“¿Qué tipo de líder elegimos? Esto es importante en sí, pero mucho más en un momento de grandes transformaciones, búsquedas y construcciones de nuevos liderazgos en nuestro país. En Argentina a veces confundimos carisma con viveza para trampear, para decir una cosa y hacer otra. Nuestros nuevos líderes deben tener voz pero también oídos, ser el ejemplo, inspirar y motivar a nuestra sociedad. ¿Qué ley universal indica que ser líder es imponer ideas, subestimar o despreciar al que piensa distinto? El liderazgo que necesitamos debe estar basado en la cooperación y el apoyo colectivo y no de un exclusivo proceso de arriba hacia abajo”.
El párrafo pertenece al libro “El cerebro argentino. Una manera de pensar, dialogar y hacer un país mejor”, de Facundo Manes. ¿Al diputado nacional radical se le habrá cruzado por la cabeza este texto cuando criticó al líder del PRO, Mauricio Macri? Al acusarlo de populismo institucional y de espiar a los propios, no sólo lo cuestionó sino que, además, deslegitimó al conductor de los amarillos, más aun al ponerlo en el mismo nivel que Cristina Fernández y sugerir que ambos son populistas. “Representan a dos minorías que impiden pensar en otro país”; castigó.
Demasiada osadía detrás de tanta libertad de opinión y de expresión del radical, intolerable para los macristas que salieron, lógicamente, a defender al ex presidente. Indirectamente, el neurocientífico le hizo un favor a Macri, ya que los presidenciables del PRO, como Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, salieron a defenderlo y, de esa manera, a reponerlo en el escalón de jefe del espacio. O sea, situarlo por encima de ellos -tal vez sin pretenderlo- en la carrera electoral de cara a 2023. Macri, líder y candidato.
Además, al atacar a Manes, desvalorizando su opinión y acusándolo de no saber a qué espacio pertenece, los macristas desnudan lo que realmente piensan de los radicales, del radicalismo y de la UCR: que los correligionarios sólo están para acompañarlos, oírlos y acatar disciplinadamente lo que resuelvan ellos; o sea seguir siendo el furgón de cola del PRO en Juntos por el Cambio, como lo vienen haciendo desde la convención de Gualeguaychú, en 2015.
Le sacaron la amarilla al parlamentario, pero amonestaron a los radicales; en el primer tiempo fueron elementos de decoración, en el segundo tiempo -el que se viene-, ¿para qué quieren ser otra cosa? En ese marco se entiende que los macristas salgan a avalar a su jefe porque significa defender un esquema de organización interna que los beneficia, y que requiere imperiosamente de las primarias abiertas para que siga manteniéndose.
En la concepción política del macrismo los radicales son necesarios únicamente para sumar, mientras ellos diseñan la acción política y conducen el espacio; en esa ecuación las PASO constituyen la herramienta institucional que les garantiza su preeminencia interna. Los ordena; claro, con ellos arriba y con los seguidores de Alem abajo. Por eso salieron inmediatamente a rechazar la posibilidad de que se suspendan las primarias abiertas, las necesitan como el oxígeno para mantenerse vigentes y conduciendo.
Si bien resulta lógico la defensa corporativa de los amarillos ante las palabras de Manes, lo que es al menos currioso y llamativo es que desde el mismo radicalismo surjan voces que rechacen las apreciaciones del diputado, cual si hubiese cometido un pecado de origen, impropio de un militante. Lesiona la esperanza que venimos construyendo desde Juntos por el Cambio; expresó el comité nacional de la UCR. Para un correligionario no hay nada peor que otro correligionario; mejor un macrista; se podría ironizar. Al coincidir en la defensa del PRO a su conductor, la UCR prácticamente admite que Macri los conduce.
Manes podría haber recurrido a su propio libro para contestar, pero no lo hizo y como político nuevo sólo atinó a decir que no se imaginaba el lío que armó. El neurólogo podría haber copiado un párrafo de la página 414 de su texto para responderles a los macristas y a los propios correligionarios: el pensamiento crítico es una herramienta provechosa contra los falsos dilemas o las fatalidades que se utilizan para restringir el surgimiento de una mejor opción. Muchas veces la política, la dirigencia en general, los consultores profesionales, e inclusive los periodistas tienen ideas ancladas en el pasado sobre los tipos de liderazgo y les cuesta (o sencillamente no les conviene) ver los cambios del presente e imaginar el futuro.
Sin embargo, el radical no se enfrascó en ese tipo de debate sobre liderazgos y talentos, sólo lanzó una frase que incomodó a inquietó a los macristas, los que lo mandaron a callar y a respetarlos. Y las autoridades de la UCR coincidieron. Por lo bajo, hay radicales que coinciden con las declaraciones de Manes, pero optan por un silencio cómplice.
No es el caso del ex legislador y politólogo Ariel García: “los radicales que defienden a Macri que hagan terapia, un tratamiento psiquiátrico, porque evidentemente sufren el Síndrome de Estocolmo”. Después de esa contundente frase, que nadie reniegue, ni radicales pro PRO ni los macristas, de la concepción verticalista del peronismo, donde al líder se lo sigue, se lo acata y no se le discute.
Es lo que refirieron los del Juntos por el Cambio que objetaron a Manes y que salieron a reivindicar la figura del ex presidente. Macri debe estar satisfecho con las repercusiones, porque aquellos que pelean por heredarlo son los mismos que lo restituyeron en la conducción cuando estaban sacándolo de la discusión respecto de los nuevos liderazgos.
En ese punto, Manes también podría haber respondido con “El cerebro argentino” y decir: la política actual se podría resumir en la idea de ‘campaña permanente’, donde todo es una elección y nuestros líderes siempre son candidatos a algo, más allá de que exista o no una elección próxima. Pero la política no es únicamente ser votado, es construir, administrar, planificar objetivos y horizontes colectivos. Sin embargo, no contestó con su texto, se limitó a apuntar que la tensión permanente de la política sin ideas y atacando a las personas, no va.
¿Podría Manes, en virtud de las descalificaciones de los macristas, acompañar la suspensión de las PASO para facilitar la aparición de nuevos liderazgos en el plano nacional? Los que lo conocen dicen que el parlamentario no está en ese juego, pero sí, evidentemente, por sus críticas a Macri y a Cristina, aspira a la aparición de nuevos líderes; a los que hay que salir a buscarlos en el banco de los suplentes para desplazar a estos titulares que ya llevan años teniendo la pelota.
La suspensión de las primarias abiertas pueden provocar esa situación temida por el macrismo, para ellos las PASO constituyen una garantía no sólo para ordenar la oferta electoral sino para mantener la estructura política interna del espacio, donde unos mandan y otros son comandados. Además, no es sólo que al haber una interna cerrada y no obligatoria, los correligionarios vayan a sacar provecho, sino que le suma otro peligro al PRO: Javier Milei.
No fue inocente que Macri haya elogiado en algún momento al libertario y haya intentado sumarlo a Juntos por el Cambio, ya que sería una forma de diluirlo en el espacio -como lo hizo con la UCR en 2015-, que seguirían conduciendo los macristas; con la existencia de las PASO, claro.
Si las primarias se suspenden, el macrismo debería salir a pelear de igual a igual con los radicales y con Milei, y por el mismo segmento opositor de votantes. Puede convertirse en el mayor perjudicado. Decir que la intención de suspender las PASO perjudica a los opositores, principalmente a Juntos por el Cambio, es parte de la verdad; en realidad, el riesgo es que el PRO sufra la pérdida de votos por la dispersión de la oferta electoral opositora.
No por nada se sugiere que a Milei no le disgusta la posible suspensión de las PASO, puede ser un beneficiario directo al competir cara a cara con el PRO. Acusarlo, entonces, de ser funcional al kirchnerismo es muy ingenuo, o un acto de desesperación. Si el libertario apoya la eliminación de las primarias será en su propia conveniencia.
El proyecto ya está escrito, sólo resta definir cuándo será presentado, lo que también va de la mano de otra situación: el tratamiento del Presupuesto 2023. El diputado nacional Luis di Giacomo, de Juntos Somos Río Negro -impulsor de la iniciativa-, dijo que primero se van a abocar al tratamiento del cálculo de recursos y después a la discusión de las primarias. De hecho, se llegó a comentar que desde las filas opositoras se pretende negociar la aprobación del presupuesto con la confirmación de que no se suspenderán las PASO.
Es que las primarias son vitales para el PRO, tanto como que no se los critique y se los ponga en un pie de igualdad con el kirchnerismo, ya que se viene abajo la afirmación que no son iguales. Manes los puso en la misma línea de flotación y Milei amenaza su existencia; razón por la que las primarias son una cuestión de supervivencia para los macristas. Para el radicalismo no es lo mismo, son un partido centenario, con una historia.
Si se suspenden las primarias igual se podría invitar a independientes a sumarse a la interna cerrada -aunque implicaría toda una rareza-, pero la no obligatoriedad a concurrir a sufragar disminuiría el caudal de votantes. Allí las estructuras territoriales de los partidos cobrarían vigencia y el radicalismo, en ese caso, le saca una luz de ventaja al PRO. Ya mencionamos que aunque tengan núcleos partidarios en los 24 distritos, los radicales suman 1,9 millón de afiliados en todo el país contra los 163.000 del macrismo.
La posible suspensión de las PASO, además, puede repercutir en Tucumán: en la definición de la fecha de los comicios de renovación de autoridades. El Gobierno provincial ya cuenta con la resolución judicial que lo habilita para convocar a elecciones cuando le plazca en 2023. A los intereses locales del PJ no es lo mismo que haya o no primarias, por eso van a mirar hacia la Cámara de Diputados. Manzur y Jaldo aguardan esa movida para decidir el día de votación en Tucumán. Será la que les convenga.