Simoca (Tucumán) es uno de los pocos lugares de nuestra Argentina donde el uso del sulky es producto de una tradición vigente, ya que continúa siendo usado como un medio de transporte. Encontrar por las calles de Simoca una familia en sulky es una imagen corriente. Lo llamativo es que no se trata de una exhibición turística de un dispositivo de transporte fuera de su tiempo, sino de un verdadero medio de transporte. El caballo que tira de él está acostumbrado al ruido propio de la calle; puede esperar a que su dueño vuelva por él, ya sea que esté amarrado o no. Cuenta con las comodidades mínimas de un medio de transporte: asiento prolijamente tapizado, estribos que hacen posible llegar a él y, en la parte de atrás, el espacio para la carga de las compras. Si hay mucho sol, se complementa con el uso de un paraguas, a modo de sombra que viaja. Simoca, el sulky y la feria forman parte de nuestro folclore; se inmortalizan en Virgilio Carmona, en su “Al jardín de la República”, en la zamba del Chango Rodríguez o en la “Tristecita” de Ariel Ramírez, que se cree que fue compuesta una vez que visitó esta ciudad. Por su parte, la Ley 14.346, sancionada en 1954. establece penas para el que maltrate a un animal y define maltrato, pero nada dice sobre el uso de animales en la llamada “tracción a sangre”. En el sitio www.argentina.gov.ar se aclara que esta está permitida en las zonas rurales, pero no en las urbanas. En el texto de la Ley se aclara que se considera “maltrato” a no alimentarlo en cantidad y calidad suficiente, azuzarlo con instrumentos que lo lastimen, hacerlo trabajar en forma excesiva o someterlo a tareas que excedan sus fuerzas físicas. Pero si el instrumento que se usa para azuzarlo no lo lastima ¿es lícito o ético considerar que no le duele? Según la Ley, lícito sí. ¿Tiene una medida justa esa práctica si no podemos conocer la opinión del caballo? Pensar que el caballo es un animal para el trabajo ¿tiene alguna diferencia de cuando se creía que los esclavos no sufrían dolor al exigirles tarea similar? También eran usados para las labores extenuantes y eran “azuzados” con instrumentos similares a los que se usa para los caballos... Desde 1813 ya no existen ese tipo de esclavos en nuestro país y esas decisiones podríamos llamarlas “evolución”, aunque el concepto de esclavitud fue mutando en otras formas y está muy lejos de haber sido erradicado. Que la humanidad evolucione implica que analicemos aquellas cuestiones que forman parte de nuestra cotidianeidad y que se continúan haciendo por inercia, sea que afecte a personas o a animales. En ambos casos, su detección depende de nuestra sensibilidad hacia la vida y alejarnos en lo posible de la crueldad. Nuestros niños demuestran ser más sensibles en el trato con los animales. Seguramente ellos revisarán al mundo tal cual se lo dejamos y lo mejorarán. No obstante, sería importante que comencemos ya con esa tarea, porque ¡ningún caballo se negó a tirar de un sulky cuando salimos a demostrar la inmensa alegría que nos provocó ser campeones del mundo el 18 de diciembre de 2022!.

Blanca Inés Medina 

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