La semana pasada, los argentinos Pato Bonato y Denise Garraza estaban en una terminal de Lviv (Ucrania) buscando la manera de salir de ese país bombardeado por Rusia. El colectivo que debían tomarse nunca llegó y estaban desorientados cuando conocieron a Iván Bobeiko, un joven ucraniano que fue clave para su huida. 

Su consejo fue contundente: tenían que tomar el siguiente bus o de lo contario terminarían como refugiados hasta quién sabe cuándo. Sin dudarlo, le hicieron caso. Le pagaron en mano al chofer y subieron, Iván hizo lo mismo. Pero el destino del ucraniano y el de muchos hombres de su misma nacionalidad que viajaban a bordo, cambió kilómetros más adelante. Fuerzas armadas detuvieron el colectivo y ordenaron que todos los hombres bajen porque debían alistarse para pelear en la guerra contra Rusia. Pato fue el único que se salvó, por ser extranjero. 

Denise y Pato llegaron a Katowice, en Polonia, y luego siguieron viaje hacia Copenhague, en Dinamarca. Desde allí lograron encontrar a Iván, a través de Instagram, y contactarse con él. Les contó que si bien todavía no lo enviaron a combatir, está refugiado junto a otras personas en el sótano de una casa. También relató que la situación en Ucrania es desesperante, que empeora a cada minuto y se escuchan sirenas todo el tiempo. 

Los argentinos están buscando la manera de enviarle ayuda. "Necesita un vehículo para trasladarse a otra ciudad", pidió Pato en sus historias de IG. A la distancia, la pareja busca acompañar y retribuir el favor al hombre que bautizaron como su ángel. "Por ahora nos quedamos en Dinamarca pero estamos analizando si seguimos viaje", relataron. Ellos tampoco se sienten seguros.