Al igual que las callecitas de Buenos Aires, Jujuy también tiene ese qué sé yo, ¿viste? Acaso se deba a la energía que mana de sus cerros, de siete y hasta de 14 colores. O a la ansiedad del Pujllay, que ya no aguanta enterrado y quiere salir un mes antes a hacer de las suyas. Se deba a lo que se deba, cuando uno visita la provincia más boreal de la Argentina vuelve recargado. Y hasta envalentonado.
Eso le ocurrió al diputado Roberto Sánchez. En efecto, algunos días después de haber participado, sin previo anuncio, de un importante mitin de dirigentes de la Unión Cívica Radical (UCR) en Mar del Plata, viajó a Jujuy, también en modo silencioso. A ambos destinos había sido invitado especialmente por el presidente del comité nacional de ese partido, y gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
El ex intendente de Concepción tenía el objetivo de lograr el apoyo de un pez gordo de Juntos por el Cambio (JxC) en el ámbito nacional, que sopese el respaldo que el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, dispensa al intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, rival de Sánchez en la carrera por quién encabeza la fórmula de la alianza opositora para la Gobernación, en los comicios del 14 de mayo.
Alcanzó esa meta. “Es un gusto tenerte en Jujuy, Roberto. Tu energía y compromiso con los tucumanos y tucumanas hacen que la transformación en esa gran provincia sea posible. Gracias por la visita. Sigamos trabajando juntos para devolverle la esperanza a nuestro pueblo”, había posteado Morales en su cuenta de Twitter, a las 19.29 del miércoles. Acompañó el tuit con una foto, que muestra a ambos sonrientes.
Ese mensaje estaba dirigido al público. A Sánchez le dijo más; palabras más, palabras menos: “que arregles con Alfaro sería lo ideal; pero si no se puede, contás con todo mi apoyo y el del radicalismo nacional”.
Se trata de un espaldarazo muy importante, porque Morales reúne en sí tres condiciones de peso: es gobernador de una provincia de la región, N° 1 de la UCR en la nación y uno de los presidenciables fuertes de JxC para las elecciones nacionales de este año.
Algunas horas después, con los bríos exacerbados por su visita a Jujuy, el diputado se sentó a almorzar nada menos que con Alfaro. Las expectativas resultaron, sin embargo, demasiado altas.
Alfaro semejó una pared contra la cual se estampó el radical. Le reconoció que ambos debían conformar la fórmula gubernamental de la versión local de JxC; pero no hablaron de cómo se acomodarían.
El intendente le dijo que primero él lanzaría su propio binomio, del mismo modo que a mediados de noviembre del año pasado lo había hecho Sánchez. En efecto, en aquella ocasión, el diputado anunció que se lanzaba a la carrera por la Gobernación con el presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, y referente del partido CREO, Sebastián Murga, como postulante a vicegobernador. El aviso de Alfaro semejó una cerrada chicana para el ex piloto de rally, que venía en quinta, a fondo.
Y a partir de allí, la conversación durante la comida se dio en otro ritmo, más pausado.
Curiosa oferta
Luego de comunicar a Sánchez sobre su lanzamiento como candidato a gobernador en fórmula propia, Alfaro siguió con su plan. Le propuso al concepcionense que cada espacio mantenga las intendencias.
La propuesta resulta, al menos, curiosa, por muchos motivos. Fundamentalmente, porque nada hay para mantener.
Sánchez no se desempeña como intendente. Renunció luego de las elecciones nacionales de 2021, para asumir el cargo de diputado, para el cual había resultado electo en esa ocasión. El municipio de la “Perla del Sur” quedó a manos de Alejandro Molinuevo, que por supuesto que buscará alcanzar su primer mandato en las urnas el 14 de mayo.
En el caso de Alfaro, le quedan meses al mando del Departamento Ejecutivo de la Capital. Y no cuenta con la posibilidad de perseguir una nueva reelección. Por lo tanto, más allá de que pueda disponer del aparato municipal para catapultar a un sucesor, técnicamente no está ofreciendo algo que le “pertenezca”.
Ahora bien. Con independencia de estas precisiones, la propuesta de Alfaro implicaría algunas cuestiones que afectarían a terceros. Por ejemplo, él debería “bajar” al radical Raúl Albarracín de su postulación para intendente de Concepción. El presidente del bloque Partido por la Justicia Social en la Legislatura hace años que persigue el sueño de convertirse en intendente de la ciudad del sur. ¿Acatará sin pataleo el pedido de Alfaro?
Y lo mismo debería hacer el jefe municipal de la Capital en Bella Vista y en Yerba Buena, las otras ciudades gobernadas por referentes de JxC, los socios de Sánchez Sebastián Salazar y Mariano Campero, respectivamente. En la “Ciudad de las Palmeras”, Alfaro no tiene un postulante propio -al menos que esté fuertemente instalado. En Yerba Buena sí. En ese caso, debería decirle al concejal Lisandro Argiró que desista de sus pretensiones de dirigir el Departamento Ejecutivo Municipal. No parecerá tarea sencilla: el edil -ex secretario de Gobierno municipal durante la primera gestión de Campero- está lanzadísimo; empapeló la “Ciudad Jardín” con afiches de importante porte, y se muestra muy activo en sus redes sociales.
Daca, ¿y toma?
Pero otra arista subyace en la propuesta de Alfaro a Sánchez. Queda más claro el beneficio para aquel que para el diputado.
Si se firma ese pacto, la persona bendecida por Alfaro como candidata a sucederlo solo debería lidiar contra el postulante del oficialismo provincial, sin riesgo de “fuego amigo”. Y si bien muchos funcionarios alfaristas se vienen comportando como precandidatos a intendente, cada vez suenan con más fuerza los bisbiseos que sugieren que en esa carrera la senadora Beatriz Ávila, esposa del actual jefe municipal, correría con ventajas.
Un primer herido
Más allá de la propuesta alfarista de “mantener las intendencias”, ambos popes de JxC coincidieron en que si no van en yunta no tienen posibilidades de derrotar al binomio peronista, conformado por Osvaldo Jaldo y por Juan Manzur. Bien cabe la cita de Jorge Luis Borges, que admite que no los une el amor, sino el espanto. Y en ese reconocimiento ya cayó un primer herido: Murga.
Ninguno de los dos se hizo cargo del ruralista, que puso la cara y el cuerpo para secundar a Sánchez. Este consideró que Murga se bajó solo cuando dijo: “no tengo derechos adquiridos ni me quita el sueño. No estoy para mendigar un cargo, estoy para servir”. Y en rigor de verdad, Alfaro no tiene por qué pensar en contenerlo.
Pero el caso es que Murga cuenta con un partido. Y esa herramienta fundamental para que una persona pueda participar de una elección no abunda en JxC. Al contrario, escasea. Y ese problema asomará más temprano que tarde.