Por José María Posse - Abogado, escritor e historiador.

Una importante normativa nacional lleva su nombre: la Ley 27.592 o “Ley Yolanda” (en honor a la tucumana Yolanda Ortiz), tiene como objetivo garantizar la formación integral en ambiente, con perspectiva de desarrollo sostenible y con especial énfasis en el cambio climático, para las personas que se desempeñan en la función pública. Fue sancionada el 17 de noviembre de 2020. Los cursos que deben seguir los funcionarios deben incluir los lineamientos generales de la normativa, que deberán contemplar como mínimo información referida al cambio climático, a la protección de la biodiversidad y los ecosistemas, a la eficiencia energética y a las energías renovables, a la economía circular y al desarrollo sostenible, así como también deberán contemplar información relativa a la normativa ambiental vigente.

Sus primeros años

La Doctora en Química Yolanda Ortiz nació en Tucumán hacia el año 1923, donde pasó su infancia y juventud hasta el traslado de su familia a Buenos Aires. De joven comenzó a trabajar en barrios vulnerables, en intervenciones solidarias organizadas por la Iglesia Católica. Allí palpó la necesidad de un verdadero cambio de paradigmas en la interacción del hombre con la naturaleza. Al terminar sus estudios secundarios, ingresó a la facultad, graduándose como licenciada en química.

Trabajó en importantes compañías donde demostró sus sólidos conocimientos y su visión ecológica. Por ello, en la década de 1960 decidió estudiar Toxicología inscribiéndose en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires. Sus trabajos le valieron una beca en la prestigiosa universidad de La Sorbona en Francia, donde vivió muchos años y se doctoró en química.

En 1968 fue testigo de las históricas jornadas del Mayo francés, lo que marcó su destino futuro. Al respecto afirmaba: “Fue muy lindo ver cómo se buscaba el ejercicio pleno de la libertad. Estaba el tema ambiental, pero ligado a la democracia, a la libertad, a una actitud contestataria al modelo de desarrollo. Una de las búsquedas fundamentales de ese momento tenía que ver con el acceso a ser feliz. Todo eso me movilizó muchísimo”.

Desde muy joven, lideró el ingreso de las “políticas verdes” en nuestro país y en Latinoamérica, al fomentar un área novedosa: el cuidado del ambiente por parte del Estado.

En 1973, el general Juan Domingo Perón, quien había tomado conocimiento del trabajo de la licenciada Ortiz durante su exilio en Madrid, la convocó a formar parte de su gabinete. Creó al efecto la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, dependiente del Ministerio de Economía, pues entendía que el problema ambiental era una cuestión que necesariamente repercutía en la economía.

La secretaria Ortiz comenzó a desplegar su plan de trabajo, abocándose a incorporar la perspectiva ambiental en la industria y tratar la complejidad de la temática de manera integral, lo que fue revolucionario para su época, ya que era una cuestión que no se trataba con la profundidad e importancia, tal como Yolanda la exponía.

Durante su corta gestión - de menos de dos años-, incorporó la perspectiva ambiental en la industria nacional. Se ocupó, por ejemplo, de prohibir la habilitación de las empresas que no declaraban cómo se harían cargo de sus desechos. Sus políticas de control y protección ambiental provocaron enfrentamientos dentro del Ministerio de Economía, algunos sectores la acusaron de “frenar el desarrollo”.

Con la caída del Gobierno en 1976, debió exilarse en Venezuela, donde fue acogida de inmediato en la Universidad Simón Bolívar, donde vivió seis años.

A su regreso al país fundó la organización no gubernamental Centro Ambiental Argentino- CAMBIAR, desde donde desarrolló una sostenida prédica de los temas ambientales más sensibles.

Consumo

Una de sus innovadoras ideas radicaba en el “consumo sustentable”, por el que propiciaba el uso de productos y servicios que minimizan la utilización de los recursos naturales, la generación de materiales tóxicos y residuos, e involucra la adopción de tendencias y estilos de vida con menor impacto ambiental.

Yolanda llamaba a reutilizar y reparar todo cuanto sea posible, comprar productos fabricados cerca del lugar de consumo y/o de Comercio Justo, tener presente el ciclo de vida de los productos y favorecer los duraderos, y apoyar al pequeño comercio local y a la agricultura biológica.

Aconsejaba con algunas máximas: cuidar los bienes adquiridos para que duren más tiempo y sean menos veces sustituidos. Fomentar productos y servicios respetuosos con el medio ambiente. Identificar en el etiquetado símbolos que nos garanticen que el impacto medioambiental sea mínimo. Reutilizar como alternativa a una nueva compra.

Los productos sustentables minimizan el uso de recursos no renovables y la producción de desperdicios durante todo ciclo de vida. Productos sustentables de higiene personal, ejemplo de ellos es el papel de baño reciclado, los pañales ecológicos para bebé, los pantiprotectores lavables, las pastas de dientes de origen vegetal, los cepillos de dientes de bambú, etcétera.

Estas ideas, que hoy nos parecen comunes (aunque pocas veces las ponemos en práctica), no lo eran 50 años atrás, por lo que fueron revolucionarias para su época. Imponerlas fue el trabajo de toda una vida para la doctora Ortíz, quien debió enfrentar a poderosos intereses económicos, quienes intentaban minimizar su prédica.

La referente

Con los años se convirtió en una autoridad de consulta a nivel internacional. Dio charlas, cursos y conferencias en diversos países de Latinoamérica. En uno de sus últimos discursos expresó que “el trabajo de la revolución mental implica la modificación del individualismo atomizante; transformar un ego-ciudadano hacia un eco-ciudadano y eso no es tarea fácil, la temática ambiental no es un problema más, es el problema”.

Yolanda Ortiz será recordada como la pionera en plasmar el paradigma de complejidad e integralidad del ambiente, siguiendo activamente estos temas hasta sus 87 años de edad. Incluso hasta sus últimos días de vida, continuó asesorando a diferentes entidades nacionales y extranjeras, siendo una referente esencial de la materia.

En nuestro país se desempeñó como asesora ad honorem del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y del Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema). Su trabajo incansable llamaba la atención, ya que era una mujer menuda, que aparentaba cierta fragilidad por su edad; sin embargo, a poco de tratarla, se advertía en ella una enorme fortaleza y sapiencia.

Hasta poco antes de morir enfatizaba: “Para hacer una política ambiental hay que romper con la lógica individualista. En el mundo entero se dan problemas económicos y ecológicos. Y no hay salida mientras no profundicemos y nos pongamos de acuerdo, porque son temas que tienen que ver con el destino del ser humano”.

Trato afable

Tenía un trato ameno y agradable, siendo en extremo generosa en brindar sus conocimientos, la mayoría de las veces en forma gratuita. Entendía que su legado debía ser la toma de conciencia a nivel planetario, del daño que deliberadamente o en forma no intencional, causamos al planeta.

Su sonrisa franca, simpática, casi infantil, rápidamente conquistaba a cualquier interlocutor, quien caía bajo el influjo de sus claras ideas innovadoras. Era difícil resistirse a sus modos suaves, pero a la vez firmes y convincentes.

Durante toda su vida, fue una activa defensora de la naturaleza y de los derechos de las personas. Entendía que solo era posible comprender los temas ambientales a partir de la interacción entre sociedad y naturaleza. “Es necesaria y urgente una revolución mental. Hay que buscar nuevos modelos de producción y de consumo, y mejorar las relaciones de la sociedad con la naturaleza”, afirmó.

Amaba su Tucumán natal, al que siempre regresaba, aunque sea en sueños. Seguramente la idea de preservar ese “Jardín de la República”, fuera uno de los alicientes iniciales de su rica carrera pro ambiental.

Reconocimientos

El Senado de la Nación le otorgó la mención Juana Azurduy en reconocimiento de su trayectoria en el año 2018.

Falleció el 22 de junio de 2019 a los 94 años. En su honor en 2020 se sancionó la referida “Ley Yolanda”, a la que adhirieron la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Neuquén, La Rioja, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santiago del Estero, Tucumán, y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Fuente documental:

- Patricia Escobar, Falleció Yolanda Ortiz, la primera autoridad ambiental al crearse la Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Argentina y también la primera mujer en ejercer ese cargo en Latinoamérica, en Revista Forestal, 24/06/2019.

- Honorable Senado de la Nación: Mención Juana Azurduy de Padilla a la licenciada Yolanda Ortiz (02/03/2018).

- Posse José María. 2022; “Mujeres del Tucumán, La Maliciosa Invisibilidad”, Imprenta de la UNT.