Esta entrevista se publicó originalmente en abril de 2009. Juan José Sebreli acababa de publicar Comediantes y mártires, ensayo dedicado al análisis de los cuatro grandes mitos nacionales: Carlos Gardel, Eva Perón, Ernesto Guevara y Diego Maradona. A continuación se reproducen los fragmentos en los que conversamos sobre Eva.

- Usted señala que lo que no entendió la Revolución Libertadora, al intentar borrar a la figura de Eva, es que los mitos crecen con la prohibición. Una mirada crítica como la suya, ¿los debilita o los fortalece?

- La influencia de los libros es muy difícil de establecer. Los míos son muy leídos y, sin embargo, en la realidad no ejercen la suficiente influencia. Porque, en definitiva, triunfa lo que yo critico.

- Usted describe a Evita y a El Che como aditamentos estéticos del peronismo y del castrismo, elementos de compensación frente al pragmatismo de sus conductores.

- Los políticos son Castro y Perón. El Che y Evita eran aditamentos estéticos pero muy importantes, porque le daban un color intenso que le faltaba a la política. El político debe ser frío y calculador.

- ¿Cree que ellos fueron, en algún momento, conscientes de que estaban desempeñando ese papel complementario, secundario?

- Evita siempre lo supo y lo dijo. El Che tenía la ilusión de que podía tener un protagonismo inviable. La verdad es que no podía llegar muy lejos sin Castro.

- Si el azar no le pone a Fidel Castro adelante seguramente no hubiese existido un proyecto revolucionario en la vida del Che.

- Es cierto. En Evita pasa lo mismo.

- Hasta que no se cruza con Perón, la política no entra dentro de su universo de intereses.

- Si no se hubiera cruzado con Perón, no la recordaríamos como actriz. Quizás sería una nota a pie de página en una historia muy minuciosa del cine argentino.

- Si Evita viviera, ¿qué sería?

- Si hubiera vivido con Perón en el exilio, hubiese tomado el té con Pilar Franco. Montonera, no. No me cabe la menor duda; no encajaba con su personalidad.

- Usted afirma que Evita, al obrar en su propio nombre, podía asumir actitudes que Perón no se permitía por su rol institucional ¿Ese esquema se recicla hoy con Néstor y Cristina?

- No, Néstor y Cristina son socios políticos. Él es el ideólogo y ella una especie la propagandista. Pero las diferencias que existían entre Perón y Evita no eran las que imaginaban los montoneros. Evita no estaba a la izquierda de Perón. Evita era una fanática, y Perón, un hombre frío y calculador que no creía ni siquiera en el peronismo.

- Hay básicamente cuatro componentes en el mito de Eva que usted cuestiona: su feminismo, la legitimidad de su acción social, y su protagonismo en el 17 de octubre y en la obtención del voto femenino. Si le sacamos todo eso, ¿qué queda de Eva?

- Una personalidad fascinante. En su momento fue un personaje único, pero a Evita hoy le costaría mucho ser un líder político y mucho más ser un mito. Porque parte de su mito gira en torno de la transgresión y de su vida turbia. Pero esa vida hoy no sería considerada turbia sino completamente normal. Por otro lado, ella era la única mujer en el mundo que tenía un rol decisivo dentro de la política; hoy hay cientos. Evita está atada a su época. Sobrevive porque la nuestra es una sociedad anclada al pasado.

- ¿Por qué cree que ocurre eso?

- En una charla que di en Brasil dije que la suya era una sociedad más avanzada que la nuestra porque tuvieron el antecedente de Perón, que fue Vargas, y hoy nadie se acuerda de Vargas. En cambio nosotros seguimos viviendo en la época de Vargas. Eso nos convierte en un caso único.

- Hay tres características que parecen repetirse en los distintos mitos: la oscuridad en parte de su pasado, la contradicción en sus vidas, y la ambigüedad en sus dichos y actos. ¿Eso es lo que permite que el mito sea adoptado por grupos muy distintos?

- Sí, sin duda.

- ¿Esa indefinición también se encuentra en el peronismo?

- Sí, es la característica del populismo en general y del peronismo en particular. La oscilación entre la izquierda y la derecha, de acuerdo con el momento, con las circunstancias. Perón lo hacía de una forma increíble, desenfadada. En la plaza les hablaba a los obreros contra el capital, y luego iba a la Bolsa de Comercio y decía que defendía al capital.

- ¿Por qué se arraigan tanto los mitos? ¿La mayor parte de los hombres desean ser engañados?

- No debe pensarse que la manipulación ideológica impone deseos artificiales en una sociedad puramente inerme. No se engaña sino a quienes están predispuestos a ser engañados. El mito florece particularmente en los momentos de crisis, entre quienes quieren dar un sentido a sus vidas vacías y prefieren vivir en un mundo de sueños en lugar de enfrentarse con sus responsabilidades y con la realidad.

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