El reloj electoral se acelera. Las fuerzas políticas intentan posicionarse en cada distrito y a nivel nacional, en un contexto económico difícil para la Argentina. Por esa razón, Gustavo Córdoba, analista político, señala a LA GACETA que la economía será determinante en el resultado de las elecciones de este año. En una entrevista concedida a nuestro diario, el director de Zuban, Córdoba y Asociados afirma que la dirigencia política está más ocupada en discutir poder que en buscar acuerdos intersectoriales para sacar al país de la crisis. De allí el enojo de la sociedad con la política.

-El Frente de Todos se debate entre el no a la proscripción de Cristina Fernández y el pedido de desestimiento de la candidatura al presidente Alberto Fernández. ¿Qué es lo que puede llegar a suceder en la vida interna del oficialismo?

-Más allá de la retórica y de la narrativa política e ideológica que están usando, no se pueden soslayar las dificultades que hoy tiene el Frente de Todos como oficialismo respecto de la economía, particularmente de la cuestión inflacionaria. Tenemos que pensar también que nuestra sociedad premia y castiga, por ejemplo, si el salario real se aprecia o se deprecia. Así fue que le dimos la reelección a Carlos Menem, le dimos la reelección a Cristina; luego castigamos a Cristina, también a Mauricio Macri y ahora a Alberto Fernández. Entonces, más allá de la retórica y narrativa política, hay un factor objetivo que es la realidad inflacionaria. Es muy difícil que un gobierno sea reelegido, independientemente de las candidaturas, en un contexto de altos niveles inflacionarios. Creo que todavía están en la búsqueda de los mejores perfiles en las candidaturas y aún no han comenzado a discutir las estrategias para cada una de las etapas hacia las presidenciales. Las PASO ameritan una estrategia diferenciada porque el peronismo nunca concurrió a esas primarias para elegir a su candidato a Presidente. El espacio político que la generó no tiene cultura de PASO y ese también es otro dato distintivo. Por regla general, los diferentes espacios, incluyendo al Frente de Todos, deberían tratar de priorizar los perfiles que rindan mejor en segunda vuelta. Tal vez para la primera vuelta pueda existir un perfil como la del cordobés Juan Schiaretti, pero a un candidato con mucho perfil K puede resultarle imposible obtener los votos de Schiaretti para una segunda vuelta. En cambio a un potencial candidato como Sergio Massa pueda resultarle factible arrastrar aquellos votos.

-¿El oficialismo se despertó tarde de la realidad del país o los puede unir el espanto?

-No. No. Tarde o temprano lo que construye es la voluntad de seguir teniendo poder. Independientemente que lo haga más tarde o más temprano, esa es la voluntad política de ese espacio. Esa es una señal fuerte que quieren dar. Por otro lado, a pesar de las disidencias, Juntos por el Cambio no podrían hacer lo mismo que el Frente de Todos.

-¿Por qué?

-Hay una cuestión. Miremos la bajada de Cristina de la candidatura. Así como el Frente de Todos reclama de que ella sea candidata, a Juntos por el Cambio le vendría bárbaro que sea candidata, porque el solo hecho de bajarse le ha causado un principio de ruptura interna al no tener en común algo que los unía: el antikirchnerismo. Ahora empiezan a verse las serias deficiencias de eso que han construido en los últimos dos años: la grieta interna entre halcones y palomas. Es una grieta que se verifica cuando analizas los escenarios de primera vuelta versus los escenarios de las primarias. Los votos de las PASO te suman aproximadamente un 40% no se dan de manera directa en la primera vuelta. Por ejemplo, Horacio Rodríguez Larreta es mucho mejor candidato que Patricia Bullrich, pero no logra la adhesión de la totalidad de los votos de Bullrich en las PASO. Puede ser, entonces, que Larreta saque 40 a 42 puntos en las PASO y después puede sacar 27 a 28 puntos en la primera vuelta.

-¿Así como parte del Frente de Todos alienta la postulación de Cristina, puede reimpulsar la candidatura de Mauricio Macri?

-Junto con Alberto Fernández, Macri y Cristina son los dirigentes que, como candidatos, pueden tener el mayor nivel de rechazo en una segunda vuelta. De todas maneras, podría pasar cualquier cosa, la espiral de violencia que existe en la República Argentina tendría una aceleración. No es un escenario esperable ni deseable. Es un escenario a pedir de los núcleos duros, pero entendamos que esto también conlleva unos riesgos institucionales muy grandes, toda vez que, a diferencia de 2001, hoy hay un jugador de la antipolítica que en aquel contexto no existía: Javier Milei.

-Milei hoy es muy cuestionado por situaciones preelectorales que desgastan su imagen y de su fuerza política…

-Eso hoy se da en un contexto mediático. Lo que se ve en los datos y en los números de cada provincia es lo contrario. Se está consolidando políticamente y Milei está a la expectativa de los errores continuos que ofrece la clase dirigente. El Frente de Todos tiene su interna; Juntos por el Cambio tiene su interna a nivel nacional. Y a eso hay que agregarle las internas en cada provincia. Ese es un factor que Milei se aprovecha para capitalizar: se nutre de los errores de la política, particularmente los económicos de los sucesivos gobiernos. Independientemente de la valoración por los episodios que pueda ser acusado el economista liberal, no sé si el votante de Milei lo toma en cuenta. Mirá lo que pasó con Jair Bolsonaro en Brasil, que lo votaron en la anterior elección aún con sus dichos racistas, homofóbicos, misógino e intolerante, cargado de discurso de odio y violento en el simbolismo político.

-¿Cree que la sociedad percibe una carencia de un líder que pueda sacar al país de esta situación?

-No creo que haya un líder que pueda cambiar el país; sí creo que deberían existir líderes preponderantes, con una visión más completa y más inclusiva de todos los factores de poder. Hoy vemos líderes sectoriales muy fuertes, que no nos lleva a ningún punto de partida, que luchan en los núcleos duros para ver quién es más fuerte que el otro, sin cooperación, sin consenso, sin conciliar algunos intereses. Así será muy difícil salir de la encerrona económica en la que está el país. Ojalá tengamos líderes que sepan ver la unidad nacional más allá de los intereses sectoriales que representan. Hoy no veo un líder que pueda conciliar intereses complejos en la Argentina.

-¿Qué votará la sociedad? ¿Un cambio en su situación económica, personal o el mal menor de la política?

-El primer eje es el económico. El tema inflacionario, en la medida que se mantenga los niveles actuales, será determinante en la elección. No conozco un Gobierno en la Argentina que haya sido reelecto con niveles de inflación de dos dígitos.

-¿Por ese factor condicionante es que Sergio Massa intenta que la inflación baje en niveles del 4% hacia abril?

-Sí, pero eso no significa que automáticamente se gane una elección. Ni tampoco que gane Juntos por el Cambio. Si uno analiza el escenario de primera vuelta, se puede percibir que es de tres tercios, como percibíamos el año pasado, y que se sigue manteniendo.

-¿Es una tendencia común que en la Argentina haya ese escenario de tres tercios?

-No, creo que tenemos por primera vez un tercero que puede competir en mejores condiciones que alguna vez lo hicieron el propio Massa o Francisco de Narváez. Milei hoy tiene una presencia territorial nacional que puede llegar a competir a las estructuras nacionales de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. La discusión en todo caso sería cómo garantiza Milei que esos números que aparecen en las encuestas, el día de la elección se hagan realidad. Para eso se necesita una estructura que organice, de la mejor manera posible, su movilización hacia las elecciones. Y, por sobre todo, que cuide bien los votos.

-¿Qué puede pasar en la Argentina con la incertidumbre que genera la transición entre las PASO y las generales y también el traspaso gubernamental?

-Será un escenario de alta incertidumbre. Dejaría sentado que necesitamos achicar el tiempo que transcurre desde la elección y hasta la toma del mandato. Nos pasó en la elección anterior, que Macri fue derrotado muy duramente en las PASO y parecía que había un descalabro institucional enorme. Me parece que allí hay un aspecto a revisar. Y lo segundo que hay que analizar es la ausencia de diálogo y de consensos, que aumenta la incertidumbre. Nuestra incapacidad de generar acuerdos institucionales no hace más que aumentar la incertidumbre.

-¿Debería darse un acuerdo intersectorial para evitar esa incertidumbre?

-Adhiero a esa idea, sobre todo pensando en el aspecto democrático cuando estamos próximos a cumplir 40 años de la democracia en la Argentina. Ese deseo, esa aspiración, ese sueño no veo que se pueda concretar, no veo capacidad instalada en la dirigencia política para el diálogo. Es lo ideal, pero lo veo poco realizable.

-Pero es necesario…

-Indudablemente. En la actual situación del mundo, de la región y del país, no veo que haya una preocupación instalada en la dirigencia de que, antes de discutir poder, lo importante son los acuerdos institucionales. En la Argentina, es al revés la cuestión. La lógica es “primero te quiero ganar, demostrar que soy superior a vos, y después voy a tratar de hacer un acuerdo”. Y no se logran esos acuerdos, porque ninguno le quiere convalidar el triunfo al otro.

-¿Es la deuda pendiente en estos 40 años de democracia?

-Supongo que las instituciones tienen una fortaleza porque la sociedad argentina está mucho más enojada con la dirigencia que con la democracia. No obstante, el riesgo de la antipolítica, en esta elección particularmente, es realmente alto.

Perfil

Gustavo Córdoba

- Director de comunicación en Zuban Córdoba y Asociados.

- Especialista en comunicación electoral y gubernamental.

- Maestrando en Comunicación Política (UA). Licenciado en Ciencia Política (Universidad Católica de Córdoba).