Todavía no puedo largarme a escribir una línea de este análisis y estoy con piel de gallina. No se me va la emoción, y eso que ya bajé dos pisos hasta el nivel 0 del Education City Stadium, y después otros tres para colarme en lo más profundo de este estadio donde hace unos instantes Marruecos dio el golpe de su vida en este nuevo siglo: con temple, corazón, una hinchada tan pasional como la nuestra y Bono, el arquero de manos insaciables, eliminó a España de los octavos de final de la Copa del Mundo, para ratificar que por algo había sido el líder del grupo F, dejando afuera a Bélgica y empatando con Croacia.

Me atrevo a decir que mis ojos presenciaron el mejor partido de Qatar 2022, el mejor de todos. Realmente fue un verdadero espectáculo. Hubo alegrías, tensiones y muchísimo drama. Bueno, de eso se trata este enigma llamado fútbol.

No me voy a detener demasiado en los 90 minutos de juego reglamentario, tampoco en que vi el mejor partido de Qatar 2022 habiendo terminado 0-0. En lo que sí me voy a centrar ahora será en los hinchas de Marruecos, que cosa maravillosa. Cuánto fuego.

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Uno de sus rituales más preciados consta de levantar los brazos, esperar y dar un latigazo de un solo aplauso, todos al unísono diciendo algo que no se oye muy bien.

“Para que tú lo entiendas, en nuestra lengua decimos algo así como ‘hey’”, quien me responde está ubicado a siete butacas y mueve la rodilla como si la máquina de coser le pidiera mayor velocidad. Está nervioso, estamos a segundos de comenzar la serie más extraña de este deporte: los penales.

Y digo extraña porque aunque usted no lo crea, todo influye, desde cómo se acerca uno hacia el punto de impacto, pasando por descifrar si el arquero sabe qué vas a hacer, o si cuando llegue tu turno el público será una pesadilla y factor de incidencia en tu decisión apresurada. Todo eso y mucho más se replicó en la tanda con los españoles.

Y vieron lo que es fútbol, una trituradora de ilusiones.

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Pablo Sarabia, el último cambio que decidió hacer Luis Enrique (no lo entendí porque sacó a Willians), lo padeció. Hasta su perfil de Wikipedia fue modificado. “Es un cojo español que juega como medio estorbo o estorbo entero en el banquillo de PSG. También es internacional absoluto en la selección de España desde 2019, sin que nadie sepa el motivo”.

¿Por qué tanta violencia contra Sarabia? En el último suspiro del alargue remató en paralelo al arco teniendo la gran chance de ganar con un centro maravilloso que lo encontró en soledad absoluta. Y en los penales, fue el que arrancó para España y su intento pegó en el palo izquierdo de Bono. A Sarabia, literal, no le salió nada.

Y lo que le pasó a Sarabia viene a definirse como el resultado de 120 minutos de España sin una propuesta concreta frente a un rival agazapado y que como Brasil (no son comparables) siempre estuvo dos contra uno en la marca. Sus hombres fueron perros de presa y España y Luis Enrique jamás entendieron el camino.

Un camino que el propio Marruecos podría haber marcado a su favor sin tanto nervio, pero Wallid Chedira no es ni Boufal ni Ziyech. Tres tuvo a su voluntad, dos se dejó soplar sin rematar al arco estando en posición perfecta y una justo antes de caer la persiana de los 90’. Se abatató y se la sirvió a Unain Simón a las manos.

¿Saben por qué reconozco a los hinchas como claves en este duelo? Cada pelota recuperada fue tan vitoreada como un gol; cada segundo de tenencia de balón por parte de España generó en ellos un tsunami de silbidos. España no pudo hacer absolutamente nada sin que los fanáticos africanos lo reprobaran..

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En cuanto a la propuesta, los dos buscaron hacer lo que acostumbran, amasar el balón, rotarlo y si el panorama ayudaba, buscar el pase entre líneas. Quizás España en ese aspecto fue más sutil y Marruecos más rudimentario -y profundo-, pero los dos se asustaron con el otro.

Ahora, si hablamos de rendimientos individuales, la actuación de Sofyan Amrabat fue digna de una estatua en su provincia natal. El volante central de Fiorentina fue todo lo que hubiera deseado un Sergio Busquet apagado en lo que mejor conoce de su profesión: redistribuir el balón.

Y si hablamos de los penales, nadie más que Bono de importante. Sarabía la tiró al palo y después comenzó su show adivinando las intenciones a Soler y al propio Busquets. Mientras tanto, Sabiri ponía el 1-0, Ziyech el 2-0, Unai le atajaba a Benoun el tercer intento de Marruecos y Hakimi cerraba esculpía el 3-0 final, picando suave la pelota al medio con la misma frialdad que mostró Marruecos para defenderse de uno de los grandes candidatos a ganar el Mundial que de ahora en adelante a esta edición 2022 la verá por TV.