Desde que se supo del hallazgo de un cuerpo en el Cerro Mercedario (en San Juan) todas las sospechas apuntaban a que se trataba de la andinista tucumana Marta “Paty” Altamirano, que falleció allí (por accidente) en 1981, y cuyo cuerpo jamás pudo ser recuperado. Y aunque sus hermanos viajaron a la provincia de Cuyo y reconocieron las prendas que tenía el cuerpo, todavía faltaba un elemento más para confirmar que se trataba de ella: el ADN. Ayer -informó la Unidad Fiscal de Delitos Especiales (UFI) de San Juan- el examen de compatibilidad genética dio positivo. Es Paty.

Así lo indicó a LA GACETA también su hermana Corina Altamirano. “Somos los cuatro compatibles con ella”, aseguró. Todo empezó hace una semana, cuando un grupo de andinistas dio aviso del hallazgo de un cuerpo en la pared sur del Cerro Mercedario, en San Juan. Rápidamente -y a sabiendas de que el cuerpo de Paty sería el único de una mujer nunca rescatado de la montaña-, la Fiscalía de San Juan se comunicó con la familia Altamirano. Rápidamente, se decidió realizar un examen de ADN con el padre de los hermanos (de edad avanzada). En conjunto con el Ministerio Público Fiscal (MPF) de Tucumán se tomó que luego iba a ser cotejada con la información genética del cuerpo.

Pero, en paralelo, los cuatros hermanos de Paty viajaron a San Juan (el jueves) para el reconocimiento de algunos elementos que acompañaban al cuerpo. “Es mi hermana”, confirmó conmovida Corina hace unos días, luego de salir del Laboratorio y Morgue Judicial de San Juan. En ese mismo lugar -y aprovechando la concurrencia de los cuatro familiares- se tomaron muestras para “corroborar con mayor fuerza y para reafirmar que es ella”, según explicó su hermana aquel día.

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Con esto, la causa llega a su fin y Paty podrá, 42 años después, ser despedida por sus familiares y amigos. Cuando la joven (de 20 años en aquel momento) encontró la muerte en el Mercedario, sus compañeros de expedición (su hermana Corina y el andinista Sergio Bossini) no pudieron llevar a la base su cuerpo. 

“Ella cayó el 27 de marzo. Estábamos ya a 6.000 metros aproximadamente. En esa época, el hielo estaba duro; le llamaban ‘hielo cristal’. Había poca nieve para agarrar los botines y el accidente fue así; ella iba adelante y se resbaló... fue en un segundo -relató hace días Corina a LA GACETA-. Nosotros íbamos totalmente seguros de lo que estábamos haciendo, pero son cosas que pueden pasar cuando uno hace montañismo. Sabés que corrés riesgos”. Luego de que Paty cayó (al atardecer) los otros dos andinistas pasaron toda la noche descendiendo para encontrarla. Cuando la vieron, ella ya había fallecido y trasladar el cuerpo (un día y medio a pie) era imposible.

Tomaron fotos del lugar, retornaron y dieron aviso a las autoridades. Esa semana se la buscó, pero ya había caído mucha nieve y no la encontraron. En diciembre de ese año se organizó una segunda expedición, que también incluyó a otro hermano y a la madre de Paty. Pero en el lugar del cuerpo había una grieta. Más tarrde, en 1984, Bossini realizó el ascenso a la cumbre del Mercedario (en solitario) y también buscó a su amiga. Al no encontrarla, le realizó un homenaje en la cima de la montaña.  Con el tiempo, la familia se acostumbró a la idea de que su hermana descansaba donde hubiese querido.

Y allí volverá. Los planes -contó Corina- son traer el cuerpo a Tucumán para que sus padres y los amigos de Paty puedan darle un último adiós. Luego, llevarán sus cenizas al Cerro Mercedario, para que esté por siempre entre esos hielos eternos que la custodiaron durante cuatro décadas.