No les gusta recurrir a frases hechas. En vez de decir “callate”, dirían “¿puedes bajar la voz?”. Cambian el “no duele nada, es solo un rasguño” por el “seguramente estás sufriendo y está bien que llores; estoy aquí para acompañarte”. Son las palabras que muy probablemente utilizarían los padres que se suman la crianza consciente, que se ha puesto de moda en los últimos años.

Amar incondicionalmente al hijo, escuchar más y hablar menos son dos de los consejos que más se repiten. La última etiqueta dentro del mundo de la crianza propugna educar a los hijos de manera consciente, desde el momento del embarazo. Pero, ¿qué significa esto?

La psicóloga Cecilia López lo explica así: “la crianza consciente es la capacidad de criar a un hijo (biológico o del corazón) desde el respeto mutuo de sus necesidades y el reconocimiento de mis limitaciones emocionales para trabajarlas en mí y no responsabilizar a mi hijo o hija de ello”.

“Los adultos con el inicio de la maternidad y la paternidad despertamos miedos antiguos (de nuestra propia infancia) que nos llevan a contactarnos desde allí con nuestros hijos. Reconocer eso conscientemente nos lleva a responsabilizarnos desde lo emocional y trabajar en ello para sanar y brindarle el respeto a mi hijo de su propia infancia, ya que cada infancia es sagrada. Ser consciente de este inicio nos permite ejercer esa crianza consciente”, remarca.

¿Qué pasa con los límites en la crianza consciente? ¿Es cierto que se aplican a cuentagotas y acompañados de muchas explicaciones?, le consultamos. “El límite en la crianza de un niño funciona como una contención (contiene, delimita, da una forma), lo cual se vuelve fundamental en la vida de un niño. Hay que hacerlo con amor, con respuestas reflexivas, no decir: ‘porque sí’ o ‘porque no’. El niño cuando reflexiona (según la edad) sobre lo que hizo, puede entender la empatía, la aceptación y aprendizaje de los errores. Y aunque varias veces más vuelva a cometerlos, hay que ayudarlos a volver a reflexionar las veces que sea necesario hasta que pueda a su tiempo aplicar esos aprendizajes a su vida. Con lo cual se necesita como adultos armarse de mayor paciencia”, explica la psicóloga especialista en infancia.

Como ejemplo, veamos esta situación: un niño niega ponerse el cinturón de seguridad. La mamá o el papá le pueden decir: “¿cuántas veces te he dicho que en el auto hay que ponerse el cinturón? Te lo ponés ya mismo”. Desde la crianza consciente, la respuesta -según propone Yvonne Laborda, autora de “Dar voz al niño”- tendría que buscar simpatizar con el menor. Decirle, por ejemplo, que realmente es molesto llevar el cinturón, que a uno como adulto tampoco le gusta ponérselo. Pero que por seguridad y por ley tenemos que usarlo. De este modo, el niño sabe que tiene a su mamá o a su papá a su lado; no en contra, criticando y juzgando.

Una de los principales objetivos de la crianza consciente es precisamente validar las emociones, entender a los hijos. Y esta crianza es como una prima hermana de la que llamamos “de apego”, la cual según López es fundamental hasta cerca de los cuatro o cinco, años hasta que el niño aprenda los recursos de la socialización. “La crianza consciente surge a partir del momento cero de gestación y tiene que durar toda la vida juntos en una familia: respeto consciente de mí y del otro”. apunta la psicóloga.

En el aula

Cuando un menor ha sido educado desde la crianza consciente y llega al aula eso se nota, asegura Natalia Jiménez Terán, psicopedagoga. “Este tipo de crianza respetuosa y consciente se centra en el niño y en sus necesidades, atendiéndolas desde el entendimiento y el respeto. Son dos palabras muy importantes porque así como yo me dirijo a mi hijo y le enseño, eso va a impactar en la relación con sus pares”, explicó.

El efecto en la escuela es muy bueno, según sostiene. Porque este tipo de crianza deja de lado la violencia y los gritos. “Aprenden a perdonar y a comprender más porque con esta crianza se escucha más. También se trabaja la empatía”, resalta.

Pero llegar a esto no es un camino fácil. La crianza implica ser  consciente de todas las instancias de interacción con nuestros hijos, poder ver cómo nos conectamos con ellos a un nivel mas profundo; significa verlo en su esencia, remarca.

Según la especialista, crianza consciente y respetuosa no debe ser sinónimo de no poner límites. Todo lo contrario. “La diferencia es que se pone el límite desde otro lugar; hay una mirada más desde la escucha, el entendimiento, el diálogo y la amabilidad”, remarca.

“Los niños aprenden no solo de lo que nosotros transmitimos, sino de cómo se lo transmitimos. Educar respetando hace que el niño traslade eso en sus formas de relacionarse con los demás. Es muy positivo. Aprenden a gestionar sus emociones y a controlar sus propias acciones”, resalta. Según Jiménez Terán, si esta forma de crianza se extiende más también sería bueno hacer un trabajo complementario en el aula. “Así se evitarían muchas situaciones que hoy tenemos por la falta de empatía”, puntualizó.

Identificar emociones

Ante un berrinche, en el marco de la crianza consciente, lo ideal sería entender de forma calmada, las razones de esa conducta, abrazar al niño y tratar de ayudarlo para que comprenda lo que pasó o pueda expresar lo que siente. Los padres necesitan paciencia. Mucha. Luciana Casmuz, instructora de yoga, trabaja en un colegio primario y es mamá de Alejo, de seis años. Opina: “crianza consciente para mí es una manera de educar, en la cual nosotros respetamos a nuestros hijos y respetamos su forma de ser y sus emociones”.

Ella, que se ha sumado a esta tendencia, cree que es importante acompañar a nuestros hijos por medio de las emociones y ayudarlos a que ellos las identifiquen. “Le pregunto siempre qué emoción tuviste hoy. Mi hijo me dice, por ejemplo, cuando estuvo triste porque peleó con algún compañero o cuando estuvo feliz porque jugó mucho. El acompañamiento, la observación y el seguimiento es fundamental; más que cantidad de tiempo con ellos es la calidad”, resalta.

“Es estar presentes en todo sentido; no estar ahí pero con la cabeza en otro lado. El tiempo pasa y cuando nos damos cuenta  ellos crecen muy rápido. Para mí, crianza consciente es también disfrutar muchos momentos inolvidables con mi hijo, más que darle cosas materiales”, añadió.

Consejos

Todos deseamos ser unos buenos padres. No es fácil. Venimos de muchísimos años de un paradigma de crianza tradicional, donde la educación se hacía de una forma jerárquica, donde el adulto era el que sabía y ordenaba y el niño simplemente tenía que obedecer.

La crianza consciente viene a romper muchos moldes. La psicóloga Cecilia López da algunos consejos:

- Tenemos que respetar la infancia de nuestros hijos ya que la infancia es sagrada

- Es bueno mirar a nuestros hijos y hablar con ellos (ellos sienten nuestra escucha solo si los miramos). Escuchar con los oídos, los ojos y el corazón

- Respetar sus opiniones para orientarlos en sus errores y decirles cuáles son los nuestros (“a veces me cuesta”, “a veces no puedo”, etcétera)

- Demostrar nuestras emociones frente a ellos haciéndonos cargo de ellas (”estoy triste”, “tengo miedo”, “me enojo...”)

- Abrazarlos mucho para que registren la contención/límite: les ayuda a su autoestima (ya que está se firma en la infancia y se manifiesta exageradamente en la adolescencia)

- No decirles todo el tiempo lo que no pueden hacer; decirles lo que sí pueden hacer

- Decir una frase que llega al corazón de un hijo y lo marca en su felicidad: “Te veo... Aquí estoy”