"Tal vez no asombre que la Argentina haya sido una fábrica productora de tantos economistas, muchos de los cuales trabajan afuera. Un país con tantos problemas económicos lógicamente motiva a la gente a estudiar Economía. Países con crisis estimulan el estudio de estos temas. Ser mujer es más inusual porque hay pocas mujeres dentro de la economía y este fue un problema estructural de la disciplina durante mucho tiempo. Ahora está cambiando un poco, pero tradicionalmente se trató de un territorio muy masculino". En noviembre de 2021, Silvina Tenreyro respondía de esa manera a una pregunta que la colega Irene Benito le hizo a través de zoom: ¿qué significa ser una economista que proviene de un país que quema permanentemente los papeles de los economistas? 

La economista tucumana, que forma parte del Comité de Política Monetaria del Banco Central de Inglaterra desde 2017, fue nombrada Commander of the Order of the British Empire (en español, Comandante de la Orden del Imperio Británico) por Su Majestad el Rey Carlos III, en reconocimiento a su labor por la economía, según comunicó oficialmente la Embajada Británica en la Argentina. Se trata de la tercera distinción más importante que la corona británica otorga a personalidades que trascienden en el reino; las otras dos superiores corresponden a la denominación “sir”, para el caso de los hombres, y “dame” para las mujeres. 

Silvana se graduó de Licenciada en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) en 1997. Luego se desempeñó como Investigadora del Instituto de Economía Aplicada de la Fundación Banco Empresario de Tucumán (IEA-FBET), que fue conducido por el recordado profesor y doctor en  Economía Víctor Elías. Posteriormente, Tenreyro ingresó a Harvard University, obteniendo el PhD en Economía en 2003. Actualmente es profesora de la prestigiosa London School of Economics y Miembro Externo del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra

En 2021, la economista tucumana  recibió tres distinciones de nivel mundial. Una de ellas fue la Yrjo Jahnsson Award in Economics para economistas europeos no mayores de 45 años que hayan hecho contribuciones en investigaciones teórica y aplicadas que sean un avance significativo en economía en Europa. Tenreyro hizo importantes contribuciones en las áreas de economía monetaria, macrodesarrollo y economía internacional. Diseñó nuevas estrategias para identificar el rol de la rigidez del salario nominal en el impacto de políticas monetarias en la actividad económica. Produjo artículos que iluminan la relación entre la volatilidad y el desarrollo y su interacción con el comercio internacional, describe un artículo que fue publicado en el Micro Diario de la Maestría en Economía de la UNT. La idea por detrás de ello es que tanto el cambio tecnológico como el comercio internacional ayudan a los países a diversificar los shocks macroeconómicos. Tenreyro a su vez fue elegida Presidente de la European Economic Association para 2021, y distinguida como Fellow de la Econometric Society.

En una entrevista con LA GACETA, Tenreyro hizo varias distinciones respeto de la situación inflacionaria. “Una cosa es metas de inflación en países desarrollados o cuando comienzan a aplicar los objetivos a un índice que está muy cerca de llegar a la meta. En ese sentido, la estrategia funciona muy bien. Pero cuando estás muy lejos de la meta inflacionaria, por ejemplo, empezás en un 50% anual y tu meta es el 5%, en sí no es suficiente. Es muy difícil bajar del 50 al 5: necesitás algo más para ponerte en la trayectoria. Ahí juega la cooperación: un acuerdo entre las partes que deciden salarios y precios. Sin sentarte a la mesa con sindicatos que demandan aumentos y empresarios que deben pagarlos no se puede virar hacia la meta. Todos tienen que acordar en que lo mejor que les puede pasar es que haya una inflación del 5% y preguntarse “¿podemos cooperar para llegar hasta ese punto?”. La economista sostuvo que no es claro cuán factible es hacer ese acuerdo. Recordó que, cuando implementaron la convertibilidad en la Argentina en 1991, no es que de golpe los sindicatos creyeron en el “uno a uno”. “La pregunta es cómo se consigue esa credibilidad. Esto fue parte del consenso: (Carlos) Menem tenía el apoyo de los sindicatos para llevar adelante esa política”, planteó. “Podés poner precios máximos, pero, si los sindicatos están demandando aumentos, entonces no es sostenible. En todo caso hay que imponer precios máximos a todos los niveles porque, si el tope sólo afecta a algunos productos, al fin y al cabo lo que habrá es escasez”, consideró.