No ha sido una buena semana para el oficialismo. Juan Manzur llegó el viernes a Tucumán en medio de una tormenta nacional, con bloqueos en las rutas por un gasoil escaso y caro, con una interna caliente que se proyectó al pronunciamiento de la liga de gobernadores en cuestiones sensibles como la inflación, el reparto del dinero y la crisis energética. Osvaldo Jaldo fue a Buenos Aires a buscar respuestas para una situación que le costó un paro de transportistas de carga y un poco habitual movimiento aéreo del vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo. Cuentan que la tarde del viernes encontró al jefe de Gabinete de la Nación y al gobernador interino con expresiones de cansancio en sus rostros, además de preocupación.

Manzur no lo dice públicamente por su rol en la Casa Rosada. Pero la situación política, institucional y económica del país es una de las más difíciles desde que Alberto Fernández es presidente de la Nación. Al gobernador en uso de licencia le inquieta el “fuego amigo”. A nivel nacional y también en la provincia. Lo dejó entrever la noche del viernes en su residencia de Yerba Buena cuando llamó a la unidad, otra vez, del Frente de Todos. La doble conducción de áreas de Gobierno son cada vez más visibles y, por esa razón, hay ministros que sienten una sensación de incomodidad frente a secretarios o asesores con igual o más poder de decisión. Jaldo dice que no promueve interna alguna; Manzur recibe constantes quejas por el denominado doble comando.

En suma, el binomio gubernamental sabe que, a medida que se acerquen las elecciones, mayor será la presión de la dirigencia por espacios de poder. La torta es chica para tantos comensales. Frente a esa realidad, arrancaron los encuentros con los 15 intendentes peronistas. “No pesquemos en la misma pecera; salgamos a buscar a aquellos dirigentes que quieren ser parte de este proyecto político”, arengó el ministro del Interior, Miguel Acevedo, ante los jefes municipales.

Las pujas se observan en cada uno de los departamentos. Muchos referentes oficialistas observan que el panorama se presenta bastante competitivo para las aspiraciones de los líderes territoriales, acostumbrados a la conformación de nóminas de candidatos sin grandes discusiones.

Manzur avisó que vendrá más seguido a Tucumán para acompañar a Jaldo en las recorridas por el interior. Ya se proyectan encuentros con legisladores, con comisionados rurales, con concejales y con dirigentes de cada sección electoral o ciudad que se visite. La complejidad de las urgencias económicas lleva al jefe de Gabinete a acelerar los trámites para garantizarle a intendentes y a comisionados rurales el derrame de las obras que se inaugurarán este año y también el próximo, cuando se busque renovar el voto a la gestión.

Pensar en que el gobernador natural deje la licencia en el cargo en el corto plazo sería admitir que no pudo consolidarse como jefe de Gabinete. Esa idea hoy es lejana a la realidad. Manzur trata de consolidarse dentro de la mesa chica del poder del país y, si tiene la posibilidad de hacerlo, colarse en las internas del Frente de Todos dentro de alguna fórmula que el PJ presente dentro de las PASO. El proyecto de Manzur es de largo aliento, más visible para 2027 que para 2023. Sin embargo, la dispersión de liderazgos favorece sus intenciones de asumir roles más protagónicos en la política argentina.

Jaldo, a su vez, trata de sostenerse como el principal candidato a la sucesión por más que el intendente de Tafí Viejo, Javier Noriega, ya haya anticipado su intención de pugnar por llegar a la gobernación el año que viene. El tranqueño apela a lo que él denomina el sentido común de la política, independientemente de que en 2021 ha vivido una feroz disputa con Manzur. Ambos se necesitan mutuamente. En el peronismo gobernante de los últimos años se ha dado una situación de traspaso de mando nada caótico. Sucedió con Julio Miranda que bendijo a José Alperovich para convertirse en su gobernador. Éste, a su vez y después de tres período, cedió el poder a su vice, Manzur, aunque hoy ambos estén fuertemente distanciados. El sanitarista ha dicho en varias oportunidades que Jaldo es el conductor de la provincia. El entrante le ha dado cierta tranquilidad al saliente frente a eventuales problemas futuros. Las pintadas en las paredes han dado testimonio de un eventual enroque del binomio oficialista o de convertir al actual jefe de Gabinete en el gran elector. En ese caso, buscaría designar al vice y también al eventual presidente subrogante de la Legislatura.

De reojo, la oposición

Mientras en la cena del viernes se ha pedido a los intendentes que, si hay internas, “los trapitos se laven puertas adentro”, de reojo el Frente de Todos observa las disputas en Juntos por el Cambio. Por ahora, el oficialismo cree que puede retener el poder con tanta atomización en el arco opositor. En Casa de Gobierno cada día que pasa señalan que el intendente capitalino y líder del Partido de la Justicia Social (PJS), Germán Alfaro, se ha mostrado desencajado en las últimas a pariciones públicas, ya que las encuestas -algunas encargadas por el oficialismo- muestran que el diputado radical Roberto Sánchez tiene serias posibilidades de ser el rival directo. Aún así, el jaldismo busca debilitar tanto al PJS como al radicalismo con el reclutamiento de dirigentes que podrían tener cargos dentro del Poder Ejecutivo y que, además, conformarían un espacio transversal pensando en las elecciones generales del año que viene.

La campaña está lanzada desde hace un largo tiempo. Además de captar la mayor atención posible de la ciudadanía, oficialismo y oposición tendrán que lidiar con sus propias peleas internas. En este caso, como en otros órdenes de la vida, no se trata de parecer, sino también de ser una verdadera opción política que mejore el destino de los tucumanos, más allá de los eslogan de campaña y de las históricas promesas de la dirigencia.