M.L.P. cultiva cannabis para producir el aceite que le suministra a su hijo con autismo. Al excedente lo regala a otros padres. Cometió un error. Publicó en una red social las flores que había conseguido para esta temporada. Varias personas, al descubrir su posteo, hablaron con él para hacerle preguntas. Una semana después, una pareja llegó hasta su casa pasadas las 21. Golpearon la puerta, él les abrió y cuando estaba por preguntarles qué necesitaban, le pusieron una pistola nueve milímetros a la altura de la nariz. No exigieron la entrega de dinero, joyas, celulares o electrodomésticos. Querían y se llevaron todo lo que legalmente había cosechado. La pérdida fue de más de cuatro kilos y medio de “cogollos”, cuyo valor en el mercado supera los $4,5 millones.

Este no es un caso excepcional, sino una realidad que va de la mano de una tendencia: la revalorización de la marihuana como producto para los narcos. Este fenómeno también está vinculado a otro factor. Tiene que ver con la legalización a medias de la producción de cannabis. Desde 2020, las personas pueden cultivarla si están inscriptas en el Registro de Productores de Cannabis. Para conseguirlo, deben presentar una serie de documentos firmados por profesionales de la salud que certifiquen que la producción será destinada al tratamiento de una enfermedad que puede ser desde hipertensión arterial, pasando por trastornos del sueño, ataques de pánico y de ansiedad, hasta epilepsia.

La Ley 27.350 establece que una persona registrada puede cultivar para él o para terceros hasta nueve plantas por año y trasladar sin ningún tipo de inconvenientes 40 gramos de marihuana y seis frascos de aceite de 30 milímetros cada uno. La norma fue un éxito. Al año de haberla puesto en marcha, el registro tenía 40.000 personas. Los últimos informes indican que son 200.000. Ante la abismal aceptación las autoridades tuvieron que hacer cambios. La renovación de la autorización dejó de ser anual, sino que ahora será cada tres años.

Un cambio

“En el ambiente se sabe que hay de todo”, explicó M.L.P. “Estamos los que la producimos por cuestiones medicinales y somos perseguidos por las autoridades que desconocen estas normas y las propiedades del cannabis”, añadió. ¿Qué es de todo? “Hay muchos que producen para su propio consumo y al excedente lo comercializan entre sus amigos y conocidos con un único propósito: financiar la próxima cosecha. Pero también hay otros que lo hacen por negocio y nada más”, respondió la víctima del robo.

M.L.P. solicitó hablar con la condición de que su nombre se mantuviera en reserva para evitar la estigmatización y la persecución policial. “En el robo me pasó una situación muy particular. Fui a denunciar el hecho. El efectivo que me atendió, al escuchar lo que le estaba contando, me pidió que aguardara unos segundos. Vino el comisario y, de onda, me pidió que me retirara porque si no me haría una causa por narcomenudeo. Le expliqué la Ley, le mostré la documentación que me habilitaba y nada. Me tuve que ir”, explicó indignado.

No es el único caso. En enero, un joven registrado sufrió el robo de su producción en El Mollar. El autor del hecho fue detenido por el ilícito y al dueño de las flores no le devolvieron el material secuestrado porque no tenía cómo probar que era suyo. “Me pedía que lo demostrara con un sello o una marca, como si fuera un animal. Me negaron que lo reconociera”, explicó la víctima.

“Las personas que cultivan legalmente son asaltadas y están totalmente desamparadas por una negación de la realidad por parte de la Justicia”, opinó Patricio Char, abogado que se especializa en este tipo de causas. “ Sepa esa víctima que por el momento no podrá recuperar su medicina si la llegan a encontrar, porque no se animan a devolvérsela. Hay un prejuicio que es aprovechado por el delincuente, que puede robar tranquilo”, destacó.

Otro mercado

“Los narcos piensan y actúan como empresarios. Están pensando en cómo ganar más plata”, explicó una fuente de una fuerza federal. “La marihuana, para los transas, era un accesorio porque la verdadera ganancia la consiguen con la cocaína. Pero eso ya no es así. Ahora también es un buen negocio”, agregó.

En el mercado ilegal se puede conseguir dos tipos de marihuana: el “prensado”, que es la sustancia compactada que se produce en Paraguay, y las flores, que se pueden cultivar en cualquier maceta. La diferencia en la calidad es abismal. Lo mismo sucede con el valor. El “25”, que tiene un peso de entre 20 y 25 gramos (de ahí su nombre), tiene un costo de $5.000. Mientras que el gramo de la otra “presentación”, actualmente es de $1.000.

Una persona con autorización puede cultivar hasta nueve plantas. No hay una fórmula exacta para determinar cuántos gramos pueden conseguirse con cada una de ellas, porque está sujeta a distintos factores y sistemas de producción. No es lo mismo hacerlas crecer en una maceta que en tierra, por ejemplo. Los especialistas sostienen que se pueden obtener entre 300 gramos y un kilo y medio. Entonces, en promedio, si el cultivador recurre al máximo de lo permitido, podría obtener hasta 8,1 kilos, que en la calle hoy tienen un valor de más de $8 millones.

Según la información del Ministerio de Seguridad, desde que entró en vigencia la ley de narcomenudeo, secuestraron 76 kilos de marihuana. De ese número, más del 50% fueron flores. Además, hasta el inicio de este mes, las autoridades incautaron unas 1.600 plantas. El valor de la sustancia lista para consumir asciende a $36 millones, mientras que las de plantas se podrían obtener hasta 1,4 millones de gramos, con la que se podría obtener $1.400 millones.

Desmentida

“No se persigue a las personas que están autorizadas a cultivar; perseguimos a los que comercializan su producción”, indicó el jefe de la Digedrop, Jorge Nacusse. “El problema es que la ley complica nuestro trabajo”, añadió.

El jefe de los investigadores antinarcóticos sostuvo que cada vez son más los transas que se inclinan por la producción de marihuana. “Se dieron cuenta de dos cosas: pueden ganar más plata porque no hay intermediarios y corren muchos menos riesgos al no tener que comprarla al por mayor y, fundamentalmente, trasladarla”, explicó.

El funcionario aclaró que la misma norma les genera un problema. “La norma establece que una persona registrada puede trasladar hasta 40 gramos de flores de marihuana. Ese es un argumento que utilizan muchos para llevar y vender la sustancia a domicilio. ¿Cómo hacemos para luchar contra ese delito?”, se preguntó.

“Esto es producto del país en el que vivimos. Es una cuestión cultural”, indicó M.P.L. “Una ley creada para el beneficio de muchos terminó siendo una herramienta para unos cuantos que buscan ganarse la vida de cualquier manera”, finalizó.

Antes: el famoso “prensado”

Conocida con ese nombre o como “paraguayo” no es otra cosa más que marihuana compactada. Es tan solo una parte del “ladrillo” de la sustancia que es compactada en Paraguay, el mayor productor de cannabis del continente. Los narcos le agregan otros productos para poder estirarlo. El valor del gramo no alcanza a los $300.

Ahora: las flores vienen en frasco

Las flores o “cogollos” es lo mejor de la marihuana por la cantidad de reactivo que contiene. Hace un par de años, este tipo de cannabis era adquirida por sectores sociales altos, pero su consumo ya se popularizó. El valor del gramo es de $1.000. Se vende en frascos vacíos.

Algunos números

200.000
argentinos están inscriptos en el Reprocann.

38
kilos de flores de marihuana se secuestraron desde diciembre pasado.

$5.000
es el costo de entre 20 y 25 gramos de cannabis compactada.

$10.000
es el valor promedio de un frasco con 10 gramaos de flores.

3
años dura la autorización para producir cannabis.