“Para mí como actor ‘Sex’ significó un crecimiento enorme, no sólo en lo actoral sino también en lo emocional. Es mucho más que una obra de teatro. Es una experiencia que nos lleva a actores y a espectadores a transitar un lugar de mucha inteligencia emocional”. Lo declara a LA GACETA Christian Sancho, uno de los protagonistas de la obra de José María Muscari con coreografías de Mati Nap que sube a escena hoy, a las 21, en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

Junto a Sancho, Ginette Reynal, Valeria Archimo, Celeste Muriega, Mario Guerci, Nacho Sureda, Maxi Diorio, Sebastián Francini, Soledad Bayona, Tito Díaz, Ana Devin y Martina Lapcak conforman una troupe en una propuesta con música, baile y teatro donde lo visual y sensorial ilumina las incertidumbres del público sobre el sexo. Es un show para que disfruten mayores de 18 años.

“No se trata de hablar de sexo; se habla de libertad -define Sancho-. Obviamente, cuando todo está consensuado en la pareja, el sexo adquiere plenitud y libertad. Y cuando se baja ese mensaje desde esta posibilidad de hablar sin prejuicios y sin tabúes para empezar a deconstruir la sociedad desde un lugar muy positivo, ‘Sex’ es un espectáculo que permite crecer como actores y como seres humanos. Más allá de ser el protagonista y el coach en este paseo emocional lleno de sensaciones, este es uno de los mejores espectáculos que he podido transitar, más allá de las salas llenas y de todo lo que genera en una hora y media”.

- ¿Qué pesa más en el éxito, el director o el elenco?

- ‘Sex’ es una cantidad de actores que sale constantemente de gira y ningún actor en particular determina su éxito. Lo exitoso es la creación de Muscari. Podemos cambiar todo en escena, pero la esencia generada por Muscari y Napi seguirá vigente. Hablamos de una compañía que trasciende nombres en escena.

- La obra se estrenó en pandemia, pasó a la virtualidad y volvió a la sala presencial.

- Gracias a Dios. Para los actores adaptar el formato a las salas en gira significa una energía enorme, así como encontrarnos con salas llenas y con recibimiento de recital en cada puesta. A mí me emociona mucho como artista porque bailamos, cantamos, actuamos y hacemos todo.

- ¿Cuánto los ha potenciado la pandemia?

- Muchísimo. Hay una necesidad imperiosa de salir, de disfrutar, y esta obra propone eso, el disfrute. La fiesta en cada puesta la gente la necesita, y agradece.

- Teniendo en cuenta que las primeras funciones de ‘Sex’ se plantearon en un espacio mezcla de night club, bar y cabaret, ¿cómo se adapta a una sala con butacas?

- El público siempre fue el corazón de ‘Sex’ y hay una interacción muy grande. Nosotros ponemos nuestro arte, el alma, y la vida la pone el público. Porque en ese ida y vuelta bajamos a la platea e interactuamos todo el tiempo. No es un espectáculo invasivo; es muy empático con el espectador, y se genera una concesión porque los actores nos damos cuenta de quién quiere participar. Son todos bienvenidos: los que quieran participar y los que sólo quieren mirar. No hay lugar para la incomodidad. Sólo hay un flow, no hay dispersión y es simbiótico lo que se genera con el público.

- ¿Cuánto importa el poder de la belleza física del elenco?

- Importa lo que generamos como artistas. A mí me hizo crecer muchísimo, insisto, desde un lugar muy distinto al que venía trabajando, en dos comedias exitosas. Aquí hago algo bien distinto como ser un host, interactuar con la gente, llevarlos, jugar con ellos, tener la impronta constante que te da este show, donde cada función es distinta y en todas te encontrás con algo nuevo. Sí tenemos un libreto-guía, pero el público lo lleva y nosotros hacemos lo que ellos quieren. En ese disfrute van jugando con los personajes, en acciones de menor a mayor.

- ¿Creés que puede ser el germen de un nuevo género?

- Siento que va haber un antes y un después de este espectáculo, porque las propuestas teatrales tienen que tener una nueva interacción. Es un fenómeno teatral desde la forma novedosa en que deconstruye y propone vivir la sexualidad y el sexo en libertad.