Los empapelados y murales de Mercedes Costal se caracterizan por inventar irrealidades a partir de creaciones reales. Tiene sentido, entonces, que la empresa que lleva el nombre de la diseñadora de interiores y que ella dirige junto a su hermano, el arquitecto Ignacio Costal, esté incursionando en la realidad virtual inmersiva. Todo tiene más sentido aún en The Wild Café, el cuartel general de la calle Mozart (Yerba Buena). Allí aparecen desplegadas las numerosas aristas de este emprendimiento que comenzó hace cinco años por los rollos de papel para aplicar a paredes, y ya comprende desde fragancias hasta flores y café de especialidad. Es, al parecer, el mundo de oportunidades ilimitadas que ofrecen las imágenes de fantasía que producen en Tucumán, y que, sobre todo, venden afuera: Buenos Aires y el resto del país, Chile y Uruguay.

Sentada en una mesa de The Wild Café y mientras sorbe un “flat white”, Costal admite que la marcha del emprendimiento excede su imaginación. Es que el ritmo de este proyecto no es apto para quienes se abruman fácilmente. La diseñadora y su equipo mueven los hilos de un sinnúmero de ideas y cometidos al mismo tiempo: se preparan para debutar en uno de los acontecimientos internacionales más influyentes de su sector, el London Design Festival, y en el Metaverso, mientras trabajan en la edición de un libro con un editor radicado en Alemania y en la posible apertura de una sucursal en España. En medio de esa vorágine, Costal se preocupa por subrayar la importancia de que The Wild Café haya sido elegido por la firma Taschen para exhibir y comercializar sus volúmenes de arte, arquitectura, fotografía y diseño. “Yo me los llevaría a todos”, acota con el espíritu de una niña mientras mira los tomos gruesos y coloridos enmarcados por un mural naturalista.

Las escenas que plantean los productos de papel de Mercedes Costal Estudio hacen honor a la máxima latina natura abhorret vacuum (“la naturaleza siente horror ante el vacío”). La creadora de esos entornos sutilmente incivilizados explica que los temas surgen de investigaciones que combinan la observación del ambiente y las influencias de las artes clásicas. Esos puntos de partida generan un guión que es la historia que anima a cada serie: por ejemplo, en la pared opuesta al rincón de Taschen “crece” otro mural dedicado a la sátira del rey mono, que está por ser agasajado con el banquete que le ofrecen otras especies donde se destaca un inteligente y sabio avestruz majestuosamente presentado.

“Nada está hecho así porque sí”, explica la diseñadora. Y, como si fuera la guía de un museo, señala que, detrás de la caravana de animales que con su vestimenta barroca van a rendir pleitesía al rey mono, aparecen ruinas y pagodas. Costal dice que hay aquí una construcción de un lugar desconocido en función de situaciones conocidas y familiares. Lo mismo ocurre con el empapelado de la zona posterior. “Son columnas dóricas, jónicas, corintias y romanas. Esta es la base clásica que después se transforma en un cuento”, relata.

Avatares

The Wild Café funciona como una tienda donde se puede probar y contemplar todo lo que, a posteriori, se va a comprar a la marca Mercedes Costal. Allí trabaja también el equipo creativo de 15 integrantes que fabrica y distribuye los empapelados y murales, además del personal asignado a la cafetería. Cada detalle predica sobre el conjunto. “Yo defiendo el producto desde la taza hasta el papel”, dice la diseñadora, que plasmó en ese estudio-sala de exposición-local comercial los fundamentos de su filosofía.

“Es un café que está hecho para ‘disfrutadores’. Un café ‘no social’ concebido para leer, para pensar, para escribir, para escuchar música o estar con la computadora. Muchos jóvenes nómades digitales vienen a teletrabajar aquí. Es un café para acompañar una situación desde la perspectiva sensorial: propone una experiencia más que el consumo”, describe Costal. Ella habla de “un lujo” que quiso darse y que faltaba en Tucumán: “al café (de especialidad) que servimos yo lo puse por mí. Armamos esto en la pandemia porque me preguntaba por qué tenía que irme afuera de la provincia para tomar un buen café. Recién hoy se está empezando a sostener, pero originalmente también respondió a mis ganas de compartir lo que me gusta. Para mí eso es lo primero: con mucho trabajo, después llegan las retribuciones”.

EN PLENA EXPANSIÓN. Costal detalló lo que viene para la marca.

Es una temporada de reconocimientos para Mercedes Costal Estudio, que dispone de la certificación de Buen Diseño Argentino. La lideresa del emprendimiento cuenta que su proyecto fue seleccionado junto a otros para representar a la Argentina en el London Design Festival, que se celebra entre el 17 y el 25 de septiembre en Reino Unido. “Vestiremos la casa del embajador (Javier Figueroa). Se trata de una residencia emblemática donde no podemos tocar las paredes, por lo que tendremos que usar módulos y paneles. Con esa limitación, llevaremos un papel que eligió la Embajada, y que habíamos aplicado en un hotel boutique de Esteros del Iberá (Corrientes): recrea la flora y la fauna autóctonas de una manera fantasiosa, con un soporte audiovisual”, cuenta la profesional tucumana de 37 años. El desembarco en el Design Festival tiene una segunda pata tecnológica que se propone ser una plataforma de despegue ciberespacial. Al respecto, Costal dice: “en paralelo (a la propuesta para la residencia diplomática) será posible acceder a un empapelado virtual completo del edificio. Estamos subiendo algunos de nuestros diseños al Metaverso y haciendo NFT (‘non fungible tokens’) para las billeteras digitales. Lanzaremos esto en Londres. Me resistí a más no poder, pero mi pareja Alejandro Urueña y mi hermano me llevaron a la realidad virtual. Así que, bueno, estoy armando mi avatar para la galería del Metaverso”.

Todo sobre su madre

La artífice de este emprendimiento decidido a romper los cánones empezó tocando y guardando papeles en un contexto dominado por las inquietudes artísticas de su madre, Ike Cornejo. Costal intentó varias cosas antes de encontrarse con su reino. Cuenta que buscó por el cine, pero que “la vida, hija, hijos…” la llevaron a quedarse “por aquí”. “Trabajé como diseñadora de interiores, pero sentía que me quedaba con gusto a poco. Me resultaba incómodo entrar en las casas de familia, por eso prefería hacer desarrollos comerciales. Aún así, sentía que me faltaba algo”, afirma. Y agrega: “yo desde siempre fui una coleccionista, y una buscadora apasionada de estampas e ilustraciones de papeles, de telas… Con esta idea permanente de encontrar un lugar propio pensé en los géneros estampados. Pero era difícil entrar en la industria textil. Así que la misma tecnología me fue llevando hacia el papel”.

Costal arrancó con su emprendimiento y quedó embarazada de su segunda hija. Aún así, siguió adelante. “Trabajaba en mi casa, en un cuarto que siempre funcionó como taller de mi mamá casualmente, que es artista en todos los sentidos. Lo primero que hice fue colocar los papeles en mi hogar. Era una experimentación total: investigué desde programas para editar e ilustrar digitalmente hasta las mil técnicas para trasladar las imágenes al papel. Una cosa me llevó a la otra. No me acuerdo cuál fue la primera venta que hicimos, y, en realidad, ahora me cuesta saber cómo empezamos y cómo llegamos hasta acá”, revela.

Sí rememora que, durante su niñez, un día su madre le empapeló la habitación y a ella le encantó: “mi mamá siempre ha sido una persona muy… atrevida al momento de vestirse, de expresarse, de pensar, de diseñar y de escuchar música. En este momento suena de fondo Moby: imaginate que ella lo escuchaba hace 30 años. Todo siempre fue diferente en mi vida y, por eso, siempre estuvo en mi cabeza hacer algo diferente. Desde lo emocional, lo clave es que para mí esto nunca fue un negocio”.

Pasó de ese taller en su casa a mostrar su trabajo en las redes sociales, con Instagram a la cabeza. Y si bien consiente que no sabría qué habría sido de ella y su emprendimiento sin esa vidriera que posibilita la conexión sin fronteras, también atribuye un papel protagónico en su crecimiento a los vínculos interpersonales que generó con otros emprendedores y profesionales del rubro. El resumen sería: visibilidad en las redes, y alianzas con marcas amigas locales y regionales que se desplazan juntas por el mercado.

Aunque empapeló superficies kilométricas, Mercedes Costal asegura que no puede decidirse por una obra representativa de su visión y descarta las de las celebridades que la catapultaron públicamente. “Soy muy exigente”, se excusa. Prefiere enfocarse en su mirada de lo que funciona y afirma que lo típico es pensar primero en los números, pero que a ella los números no le cerraban y la tiraban hacia abajo. “Los números no van conmigo. El proyecto de los empapelados y murales no tuvo nada que ver con números, sino con amarlo, con probar algo que me apasionaba, con estudiar y profundizar. Los resultados después vinieron solos. Para mí el camino del progreso y de la evolución, del ‘éxito’ entre comillas, es hacer lo que me gusta. Fin: todo lo demás llega solo”. La emprendedora precisa que no habla desde el facilismo, sino desde alguien que, para producir, depende de la disponibilidad de insumos importados: “¡si no sabremos de trabas! Pero me apasiona tanto lo que hago que buscaré la manera de que el dólar no sea un obstáculo. Pese a los inconvenientes, soy una agradecida del lugar en el que nací y nunca dejaría de estar aquí”.

La receta de Mercedes Costal

1) Hacer algo que guste y apasione porque eso garantiza que suceda.

2) Aprovechar la vidriera de contactos infinitos que suponen las redes sociales.

3) Escalar junto a emprendimientos complementarios del rubro.

4) Atreverse a hacer algo diferente.

5) Probar y experimentar primero, poner a los números en segundo término.

El emprendimiento en Instagram: @mercedes.costal