Las demencias, de las cuales la enfermedad de Alzheimer es la más común, existen desde hace miles de años. Esta pertenece a un grupo de enfermedades en las que las células cerebrales se destruyen lentamente. Las demencias se manifiestan por un conjunto complejo de síntomas, particularmente relacionados con la pérdida de memoria. Se estima que la enfermedad de Alzheimer representa hasta el 70% de los casos de demencia. En los Estados Unidos, 6,2 millones de personas de todas las edades tienen Alzheimer. A nivel mundial, 44 millones de personas viven con Alzheimer o una forma relacionada de demencia. El impacto de esta enfermedad en la calidad de vida de las personas y en las economías de los países es significativo. En los Estados Unidos, se estima que, en 2050, costará al gobierno $ 1,1 billones de dólares en gastos de atención médica.

Pitágoras (570-495 a. C.), matemático y médico griego, dividió la vida en varias etapas. Las dos últimas correspondieron a la vejez y se caracterizaron por el deterioro del cuerpo y la regresión de las capacidades mentales.

Hipócrates (460-370 a. C.), considerado el “Padre de la Medicina”, creía que el deterioro de la mente tenía una causa orgánica. Platón (428-347 a. C.) y su discípulo Aristóteles (384-322 a. C.) consideraban el daño cognitivo como una consecuencia inevitable de la vejez. Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) escribió que “la memoria es el tesoro y guardián de todas las cosas”. Creía que el envejecimiento no necesariamente causaba la disminución del rendimiento mental, excepto en aquellos con una voluntad débil.

En la Edad Media, las enfermedades mentales eran consideradas como un castigo de Dios por los pecados cometidos. Se creía que los afectados estaban poseídos por demonios y sujetos a la caza de brujas. Muchas de las identificadas como brujas eran pacientes con síntomas de paranoia, manía, esquizofrenia, epilepsia y demencia. En 1797, el médico francés Philippe Pinel utilizó el término demencia como término médico. Su discípulo Jean Etienne Dominique Esquirol (1772-1840) afirmó que “en la demencia, las discapacidades se manifiestan en el discernimiento, la capacidad intelectual y la voluntad, debido a enfermedades cerebrales, y equivale a perder el disfrute y la alegría, donde los ricos se vuelven pobres”. En 1910, el Dr. Emil Kraepelin (1856-1926), considerado el fundador de la psiquiatría científica, clasificó la demencia en demencia senil y presenil.

La enfermedad del olvido

El 16 de mayo de 1850, Auguste Deter nació en una familia de clase trabajadora de Kassel, Alemania. Cuando tenía 23 años, se casó con Karl Deter y se mudó a Frankfurt. Llevaban una vida familiar normal. Sin embargo, cumplidos los 51 años, comenzó a mostrar signos de comportamiento social incontrolable. Su memoria se deterioró rápidamente, comenzaron a manifestarse los delirios, el insomnio se apoderó de ella y empezó a mostrar una hostilidad extrema hacia la familia y los vecinos. Su esposo la llevó a un hospital, donde el médico sugirió que la enviaran a un nosocomio psiquiátrico. El 25 de noviembre de 1901 ingresó en el Hospital Psiquiátrico de Frankfurt. Allí, fue puesta bajo el cuidado del Dr. Alois Alzheimer (1864-1915). Mientras hablaba con ella, se dio cuenta de que algo andaba mal. No podía reconocer objetos cotidianos como un lápiz, un cigarrillo o una llave. Sus respuestas a sus preguntas no solo eran repetitivas y erróneas, sino que rápidamente parecía olvidarlas. Auguste Deter advirtió su impotencia, lo que le provocó una profunda angustia. “Me he perdido”, dijo cuando se le pidió que describiera lo que le estaba pasando. El Dr. Alzheimer diagnosticó su caso como “demencia presenil” y decidió colocarla en una habitación de aislamiento. Más tarde, comenzó a mostrar síntomas agravados de demencia: pérdida de memoria, delirios, problemas para dormir. Incluso gritaba durante horas en medio de la noche. Llamó a su enfermedad la “enfermedad del olvido”.

Hoy se sabe que la enfermedad de Alzheimer es un trastorno degenerativo progresivo, en el que las células del cerebro se dañan y provocan los síntomas descriptos anteriormente. Sin embargo, en el caso de la Sra. Deter, sus síntomas ocasionalmente entraron en remisión temporal. El arancel de la estadía de la Sra. Deter en el hospital fue demasiado alto para que su esposo lo afrontara, y solicitó que la trasladaran a una instalación menos costosa. El Dr. Alzheimer propuso al Sr. Deter que su esposa siguiera recibiendo tratamiento en el Hospital Psiquiátrico de Frankfurt a cambio de todos los registros médicos de la Sra. Deter y su cerebro, acaecida su muerte, para examen y estudio. El Sr. Deter dio su consentimiento. En 1902, el Dr. Alzheimer dejó el “Irrenschloss” (Castillo de los Locos) como se conocía informalmente a la institución, y se mudó de Frankfurt a Munich vía Heidelberg, por invitación del Dr. Emil Kraepelin. El Dr. Kraepelin, a quien se le había ofrecido la dirección de un hospital psiquiátrico en Munich, llevó al Dr. Alzheimer con él en calidad de investigador principal.

El Dr. Alzheimer hacía frecuentes llamadas a Frankfurt para conocer el estado de salud de su ex paciente. Después de su salida de Frankfurt, la condición de la Sra. Deter empeoró, y más tarde se volvió incapaz de realizar las actividades diarias básicas. El 9 de abril de 1906 se le informó al Dr. Alzheimer que la Sra. Auguste Deter había muerto como resultado de una septicemia, una infección de la sangre. Pidió que le enviaran con premura, su historial médico y su cerebro.

Cambios anatómicos

Cuando examinó el cerebro de la Sra. Deter, el Dr. Alzheimer encontró placas seniles en las neuronas y ovillos en las fibras nerviosas que son el sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. Observó que la región que controla la memoria, el lenguaje, el pensamiento y el juicio también estaba dañada.

El 3 de noviembre de 1906, animado por Kraepelin, el Dr. Alzheimer describió sus hallazgos -entre ellos la pérdida de masa cerebral y la degeneración de áreas críticas del cerebro- a la Sociedad de Psiquiatras del Sudoeste de Alemania. Esos hallazgos, informó, podrían explicar los síntomas de la Sra. Deter, tales como su trastorno cognitivo progresivo, alucinaciones, delirios y cambios conductuales y sociales. Sin embargo, sus observaciones no fueron recibidas con entusiasmo en los círculos académicos. Sin desanimarse, el Dr. Alzheimer continuó con sus investigaciones y las publicó un año después. Mostrando su admiración por su antiguo discípulo, en 1910 el Dr. Kraepelin llamó al conjunto de síntomas y hallazgos anatómicos descriptos por su colega, como enfermedad de Alzheimer.

Wilhelm II, rey de Prusia, invitó al Dr. Alzheimer como Profesor Titular de la Universidad Friedrich-Wilhelm en Breslau, ahora Polonia. Ocurrió que, en el viaje a su nuevo destino, el Dr. Alzheimer contrajo una enfermedad que lo llevó a la muerte por endocarditis e insuficiencia renal. Tenía 51 años.

Etapas de la enfermedad

Se sabe que estos cambios cerebrales se manifiestan por mutaciones del comportamiento que pasan por varias etapas, las que no están claramente separadas y no necesariamente siguen una progresión predecible. Pueden verse interrumpidas por breves episodios de aparente mejoría en la condición mental del paciente. En la última etapa, el enfermo de Alzheimer se vuelve totalmente dependiente de los demás y muchas habilidades básicas se desvanecen. El Dr. Alzheimer dejó tras de sí un valioso legado; una forma de correlacionar las lesiones anatómicas cerebrales con los síntomas clínicos, algo que no se había hecho anteriormente. Está enterrado en Frankfurt, junto a su esposa.

Personas afectadas

El Alzheimer ataca a todo tipo de personas. No hace distinciones de clases sociales o económicas. Uno de los pacientes más famosos fue el fallecido presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Cuando le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer en 1994, escribió una valiente carta al pueblo estadounidense: “Compatriotas estadounidenses... Recientemente me han dicho que soy uno de los millones de estadounidenses que se verán afectados por la enfermedad de Alzheimer... Ahora comienzo el viaje que me llevará al ocaso de mi vida.”

Entre otras personalidades famosas que la padecieron, se encuentran la escritora irlandesa Iris Murdoch, los ex primeros ministros Harold Wilson (Reino Unido) y Adolfo Suárez (España), la actriz Rita Hayworth, los actores Charlton Heston y Gene Wilder, el músico de blues BB King, y el cantante country Glen Campbell. No existe, actualmente, cura para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, permanecer activo física y mentalmente puede retrasar su aparición. Además, hay motivos para el optimismo, ya que se están llevando a cabo investigaciones intensivas en todo el mundo.

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César Chelala – Consultor internacional en Salud Pública y escritor sobre Derechos Humanos y temas médicos. Co-ganador de un premio Overseas Press Club of America y dos premios de Adepa.

*Artículo traducido de The Wall Street International por Jorge Perera.