Tocar el cielo oscuro - Paulina Vinderman (Alción - Córdoba)

Con una lírica poderosa, personalísima y en renovación constante atenta a las transformaciones, Paulina Vinderman nos alucina con su obra Tocar el cielo oscuro, catorce títulos reunidos con sapiencia. El libro deslumbra desde el comienzo a través de las palabras de María Malusardi, que dice: los versos de Vinderman han superado la ansiedad de la influencia. Es una poeta definitivamente singular, ajena a los giros y susurros de las épocas. Definiciones con las que coincido plenamente.

La poeta exhibe una sensibilidad que arde bajo cada verso que se manifiesta en estallido, haciendo visibles las fracturas, el acto de pensar y descubrir un decir nuevo, con el ya cotidiano.

En cada uno de ellos encontramos tradiciones, herencia, identidad, memoria, desolación, movimiento, una profundísima tristeza que sin embargo se enlaza a la esperanza. Los objetos cotidianos se convierten en poesía, una taza de té, trenes, lugares habituales, los caminos, sueños, pinturas. La exploración del yo poético y su consecuente reconocimiento de la imposibilidad, sustancia con la que consigue hacer visible ese otro mundo, del que habla en su poema dedicado a Caravaggio, a ese interrogante que arde más que si fuera una revelación.

Los poemas del libro transitan lo incorpóreo y lo deliberado, tienen, en Tocar el cielo oscuro, el espacio para hacer irrepetibles las vivencias entre lo real y lo irreal ¿acaso la muerte y la vida comienzan su juego de supervivencia en el Poema I, que inaugura el libro? Aunque te llamen de mil formas diferentes/estará siempre el nombre/del otro lado del muro.

Pensamiento mítico

Vinderman nos transporta a la búsqueda de la verdad y del conocimiento en clave de visiones específicas, en una lógica de pensamiento mítico analógico, de ritual. A través de lo que expresa, se percibe una búsqueda del sentido del ser, búsqueda que le permite habitar y habitarse, significarse.

En el Poema I de Vivir para contarlo; Planea los silencios, la inconstancia, la vaguedad/como focos de poder/sobre lo que no se puede recordad/pero se sabe. Pensar las ideas /pero no ordenarlas.

Vinderman habita en el poema; su obra es correlativa, pero no monótona. Posee elementos comunes, pero se desplaza transitando mixturas ajenas a ella misma; los viajes, un tren, los objetos, la incertidumbre. El amor y el dolor, esos animales que no dejan de cercarla y ella sostiene en cada verso. En su condición de viajera incansable, la poeta, posee una mirada y un ritmo dinámico que le hace decir: creo que, en el fondo, escribo un poema largo, un único poema.

Mirada poética

Cuando comencé la lectura de este libro pensé, si tuviese que hablar de la obra de Vinderman, lo primero que haría es destacar su vida, que fluye entregada a la poesía, la lírica infinita que se rubrica en esta obra con patente propia. Si tuviese que hablar de Paulina no dejaría hablar a mi corazón, no permitiría que las emociones empañen la objetividad. Si tuviese que hablar, como ya estoy haciéndolo, lo primero que diría es lo obvio, lo que predomina sin enunciarse, eso que nadie puede negar. Ella hace de cada objeto, vivencia, situación, pensamiento, un poema. Ella mira a través de la poesía y su arduo trabajo no hace más que confirmarlo. Como señala, su obra no es más que un lenguaje encantado para un mundo desencantado.

Lo inmenso está acá/Ayúdame a traducirlo (Paulina Vinderman, Cartas del Búho, inédito).

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