Dice que su madre repasó los pisos y ordenó toda la casa antes de darlo a luz, y que recién cuando vio todo reluciente en su hogar, decidió irse al hospital para que nazca. Quizá esa sea una de las razones por las que él lleva la limpieza en sus venas; y por eso está convencido de que una buena rutina para el orden en el hogar nos ayuda a vivir mejor.

Ese es el mensaje que transmite @soyamodecasa a sus casi 600.000 seguidores en Instagram. Tiene nombre propio, pero prefiere dejarlo en lo privado; en el “mundo” de las redes, su usuario es su imagen y su marca. Desde allí y desde hace varios años, se configura como el cleaning influencer más importante del país. Y enseña de todo: por qué no hay que dejar los platos sucios, cómo lidiar con los pelos de las mascotas, cómo organizar el calzado y por qué la mezcla de bicarbonato y vinagre pueden salvarte la vida.

Tips, claves, consejos, recomendaciones... todo lo que comparte lo hace desde su experiencia y con objetivos claros: que todos disfrutemos de los quehaceres del hogar y que los hagamos sin rezongar. 

@Soyamodecasa charló en exclusiva con LA GACETA y nos contó un poco sobre su vida, la importancia del orden, los prejuicios de género con estas actividades y algunos aportes para hacer nuestra vida más fácil.

- ¿Cómo surge tu pasión por la limpieza?

- Así me criaron. Yo viví en un contexto en el que en casa todos hacíamos todo. Las tareas domésticas nunca me fueron ajenas; de hecho, cuando abrí la cuenta, había un montón de cosas que a mí me parecían una pavada, como tender la cama, usar la mopa, lavar los platos, pero para mucha gente no eran comunes. Yo todo eso lo aprendí en casa, y adquirí esas cosas como un hábito. Todo eso me sirvió para la vida.

-¿Y cómo se te ocurrió abrir la cuenta?

- La idea surgió para contar todo lo que yo sé sobre limpieza; que la gente sepa cómo convertir tu casa en tu lugar en el mundo. Yo no tenía idea de que existían cuentas de este estilo en Instagram, ni siquiera era consumirdor de la plataforma. Yo vivo solo desde los 18 años, y lo que pasaba es que venían amigos a casa y se sorprendían por cómo tenía todo limpio. Pensaban que para tenerla así tenías que estar limpiando todo el día, y ahí me di cuenta que eso que yo tenía naturalizado y que para mi era cotidiano, no era tan así. Y vi que había algo interesante para contar y transmitir. Pero no había nadie varón hablando de eso, y me pareció que estaba bueno empezar a mostrar que nosotros podemos y que tenemos que limpiar.

- Aún hoy sos el único hombre, al menos en Argentina, que tiene una cuenta de limpieza...

- Hay un boom de este tipo de cuentas, pero sigue sin haber varones que hablen de estas cosas. Son las mujeres las que le hablan a las mujeres; de hecho, me pasa que la mayor audiencia que tengo es mujer. Es un debate; en el discurso, todos estamos de acuerdo en que la limpieza no es sólo cuestión de mujeres, pero en la práctica sigue sucediendo eso. No es algo que hayamos superado. Por eso insisto mucho en dar herramientas para que todos puedan hacerlo; todos tenemos que repartir tareas, involucrar a los hijos... Además, me sirve para demostrar que ser organizado es más fácil que no serlo, y que de esa manera ganás calidad de vida, productividad e incluso se ahorra dinero.

- Pero, entonces, ¿la limpieza del hogar ya no distingue sexos?

- Como dije, en el discurso y en la mente sí, pero en la práctica no: el 73 % de los hogares tienen como principal responsable a una mujer. El varón se involucra más, pero como auxiliar, como ayudante, no poniéndose al hombro las tareas. Te ayudo, te lavo los platos, pero nunca desde la responsabilidad, sino desde ese pensamiento de “pobre, que no lo haga solo”. Todavía no estamos seteados para entender que todos vivimos en la casa y que todos tenemos la responsabilidad de ocuparnos de eso.

- ¿Sentiste la carga de sexo en este tipo de tareas?

- En lo personal, jamás me pesó, ni tuve problemas con eso. Sí la primera vez que me fui a vivir solo, con dos amigos, me di con que ellos no sabían hacer nada. No sabían que había que cambiar las sábanas, las toallas, lavar los platos o sacar la basura, y me tocó ponerme al hombro la limpieza. Y ahí me di cuenta que no en todas las casas era como en la mía.

- ¿Y alguna vez hubo prejuicios sobre tu trabajo en redes?

- Sí, alguna vez habré leído en Twitter esto de “bueno, ahora los hombres vienen a querer enseñarnos a limpiar”, pero mi idea no es esa. Yo comparto desde mi lugar, desde mi experiencia, y siento que a la larga, el que sea varón termina siendo anecdótico. Es algo que te puede llamar la atención, pero después la gente se queda por los tips, por los consejos...

- ¿A qué pensás que se debe tanto éxito en Instagram?

- Una cuenta de limpieza no es algo lindo, a priori, pero mostrar que ordenar, que ocuparte de tu casa puede ser algo divertido, hace que la gente se entretenga. Trato de usar un lenguaje y una forma de comunicar entretenida, sacándole la solemnidad al hecho; además, busco que todo sea para facilitar las tareas... No se trata de obsesionarte con la limpieza ni vivir para limpiar, sino todo lo contrario, la idea es que tu día a día sea más fácil y que disfrutes más de tu casa.

- ¿Considerás que la limpieza es fundamental para una vida sana?

- Nos atraviesa todo el tiempo y nadie nos enseña sobre eso. En Japón dedican 20 minutos por día en las escuelas para aprender sobre limpieza y orden, pero nosotros no aprendemos. Y nos atraviesa todo el día, desde que nos levantamos: si no estás organizado, tenés una montaña de platos sucios al despertarte y eso ya te estresa y te predispone mal, o perdemos horas de la vida buscando cosas perdidas en casa... Y repito: ser organizado es más sencillo que no serlo. Se trata de tener disciplina, y eso nos hace no comprar de mas, no acumular y, finalmente, nos hace vivir mejor.

- ¿Qué significa ser “amo de casa”?

- Tiene que ver con convertir las cuatro paredes donde vivís, en tu refugio; ese lugar especial al que siempre querés volver y estás seguro. La idea del hogar es esa: ese fueguito donde se reunía la familia a comer, en tranquilidad. Y se trata de eso, de que nuestra casa, cuando terminemos el día, podamos abrir la puerta y decir ‘acá no hay problemas’; hacer que ese lugar nos identifique, nos represente, que no se nos caigan cosas en la cabeza ni tengamos que protestar o estar estresados allí. Es apropiarse de ese espacio en el que vivimos; y es algo que todos deberíamos hacer. Todos deberíamos ser amos de casa.