Varios encuestadores han empezado a recoger en sus análisis cualitativos de la realidad política, económica y social de la Argentina referida a las elecciones un elemento extraño en la sociedad, más allá de la resistencia que muchos tienen a seguir votando fracasos y que van a expresar con su abstención o el voto en blanco. Es la aparición de ciudadanos que ya no preguntan “quiénes” sino que se ocupan de los “cómo”, ya que lo que en apariencia desean hacer es cambiar de cuajo el modelo de hacer durante años y años de la repetición de errores una religión, en nombre de difusos derechos que sólo han empeorado el cuadro.

Esa matriz, que se repite y repite con variantes desde hace ocho décadas, tiene elementos bien conocidos para la opinión pública que se van entrelazando y que son uno consecuencia del otro, parte de un círculo que no lleva a ninguna parte y que los dirigentes siguen revolviendo en nombre de derechos fugaces que se terminan simultáneamente con las declaraciones, tal como si fuesen la panacea universal y que pasan, entre otros, por hacer un culto de:

- la preponderancia del Estado y sus empresas deficitarias

- la falta de competencia y el consecuente ahogo al sector privado

- la altísima presión impositiva

- la sustitución de importaciones y la elección de beneficiarios a costa de los consumidores

- el pie puesto encima del sector agropecuario y de las economías regionales

- la instalación de cepos

- el atraso de las tarifas y del tipo de cambio

- los déficits fiscales recurrentes, el endeudamiento irresponsable y la emisión descontrolada

A todas estas causas, los análisis llevan a marcar las consecuencias:

- la inflación galopante y derivada de ésta la mayor pobreza

- la rampa descendente de la movilidad social, la falta de miras y la búsqueda de otros horizontes en el exterior, fuga de talentos incluida 

- la rigidez laboral, el menor empleo y la mayor informalidad

- el deterioro de la educación y la falta de capacitación en todos los niveles

- la salida de capitales y la pérdida de Reservas, proceso que fatalmente deriva de todas las intervenciones que inventa el Estado para no dejar flotar el dólar, al menos en los canales financieros

- el avance de la droga y de la inseguridad

El menú se entrelaza con la visualización de parte de una clase dirigente que se aprovecha de un marco de tanto atraso, a costa de la mayor parte de la sociedad. Son los vivos de siempre que se ubican a la sombra de todos los gobiernos y que se muestran más preocupados por el lobby que les haga ganar ventajas sectoriales o licitaciones que por el bien común.

Además, el ciudadano parece que ha comenzado a tomar conciencia que la pandemia, la guerra en Europa y hasta la terrible sequía son hechos o universales o de carácter regional que no le han pegado tanto a los demás países como a las debilidades que tiene el modelo obsoleto que sigue la Argentina. De allí, que la inflación sea diez o más veces más alta aquí que entre los vecinos.

A veces hay confusión porque los análisis políticos que se enfocan en las elecciones presidenciales tienden a mirar la opción de los ciudadanos a partir de la potencial preferencia por los candidatos, algo habitual en la Argentina caudillesca, lugar donde los apellidos adquirieron con el tiempo más fuerza que las ideas. Es más, ya no hay “plataformas” de los partidos políticos por ese mismo fenómeno. Todavía, las evaluaciones sobre los escenarios electorales y las preguntas de carácter cuantitativo que suelen hacer quienes pulsan el sentir de la opinión pública están habitualmente más referidas a nombres que a procesos, ideas o planes de gobierno que se ha llevado el viento porque siempre se quedaron en promesas.

Hay también fanáticos en todo el espectro que se dan en llamar militantes (un calificativo muy ligado a lo militar que, pese a sus reparos públicos hacia los uniformados, usó primero que nadie el kirchnerismo), quienes se ocupan de regar las redes sociales con diatribas y memes referidos a las personas que no quieren o a sumar elogios hacia sus preferidos, una forma de reafirmar una pertenencia o de asegurarse un sueldito.

Sin embargo, más allá del voto no positivo que se puede llegar a dar en gran proporción, el hecho más destacado de las elecciones de 2023 parece que no va a llegar por el lado del repudio o de la entronización de candidatos de modo directo, sino por el rechazo a las ideas que han traído a la Argentina hasta aquí.