Todos los que hablan del caso del bebé de un año que se intoxicó con cocaína en el barrio El Palomar dicen que es un caso aislado, sin precedentes. Pero al mismo tiempo observan que el consumo problemático ha crecido y que, incluso, entre los niños de esos vecindarios “el consumo de sustancias es algo cotidiano”, según describió el psicólogo social Emilio Mustafá, que atiende talleres con chicos adictos en La Costanera y otros barrios vulnerables. Lo mismo dijo el toxicólogo Alfredo Córdoba, al hablar del riesgo de que adultos consumidores tengan estupefacientes delante de los niños. “Los chicos crecen en un entorno en el cual naturalizan el uso de sustancias y luego pueden empezar a consumir a tempranas edades”.
Lento tejido
¿Cuánto ha crecido? ¿Cuántos son? No se sabe. En junio pasado, el director de Salud Mental y Adicciones, Walter Sigler, cuando se lanzó la red de instituciones de prevención, contó que las consultas de salud mental y adicciones representan 6%, o 250.000 consultas anuales en el sistema registradas en 2021. Un 39% de incremento con respecto a 2020, explicó. Las reacciones vivenciales como los trastornos neuróticos aumentaron un 20% y las adicciones forman parte de todo ese contexto en un 8%. “Hemos tenido un 24% de incremento en las consultas por adicciones en todos los tres niveles de atención: CAPS, policlínicas y hospitales de referencia como el Hospital de Obarrio, Hospital del Carmen y el Centro de Atención de Las Moritas”. No está claro y no se sabe cuántos chicos son. Lucas Haurigot Posse, quien fue secretario de Adicciones en el gobierno de José Alperovich, y que ahora asumió como coordinador de esta red, está tejiendo la tarea entre los CAPS, los centros de atención, las organizaciones civiles, las iglesias evangélica y Católica y los Hogares de Cristo -unas 40 instituciones- para que haya un plan de trabajo cuando se forme la comisión para adicciones cuando esté vigente la ley de narcomenudeo. “Celebro que tengamos un gobernador que haya puesto la mirada en el narcomenudeo, porque al chico que consume hay que contenerlo y rehabilitarlo”, dijo. De cifras, de cantidades de chicos, nada. Eso es lo que pidió Jaldo: “Yo quiero saber cuántas personas hay en tratamiento en Tucumán, no solo en la parte oficial, sino también en estas instituciones. Cuántas personas están fuera del tratamiento”, dijo el mandatario.
¿Es posible que aún no se sepan esos datos? Hay cinco centros Cepla de contención de adictos en los barrios, además de la tarea de las organizaciones civiles. Ya los vecinos en muchos de los 180 vecindarios problemáticos que rodean la capital reclaman por los efectos de la venta barrial de estupefacientes. En el caso de la barriada El Palomar (degradado lugar de La Banda del Río Salí) la gente que vive en la calle de los padres del bebé los señaló como los vendedores de la cuadra, según dijo el auxiliar fiscal Gonzalo Zavalía. Y el abogado de la madre, Aníbal Paz, al negar que ella haya vendido droga, dijo que en el vecindario se comercializa droga. La madre de ella acusó al padre del niño de haber llevado al comercio de drogas a su hija.
Buscando confianza
O sea, una realidad que ahora el gobernador quiere enfrentar, sobre todo, policializando el problema. De hecho, dijo que, aunque aún no está vigente la ley antinarcomenudeo, ya están aplicándola usando la Ley Nacional de Seguridad Interior. “Eso nos permitió planificar con la Policía de Tucumán, Gendarmería Nacional, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria y hemos avanzado en el Operativo Lapacho, cubriendo los 20 ingresos de la provincia que es por donde ingresa el contrabando y la droga… Hoy se está aplicando la Ley de Narcomenudeo. El narcomenudeo es toda comercialización ilegal de droga en menor escala que se realiza en la Capital y en la mayoría de ciudades y pueblos del interior. La provincia se involucró a través de esta Ley con su Policía y con su Poder Judicial. Vamos a llegar a cada uno de los lugares donde se venden drogas. Donde se comercializan y utilizan a muchos de nuestros niños y jóvenes para conseguir estos objetivos ilegales. Les vamos a caer con todo el peso de la ley”, describió Jaldo.
Así se explicaron varios operativos, entre ellos el del jueves de la semana pasada en Las Talitas, donde secuestraron armas y estupefacientes al llamado clan Alderetes. El jefe de la Unidad Regional Norte, Joaquín Girvaux, dijo tener la esperanza de que la gente comience vincularse con la Policía (un anhelo de siempre, nunca concretado). “Los vecinos no tienen que tener miedo, deben volver a confiar en nosotros, porque si denuncian vamos a ir tras ellos” (en referencia a los narcos).
“Proceso de legitimación”
A propósito de ese operativo, el abogado Paz opinó que “por la cantidad de sustancia que llega a la provincia, es probable que haya más adictos y, por ende, más lugares de venta. Sin ánimo de justificar esta actividad ilícita, al parecer se hizo más fácil vender droga para subsistir que salir a trabajar honestamente”. Una vecina de El Palomar, Luciana G., dijo que “aquí la venta de droga se transformó en un trabajo”. Otro vecino, Juan Carlos Medina, aclara que suprimir la venta es imposible, porque “están todos muy metidos en el negocio y cada vez hay más chicos que consumen”. “Es muy preocupante lo que está sucediendo con el narcomenudeo. En la actualidad, un vendedor es el que atiende los merenderos y comedores de los barrios. Hay un proceso de legitimación de esta actividad ilícita”, sentenció Mustafá.
Ya este contexto estaba anunciado hace ocho años, cuando los fiscales denunciaban la relación entre consumo y delitos y decían que el 50% de los detenidos eran consumidores. Haurigot Posse, siendo secretario en 2014, explicaba que “hay que aclarar que el consumo de drogas no es la explicación de la delincuencia. No todos los delincuentes son adictos y no todos los consumidores de drogas son delincuentes”. Pero ya se advertía el problema.
Desde entonces, la situación ha ido creciendo -aunque todavía no se sabe cuánto- y la respuesta de esta creación de una red de organizaciones parece una reacción lenta frente a la velocidad de crecimiento de las adicciones: el pediatra Lorenzo Marcos, quien se jubiló en 2019, después de cuatro décadas en el hospital de Niños, dijo que atendió casos de bebés que presentaban síntomas de haber consumido drogas indirectamente a través de la lactancia. Y Dennis Ríos Obando, jefe del Servicio de Asistencia a las Adicciones en el hospital del Carmen, explicó que llueven las consultas, aunque el lugar está cerrado desde la pandemia. “La situación de los bebés que crecen con madres adictas es muy preocupante”, dijo.
Factor constante
Es decir, ya llevamos casi una década con advertencias sobre el crecimiento tanto del narcotráfico en los barrios vulnerables -lo dijo el camarista federal Ricardo Sanjuán al hablar de las PyMEs de la droga- y el aumento de las adicciones, que siempre es estimado, cuando saltan las emergencias. El director del hospital Padilla, Jorge Valdecantos, dijo que se ve el consumo de sustancias en la epidemia de siniestros viales, de casos violentos como lesiones con armas y hasta intentos de suicidio. “De una u otra manera, este factor aparece”, declaró. “Estamos ante un fenómeno, patológico si se quiere, que terminará destruyendo todos los lazos familiares y los tejidos de una comunidad”, describió Mustafá. Así se va reconfigurando la periferia capitalina, ya desde la cuna.