAÑAN.
27 Noviembre 2005
De paso por Tucumán en 1901, Ricardo Jaimes Freyre terminó por establecerse en la provincia durante veinte años. La itinerancia no constituía una novedad para este escritor de origen boliviano, que vivió en Lima, Tacna, La Paz, Sucre, Buenos Aires, y que pasó algunas temporadas desempeñando funciones diplomáticas en Chile, Estados Unidos y Brasil. Durante su estadía en Buenos Aires, fundó junto a Rubén Darío la Revista de América (1894), importante órgano del modernismo hispanoamericano, a pesar de su breve vida, y publicó el poemario Castalia bárbara (1899), que cimentó su prestigio literario. Ya consagrado, llegó a Tucumán con el comienzo del siglo. Quienes lo conocieron evocan su silueta señorial de "capa y mostachos" paseando por las calles de la ciudad incipiente, e ignorando, tal vez, el brillo que su figura irradiaba luego de su sonada amistad con Darío y de los aclamados poemas de su libro. Algunos interpretan su permanencia en "el rincón provincial" como una renuncia, propia de la modestia de su carácter; otros señalan que fue Tucumán el ámbito propicio para su madurez intelectual y el descubrimiento de nuevas facetas en su obra. El mismo Jaimes Freyre parece vacilar en este punto. Por momentos declara aburrirse de la vida provinciana, pero una vez alejado de ella confiesa: "Nunca fui más feliz que en Tucumán". Lo cierto es que rápidamente comenzaron en la provincia sus actividades intelectuales. Con una conferencia sobre el poeta simbolista brasileño Juan de Cruz e Souza se integró al círculo de la Sociedad Sarmiento, de la que pasó a ser luego un miembro activo, y comenzó además su labor docente en el Colegio Nacional, por la que sería recordado como un gran maestro.Su figura no demoró en atraer a gran parte de la intelectualidad de la provincia. Juan B. Terán y Julio López Mañán fueron algunos de los jóvenes entusiastas que no resistieron la seducción de su imagen y que desde un principio rodearon al poeta. Ambos trazaron en un comienzo una trayectoria similar. Pertenecientes a familias de la elite tucumana, emparentadas entre sí -Terán era sobrino de López Mañán-, estudiaron en el Colegio Nacional y se vincularon tempranamente a la Sociedad Sarmiento. Partieron a Buenos Aires a estudiar abogacía y luego de completar sus carreras regresaron a la provincia en los primeros años del nuevo siglo. Trabajaron aquí en su profesión, asumieron diversos cargos públicos y enseñaron en el Colegio Nacional de su adolescencia, sin dejar de lado la labor cultural en la Sociedad Sarmiento ni la actividad periodística. En el ámbito de estas dos instituciones parecen haberse forjado sus primeras vinculaciones formales con Jaimes Freyre, que derivaron en una sólida y duradera amistad, cultivada en encuentros más íntimos e informales, como las tertulias en casa de Terán, que presidía el anfitrión junto a Jaimes Freyre. "Bien pronto -dice Emilio Carilla- aquel entusiasmo iba a cuajar, como no podía ser menos, en una revista. Fue la Revista de Letras y Ciencias Sociales".En julio de 1904 apareció el primer número de la Revista, que llegaría a entregar, hasta diciembre de 1907, treinta y nueve números de frecuencia mensual. Jaimes Freyre se desempeñó como director; Terán y López Mañán, como redactores. La publicación abrió sus páginas a la literatura, a la historia, al derecho, así como a una variedad de temas de la actualidad provincial, nacional y continental. Miguel de Unamuno, Guillermo Ferrero, Rubén Darío, José Santos Chocano, Amado Nervo, Alberto Rougés, Germán García Hamilton y Juan Heller fueron algunos de los autores que colaboraron en las sucesivas entregas. Su proyecto parece haber girado en torno de dos propósitos centrales: promover el estudio y la investigación según bases y métodos científicos y contribuir a la construcción de una "literatura americana" a partir de la difusión sistemática de la producción de autores hispanoamericanos, sobre todo de aquellos ligados al modernismo, y del rescate de su producción desde la crítica. Pero además del desarrollo de un proyecto orgánico, la Revista de Letras y Ciencias Sociales tiene, como muchas revistas culturales, el valor de haber funcionado como espacio de consolidación de un grupo. Luego de concluida la entrega, tal grupo, al que se integran también los ya nombrados Rougés y Heller, además de Miguel Lillo, José Ignacio Aráoz y Ernesto Padilla, entre otros, continuaría su acción de modernización cultural de la provincia, cuyo resultado más visible sería la creación de la Universidad de Tucumán.En los años de realización de la Revista, el constituido por Jaimes Freyre, Terán y López Mañán emerge como un grupo singular, en el que confluyen un poeta modernista de filiación socialista y dos abogados educados en las ideas positivistas y liberales. Si se piensa este grupo en relación con los procesos culturales del continente, parece posible situar a sus miembros en el marco de lo que Angel Rama denomina cultura modernizada internacionalista, especie de macroperíodo cultural que se desenvuelve durante la modernización de América Latina, y que se extiende de modo aproximado desde 1870 hasta 1920. Según el autor en esta etapa pueden reconocerse distintos momentos de una misma evolución, signados por diferencias perceptibles en los comportamientos sociales y en las expresiones literarias: la cultura ilustrada, que en Argentina encuentra su más cabal exponente en la denominada "generación del ochenta", y se ve protagonizada por un reducido número de intelectuales, en su mayoría hijos del positivismo y del realismo, que continúan manejando una variedad de asuntos que fue propia de los enciclopedistas y actúa indistintamente en los campos de la política, la filosofía y las letras; y la cultura democratizada, moderna, internacional, innovadora, que sigue el proceso de democratización que vive la sociedad y se define por una creciente especialización de las letras, en la que los escritores modernistas ocupan un lugar central.Jaimes Freyre se inscribe en el seno de la cultura democratizada. Su figura, valorada y reconocida centralmente a raíz de su obra literaria, constituye un ejemplo del fenómeno de especialización de la literatura propio de este período. Si bien asumió otros cargos y funciones, la dedicación a las letras no constituye, en su caso, un "prestigio accesorio", como para los ilustrados, sino que emerge como un fin en sí mismo. Al igual que muchos escritores de esta etapa, fue un autodidacto y un inmigrante intelectual -expresión forjada por Rama para dar cuenta de una categoría nueva de inmigrantes, distinguibles del grueso de la población de ese origen, aunque tampoco asimilables al reducido grupo de las familias de la oligarquía, que buscaron centros intelectuales donde pudieran desplegar con mayor plenitud sus vocaciones literarias- que, a pesar de haber gozado de un notable prestigio social e intelectual, no compartió el poder económico de la oligarquía tucumana.En cuanto a los perfiles intelectuales de Terán y de López Mañán, es posible conjeturar que ellos dibujan una continuidad respecto de la cultura ilustrada. Ambos fueron hombres cultos de origen patricio y de profesiones liberales, que se mostraban ávidos por absorber la cultura literaria y científica de la época y parecían motivados por la urgencia de actuar. Fueron hombres activos, constructores y programáticos. Así, Terán participó en la Reforma de la Constitución y fundó más tarde la Universidad; López Mañán luchó por la modernización agrícola de Tucumán y del país; ambos participaron en la conducción política de la provincia, dirigieron instituciones culturales, fundaron revistas, enseñaron, y buscaron actualizar la cultura provincial. Se dedicaron también a las más solitarias actividades intelectuales; asumieron con rigor el estudio de las ciencias sociales y hasta incursionaron en la escritura literaria. No obstante y, a diferencia de Jaimes Freyre, asumieron la literatura de modo muy lateral, acaso como un complemento de otros roles considerados más "trascendentes", o, al igual que los intelectuales del ochenta, como una muestra de su enciclopedismo.En los primeros años del siglo XX el desenvolvimiento de la cultura letrada de Tucumán parecía estar regido, al menos en el plano institucional, por figuras que responden al perfil intelectual de los ilustrados. No obstante, y seguramente debido a su reconocida autoridad literaria, Jaimes Freyre se asocia sin conflictos a esa elite que concentraba el poder político y cultural de la provincia, y termina identificándose con ella como un miembro más. De todas maneras, la presencia de este poeta modernista, de vida itinerante y que no concluyó estudios universitarios, imprime interesantes matices en el grupo letrado provincial. En este sentido, es posible notar en Tucumán un fenómeno característico de la modernización cultural de América Latina como la apertura de la ciudad letrada, a partir de la incorporación de un integrante de origen y perfil distintos.
Jaimes Freyre, Terán y López Mañán compusieron un grupo que puede ser definido, en suma, por el cruce de intereses, disciplinas y proyectos -literatura y ciencia, modernismo y positivismo- y por la convergencia de figuras de procedencias diversas, que si bien compartieron un mismo afán de estimular la vida cultural de Tucumán, albergaron ideas e intereses dispares y articularon diferentes modos de intervención intelectual. La singularidad de este grupo imprime en la Revista de Letras y Ciencias Sociales, que difundió en casi todos sus números la obra de autores modernistas y dio a conocer, al mismo tiempo, teoría y métodos vinculados a los principios positivistas, un sello particular. Sus páginas emergen así como un testimonio privilegiado del modo en que tales cruces operaron. (c) LA GACETA

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