Llegadas las fiestas de fin de año, es inevitable que aparezcan pensamientos negativos sobre la comida. Que comemos mucho, que hay que hacer dieta, que paremos ya... Se habla tanto de cuidarnos que olvidamos que el foco está en las celebraciones familiares. Pero en algunos casos es cierto: la comida puede desbordarnos hasta caer en los ya tradicionales (y hasta peligrosos) atracones.

Difícilmente una mesa de Nochevieja esté vacía. Carnes varias, aderezos de todo tipo, sánguches de lo más diversos... Entre lo salado y lo dulce, y lo que queda para comer al día siguiente, nuestro cuerpo ingiere una gran cantidad de calorías; y se consumen mucha más grasas y carbohidratos. Es una decisión consciente e inconsciente.

La psicóloga Mara Fernández (experta que da consejos a través de su Instagram @hablar_sana) explica a LA GACETA que el consumo excesivo de este tipo de alimentos se da en un marco especial. “Las fiestas de fin de año suelen vivirse como uno de los momentos en donde los balances personales invaden las vidas de las personas. Hay una diversidad de sentimientos: alegrías, tristezas y tensiones que tienen que ver con situaciones individuales, familiares y sociales que se vienen transitando, en el marco de nuevos y viejos deseos, proyectos y esperanzas. Dichas emociones, en combinación con la cantidad de comida que se presenta disponible para estas fechas, como una cuestión tradicional, pueden devenir en lo que conocemos como atracón”.

¿Dietas y restricciones?

En este contexto, es probable que las preocupaciones por evitar un posible exceso se vuelva el centro de todos los pensamientos. Pero no es lo conveniente.

“No hay que tomar las fiestas como si fueran una amenaza. Todos los años se empieza a decir que hay que hacer dieta, ayuno o que se va a arrasar en estos días. Se le pone mucha mala prensa cuando, en realidad, también hay otros eventos sociales dónde hay comida. Lo único que se suele hacer es generar miedo a las fiestas, cuando debería ser un momento para pasar en familia y que la comida no sea el eje; no hay que tenerle miedo”, indica la nutricionista Agustina Murcho (especialista en trastornos alimentarios, @nutricion.ag).

En el impulso de evitar engordar aparecen muchas creencias; una de las más comunes es la de hacer ayuno para poder comer “en paz”. Y la nutricionista advierte: “no tiene sentido ni antes ni después (de las fiestas). Si uno ayuna antes es lógico que se arrase con la comida, porque el cuerpo se va a defender y va a comer más de lo que necesita, por una cuestión biológica -asegura-; y el ayuno después tampoco sirve, porque va a pasar lo mismo. Si ayuno, luego voy a comer más; y también es un padecimiento, porque privarse de lo que te gusta genera descontrol”.

Lo que pasa -explica- es que la restricción, las dietas y los ayunos tienen el mismo resultado: “hacen que se coma más de lo que necesita y generan todo lo contrario a lo que uno quiere, que es moderarse. Entonces, el prohibirte nutrientes, calorias y placer, va a derivar en un descontrol; el cuerpo no lo va a aguantar. Entonces, en vez de comer dos rodajas de pan dulce (por ejemplo), te vas a comer todo lo que esté enfrente”.

Sobre el atracón

No hay que dar vueltas. El atracón -advierte Fernández- es un trastorno de la conducta alimentaria “en el que una persona suele consumir cantidades desmedidas de alimentos y se siente incapaz de frenar el impulso por comer. Muchas personas suelen pasar por situaciones como éstas, pero al convertirse en un hábito puede generar un trastorno de la alimentación”, cuenta.

Y asegura: “para los que padecen algún tipo de trastorno alimentario, esto no es ajeno. El tener que enfrentarse al banquete festivo puede generar miedo, angustia, ansiedad; y más aún más si se vive en un contexto familiar de tensión, en dónde el pensar en la comida y en el cuerpo funciona como burbuja para escaparse y aislarse de esa situación amenazante”.

El problema -dice la experta- es que todas esas emociones se viven de forma negativa e impactan significativamente en la mente y en el cuerpo. “El tratar de ejercer el control sobre esas emociones puede implicar el uso de 'estrategias' poco saludables: atracones para no hablar ni expresar, el exceso de consumo de alcohol, actividades del tipo compensatorias buscando ‘eliminar’ el dolor y la ansiedad, entre otras. Ante esto, es necesario contar con herramientas psíquicas de regulación emocional para poder dar respuesta y afrontar el malestar que se atraviesa”, recomienda y añade: “lo aconsejable es lograr un hábito de alimentación sano y evitar realizar dietas y conductas poco saludables que pueden devenir en trastornos alimenticios, sin la necesidad de eliminar ningún alimento de nuestra vida”.

Consejos

Lo importante, en estos días, es evitar consumir todo lo que tenemos al frente. “Es clave comer bien durante el día y hacer las cuatro comidas completas, para no llegar con hambre real y que el cuerpo pida más de lo que necesita -aconseja Fernández-; hay que estar frente a la mesa tranquilos, sabiendo que no hay que comer como si fuera la última vez. Y si esto pasa y es muy difícil de controlar, lo que hay que hacer es tratar con profesionales que no restrinjan, para ver qué nos pasa con la comida. Porque la persona que ‘arrasa’ en las fiestas no lo hace solo ahí, sino que tiene una vida descontrolada, ya sea porque no hace dieta, porque hay una cuestión emocional o neurobiológica. Hay que ver cómo es la relación que tenemos con la comida en el año y dejar de pensar que en las fiestas uno va a comer todo”.

La nutricionista subraya que lo importante es pensar las fiestas como algo positivo y no como un mal momento.