Una cuenta regresiva y una música incidental. El público está expectante y silencioso, hasta que pasadas las 21.20 del sábado sale ella al escenario y sus fanáticos enloquecen. Los gritos saturan todo oído: radiante y sonriente, Karina “La Princesita” llega al teatro Mercedes Sosa para el primero de sus tres conciertos -agotadísimos- en esa plaza. Cuando pone un pie en la tarima, el predio se transforma en un gran karaoke de amor, de desamor y de despecho: dedos acusadores, luces de colores, flashes que filman y una artista que recorre el escenario a sus anchas; eso es lo que se ve. En más de 20 temas y manteniendo “al palo” a su público, demuestra que su título nobiliario ya le queda chico: ella es, definitivamente, la reina de la música tropical.

Se le nota en cada paso el camino recorrido. Domina el escenario como pocas y lleva a sus fanáticos a vivir con intensidad cada acorde. Y eso que este no es un concierto “normal” -advertirá ella más tarde-. Hace pocos meses realizó un show especial en el Teatro Gran Rex, sólo para fanáticos, en el que interpretó canciones poco conocidas de su repertorio. Y así empieza en Tucumán, replicando esa experiencia, pero (spoiler) sus seguidores no notan diferencia. Se saben todas y las corean por igual: se filman con las cámaras, se los dedican entre ellos o se lo gritan a algún sinvergüenza que los ha herido.

FUE TODA UNA FIESTA. Karina no decepcionó a sus seguidores que esperan que vuelva pronto. La Gaceta / fotos de Franco Vera

“Dime quien”, “Si yo me vuelvo a enamorar”, “Hasta el sol de hoy”, “Tú no me llames” y “Él no me contestó” son las canciones con las que rompe el hielo. Luego de más de un año, Karina y sus fanáticos tucumanos ya están de nuevo juntos.

Terapia musical

Y todos conviven en una relación simbiótica. Cuando se paran los güiros y los instrumentos de percusión, ella entabla la primera conversación con sus seguidores. La charla es de iguales; “Kari” empieza a leer carteles y a dar consejos. Dos amigas sostienen un peculiar afiche: “estamos recién gorreadas”, le avisan a su ídola. “Acá se pueden desahogar. Espero que se vayan con esperanza, porque si algo se va, algo bueno viene. Cuando se cierra una puerta es porque se van a abrir otras”, dice ella y el teatro se cae en aplausos. Pero sigue: “Kari, ¿y si le pago con la misma moneda?”, recita otro cartel. “¿Estás segura que te engañó? -interpela la cantautora a su fanática-; yo pagué con la misma moneda una vez. Pero no me sentí bien; sí, está en una canción, y todos la cantamos, pero yo no lo aconsejo. No está bueno ser igual de porquería que la persona que tenés al lado. Si alguien te hace eso, que siga su camino sin vos”.

De repente, el Mercedes Sosa se convierte en un grupo de terapia musical, comandado por la reina del despecho, que últimamente ha hablado sin cesar de la importancia de la salud mental. Quiere ayudar, quiere alegrar y quiere divertir. Quiere que su público salga renovado del concierto. Y por eso sigue con “Corazón mentiroso”, con “Él no va a venir” y con “Jamás”, temas que confirman que Karina es un fenómeno de gran vigencia.

Mezcla “los viejos” con “los nuevos” y sorprende a todos con la balada “No lo voy a lamentar”. Y mientras canta, tiene sus ojos en todos lados: reacciona con caras cuando ve que la seguridad impide que el público se pare a bailar; se frena a filmar videos para sus seguidores; saluda, sonríe y hasta se saca selfies con el que se acerca. Está en el escenario, está en el backstage con su equipo, está en la platea y también está en el Pullman B. No se quiere perder un detalle de lo que pasa.

Concierto compartido

Karina busca que todos se sientan parte de su show. En más de una ocasión, el animador que la acompaña sale en búsqueda de fans. Aparece, con foto en mano, una mujer que la sigue desde bebé; sube al escenario Milo, un seguidor de siete años que deslumbra tocando el güiro y bailando malambo. “Él tocó conmigo en el Gran Rex cuando tenía dos años -recuerda la intérprete-; es increíble”.

Más tarde, Natalia Santucho se acerca a darle un regalo. ¿Lo peculiar? Lleva en brazos a su nena de cuatro meses. “No tenía con quien dejarla. El año pasado vine embarazada, y ahora con ella”, cuenta después a LA GACETA. Durante la previa, la bebé Aitana Sofía no paraba de llorar, pero en cuanto empezó el concierto, reinó la calma. “Debe ser de tanto que la escuchó en mi panza”, dice entre risas su madre.

Karina atraviesa generaciones: hay familias enteras y grupos de amigos de todas las edades que disfrutan del recital. También están los que vinieron de otras provincias para verla: Sofía Farías y Gabriela Rojas son de Vilmer y de Beltrán (Santiago del Estero). Se hicieron amigas “en la joda” -dicen- seguramente cantando y bailando a todo pulmón los temas de “La Princesita”. Es el primer concierto que comparten. “Mi sueño es tener una foto con ella”, dice Sofía antes del show. Ella lleva un cartel en la mano con el mismo pedido. “Eso es muy fácil de solucionar. Ahora nos sacamos una foto”, le responde la artista al leer la súplica. Y así es: la fanática vuelve a casa con su esperada selfie. Y muchos otros también: en cada pausa, se acercan a la tarima decenas de fans a pedirle una foto. Y les cumple el deseo a todos los que puede. Los escucha, los saluda, les recibe regalos y hace todo lo posible por hacerlos sentir especiales.

Emociones

También cumple otros pedidos. Agrega al concierto canciones que le gritan sus seguidores. Sigue con “Callejero favorito”, con “Con la misma moneda”, con “Paisaje” y con “Hasta el fin del mundo”. Un éxito detrás de otro. El público no deja de pedir. Pero la que más se grita -y a coro- es “Diganle”. “Ahora la voy a cantar. Y se pueden parar a bailarla, con permiso de la seguridad, pero sean obedientes”, agrega.

Para este punto del concierto, el gran karaoke escala a su punto máximo. Suena el más el público que la artista, que es doblegada por los canticos de quienes la fueron a ver. El show se vuelve catártico y, por fin, bailable. Todos saltan de las sillas y vibran al ritmo de aquellas estrofas. “Quiero quitarme ese amor de la cabeza / y este tonto corazón no me lo deja”, comienza a cantar, y sus fanáticos estallan.

Luego de “amenazar” varias veces con el fin del concierto, finalmente ese momento llega. “Inocente” y “Fuera” ponen punto aparte a dos horas de música en vivo. Sus fans, que tímidamente ocuparon las butacas del teatro, ahora están desaforados, felices y aliviados -dicen-. Es que Karina les deja emociones, reflexiones y sueños cumplidos.

Esta noche

Hoy, a las 21, Karina finaliza su gira por la provincia, con el último concierto de esta trilogía, también en el Teatro Mercedes Sosa. Las puertas se abrirán entre las 19 y las 20; las entradas están agotadas. Quien haya hecho su compra online, puede retirar sus boletos hasta dos horas antes del inicio del espectáculo.