A dos meses y medio de las elecciones, la provincia vuelve a verse desbordada de pintadas, pasacalles y carteles, muchos de ellos prohibidos por ordenanzas municipales. Históricamente, los dirigentes de todos los partidos eligieron esta práctica para promover candidaturas, que luego perduran en el tiempo ya que posteriormente a los actos eleccionarios no son removidas.

Hace pocos días, el titular de Tránsito y Vía Pública de San Miguel de Tucumán informó que su repartición había descolgado alrededor de 340 pasacalles en menos de un mes. Lo hizo luego de la difusión de la multa que se le aplicó al radical Roberto Sánchez por la colocación de cartelería en la calle. Según dijo, las sanciones no fueron aplicadas sólo a Sánchez, sino que también alcanzaron al propio intendente Alfaro y a otros referentes de su espacio. “Lo mismo estamos haciendo con la cartelería que se coloca en las platabandas y/o veredas promocionando productos y precios. Fundamos estas medidas en el hecho de que producen un impacto visual negativo, que inclusive afecta gravemente la visualización del paisaje o entorno; otras veces obstruyen semáforos, y a veces generan accidentes cuando se descuelgan por efecto del viento o porque son mal colocados y las motos sufren las consecuencias”, reforzó el funcionario. De hecho, la ordenanza 3.262 es clara al advertir que “toda persona física o jurídica que realice pegatinas, pintadas, o utilice elementos colgantes o produzca cualquier deterioro o rotura en las columnas de alumbrado público, será pasible de una multa”. Las únicas pintadas que están permitidas son en los espacios cedidos por sus propios dueños, o en cartelerías pagadas.

Pero no hay que quedarse únicamente con lo que sucede dentro de la Capital ya que en ese sentido, el interior es literalmente tierra de nadie y las pintadas y los pasacalles con nombres de candidatos proliferan en todas partes. En Concepción, una concejala presentó un proyecto de ordenanza para prohibir las pintadas con carácter político en las paredes. “Las sanciones van desde embellecer el lugar dañado hasta donaciones de pintura para escuelas y hospitales de la ciudad”, aseguró.

Tucumán no se caracteriza justamente por ser una de las provincias más limpias del país. Basurales a cielo abierto, canales colmatados de residuos, plazas, baldíos y veredas cubiertas de malezas y con alimañas son parte del paisaje al que lamentablemente nos hemos acostumbrado. Pero a todo esto debemos sumarle la desidia de los grupos que trabajan en este caso para los postulantes a cargos electivos, cualquiera sea su denominación política. Para tratar de evitar este tipo de acciones, organizaciones como Meta Tucumán llevan adelante campañas de concientización que incluyen, por ejemplo, adornar postes de alumbrado con motivos alegres y que invitan al menos a pensar que un espacio más limpio y más seguro es posible. Sin embargo, esta obra corre peligro a diario con el avance de los días y la aparición de los punteros con sus propios tachos de pintura. Un párrafo especial merece el de los pasacalles. Los mismos urbanistas advierten sobre su peligrosidad ya que al desprenderse, sobre todo en días de mucha lluvia y viento, pueden caer sobre calles o rutas, poniendo en peligro a quienes por allí transitan.

Cualquiera que transite la provincia puede ver, incluso, que aún hay cartelería o pintadas de elecciones anteriores, de hace una década incluso, que nunca se renovaron.

En épocas de redes sociales, donde posteos en Facebook o Instagram puente llevar a obtener miles de visualizaciones, la costumbre de las pintadas callejeras o la colocación de pasacalles ya debería ser tema de debate incluso dentro de las mismas agrupaciones políticas que, paradójicamente, luego incluyen dentro de sus proyectos la modernización y saneamiento ambiental de las ciudades. Cuánto cambiaría el paisaje visual de la provincia si los principales líderes se pusieran de acuerdo en no afear una provincia que ya de hecho tiene serios problemas de imagen.