“A veces me parece” llega a su última función en la sala Juan Tríbulo del teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy), esta noche a las 21, para abordar desde la danza contemporánea las decisiones que cotidianamente se toman, como compartir pesares o liberarse de ellos.

La propuesta está a cargo del grupo independiente El Reverso, donde conviven artistas de diferentes disciplinas. Ese encuentro permitió construir un producto donde las múltiples lecturas le dan riqueza y profundidad de la mano de Luis Alarcón, Cecilia Cáceres, Sebastián Dakak, Luciana Guiot, María José Robles, Carolina Sánchez y Virginia Vitale, con la dirección de Karina Ávalos.

“Nos proponemos llegar a un público activo que cierre la idea circular del proceso creativo. En el mirar también hay creatividad y acción; es quien va a poner los significados según sus asociaciones con su propio saber y sensibilidad. Ha sido muy expresivo y cálido en el aplauso y generoso en sus devoluciones, las repercusiones me permiten revisar la estructura dramatúrgica, modificar o agregar detalles y sutilezas”, plantea la directora en diálogo con LA GACETA.

- ¿Como surgió la inquietud de hacer esta obra?

- Por la necesidad de experimentar un proceso de creación con alumnos del taller de danza contemporánea que dirijo en el espacio La Terraza Danza, como laboratorio de investigación. Es el replanteo de una obra que estrenamos el año pasado en La Gloriosa. Quienes vieron la puesta del año pasado y la de este año, se encontraron con algo diferente, con otra madurez, donde el espectador navega en universos poéticos, se sensibiliza, se emociona y es partícipe de una experiencia estética. La idea es compartir mis experiencias y conocimientos, ponerlos a coexistir con este proceso usando diferentes herramientas como el teatro y técnicas mixtas de movimiento; entran en juego el cuerpo, la mirada, la escucha, la atención, la estructura y su reordenamiento.

- ¿De qué forma se desarrolló el proceso creativo?

- De un modo muy comprometido y paciente por parte de los intérpretes, con todo lo que implica trabajar desde lo independiente: desde coordinar horarios de ensayos de ocho personas hasta invertir económicamente en espacios donde desarrollar el proceso y la búsqueda del material, fuente inagotable que invita a entrar y salir, perdernos, pasar muchas veces por el mismo lugar sabiendo que nunca es exactamente igual. Se usó la instancia de la improvisación mediante pautas específicas, como estrategia que nos ha permitido encontrar la materia prima, probarla, cambiarla y desecharla hasta darle la forma definitiva. La ductilidad de los intérpretes me ha permitido usar y conectar los objetos, la palabra, el gesto y el movimiento en escena posibilitando que el contenido emocional de los silencios y los sonidos (que es el texto), repercuta especialmente en el cuerpo.

- ¿Cuáles cosas son las que a veces te parecen a vos?

- Tienen que ver con las creencias, los ideales, la alienación, los mandatos sociales. La apertura mental de las nuevas generaciones que nos allanan el camino y nos hacen dudar de lo establecido para deconstruirlo y volverlo a construir en nuevas formas de pensar.


- ¿Siempre estamos entre las dicotomías que plantean, entre lo pesado y lo liviano, entre ayudar y seguir de largo?

- Estamos entre ellas, que también nos advierten sobre el medio, el límite, lo liminal. Ese lugar “entre”, a veces poco distinguible, donde no es una cosa ni la otra, donde está la crisis, donde nos interpelamos si quedarnos o seguir; generalmente seguimos de largo cuando nos damos cuenta de lo que nos hace daño, cuando corre peligro la integridad de uno mismo.

- ¿En qué lado de esas opciones te inscribís?

- En todas. Es parte del proceso vital transitar momentos de pesadez o liviandad, de oscuridad o luminosidad; tanto uno como otro puede ser muy bueno o malo. Hay que atrevernos a romper estructuras, a dudar de lo conocido, a descubrir otras miradas que nos ayuden a ser mas lúcidos y sanos en nuestras decisiones.

- ¿El tema es hacernos cargo de las decisiones que tomamos?

- Creo que el real problema es ser críticos y reflexivos a la hora de romper construcciones sociales sobre ciertas creencias que nos esclavizan y nos quitan lucidez para tomar decisiones. Por ejemplo, creer que las cargas pesadas son agobiantes, dramáticas, negativas, en vez de permitirnos analizar desde otra perspectiva y asimilar la sustancia real de esas experiencias que nos ayudan a resolver y encontrar respuestas.