Mientras algunos valientes intentan cruzar a pie, por la ruta (devenida en avenida) circulan autos, motos, camiones de pequeño y gran porte, bicicletas y carretas. A eso lo musicaliza el ya común ruido de bocinas, de un lado y del otro. De manera orquestada -o con muuuucha suerte- rompen con la monotonía los vehículos que a) se meten a contramano, b) circulan como quieren por la calle o c) manejan a velocidades como mínimo peligrosas. Al fin y al cabo, es un día cualquiera en el Camino del Perú.

No importa cuándo leas esto. La situación no es nueva. Hay de todo: accidentes y una constante falta de respeto por las normas de seguridad vial, picadas, carreras, hechos de inseguridad, personas en la banquina esperando el colectivo, bikers y hasta runners. Y todo eso empeora por el estado de la ruta, llena de baches e insuficiente para el volumen de tráfico que posee. “Está explotado el Camino del Perú. Es mucho el tránsito que hay desde las 7.30. Hace muchísima falta otra ruta que sirva para desviar y descomprimir el tráfico. En hora pico, la fila de autos puede llegar a ser de cuatro cuadras”, dice Julio Hernández, que dirige el tránsito frente a la Sociedad Rural.

Acostumbrados al riesgo

En la intersección con la avenida Perón o en Tafí Viejo, todos los vecinos opinan lo mismo. Hay muchos peligros. “Día de por medio hay un accidente, porque los vehículos no tienen conducta”, dice Romina Zelaya, que desde hace 33 años vive sobre la ruta, a la altura del barrio Malvinas Argentinas. Mientras charla con LA GACETA, la mujer riega las plantas, los árboles y los arbustos que decoran su casa. Naturaleza que oficia de escudo contra posibles accidentes.

LA GACETA/FOTO DE ANTONIO FERRONI

Dos veces -cuenta la vecina- corrió riesgo su vivienda por la colisión de vehículos. “Una vez chocó un auto con un árbol a pocos metros de casa. Y antes de la pandemia, también, un pibe pasado de copas entró al terreno y se dio vuelta con el auto. Salió ileso, pero por pocos metros choca con mi habitación”, relata e indica: “nos acostumbramos a todo esto... No nos queda de otra. No me da para comprar otra cosa, para irme...”.

“Manejar por acá es un desastre. Hace más de 10 años que vivo aquí y siempre está todo igual, a lo sumo se hacen algunas mejoras en el asfalto. Vi pasar autos haciendo zig zag, sin papeles al día; una vez un auto chocó a una nena... “, resume Leonardo Prada, que atiende un quiosco sobre la ruta. Agrega que hay problemas de inseguridad: “yo veo vecinos que bajan del colectivo y salen corriendo para sus casas. Los ladrones ya no tienen horarios; roban hasta en la siesta. Tengo una parada de colectivo afuera de casa y a veces paso por ahí antes de entrar el auto, para ver si se esconde alguien”.

“Hay personas que aprovechan que estamos nosotros controlando el tránsito para ir a hacer compras o ir a la farmacia, si no, no van. Tenemos muchos vecinos que han fallecido en accidentes. Hay urgencia de modificaciones en la ruta”, dice Fátima, varita y vecina de San José. Y es cierto: cruzar, para los peatones, es todo un suplicio. “Es un desastre. Tenés que salir media hora antes porque, por ejemplo, si tenés que tomar el colectivo, podés perderlo mientras intentás llegar a la parada. Además, vivis con miedo a que te roben o a que haya un accidente”, dice Yessica Sánchez, que espera en Villa Carmela el colectivo para ir a Tafí Viejo. Al costado de una gran zanja.

Y para colmo de males...

Hace tres semanas hubo un milagro con suerte en la zona del barrio Malvinas Argentinas. Un joven descendió de su vehículo a comprar pan, pero al regresar se dio con que el rodado no estaba. No le había puesto freno de mano y el vehículo ya se encontraba del otro lado de la ruta; al intentar frenar el auto, el hombre cayó al zanjón, y el transporte encima suyo. Salió ileso.

Como si no hubiese suficientes problemas en torno al endeble Camino del Perú, ahora hay una nueva dificultad: en algunos tramos, el canal que lo atraviesa se está desmoronando. Este hecho con suerte demuestra que en algunas zonas la banquina ya ha desaparecido. De hecho, Yessica comenta que hay que tener cuidado al bajar del colectivo, porque un mal paso podría hacerte caer al pozo de tres metros.

LA GACETA/FOTO DE ANTONIO FERRONI

“Ese es un desagüe hidráulico, que se llama Quebrada 6. Viene desde el cerro -cuenta Ricardo Abad, titular de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV)-. Si bien no nos corresponde, ya estamos mandando a la Secretaría de Obras Públicas un proyecto para repararlo o dejarlo en condiciones y que deje de ser peligroso; pero el gran problema es que no hay ningún proyecto de envergadura”. Lo que sucede es que los grandes caudales de lluvia van “comiendo” la calzada.

“Nosotros tratamos de mantener la banquina. Después de las lluvias mandamos personas a limpiar la ruta, porque el agua que cae es de arrastre; trae palos, piedras y hace destrozos”, detalla Fabián Assán, delegado comunal de Cebil Redondo, y explica que se están tomando medidas en la zona para mejorar la circulación y la iluminación.

Necesidades y proyectos

De un tiempo a esta parte, la inversión conjunta de los municipios en personal y en semáforos ha logrado mejorar un poco la circulación, pero no es suficiente. “Nosotros tenemos un anteproyecto para lograr que el Camino del Perú sea una avenida de dos trochas, pero no hay financiación -dice Abad-; además, haría falta una planificación mayor porque es una gran zona urbana. Ese camino ya no es más una ruta. Hay que buscar otras alternativas”.

Por el momento, se continúan haciendo reparaciones para que la vía pueda soportar el tránsito. “Lo estuvimos repavimentando hace poco en las partes más críticas, pero vamos a seguir tratando de ampliar la calzada un metro hacia cada lado”, agrega el funcionario.

“Tenemos el proyecto de recuperar la vieja traza de la calle Juan B. Terán, que es paralela al Camino del Perú. Eso va a descongestionar la zona; viene a vincular la zona norte con la zona sur, y, además, da una conexión y una posible doble circulación en la zona”, adelanta Assán y añade: “la idea es, además, lograr una conexión con calle Fanzolato y que los vecinos puedan salir directo a la avenida Perón”.

Mariano Campero, intendente de Yerba Buena, también adelanta a LA GACETA que ya se están pensando opciones para descomprimir la ruta. “Por lo pronto, estamos en reuniones con la Municipalidad de Capital para levantar la rotonda de avenida Belgrano y avenida Perón. Además, estamos trabajando para ensanchar caminos -indica-; el Camino del Perú se ha transformado en una arteria que en horarios pico colapsa, por eso se están analizando otras alternativas para conectar el municipio con Villa Carmela, como la calle Fanzolato”.