En 2009, como antes había ocurrido en Socompa, las lagunas de Tolar Grande, en la puna salteña, se transformaron en un laboratorio a cielo abierto: también en sus aguas cristalinas pero muy saladas, con pocos nutrientes y gran contenido de minerales como arsénico y azufre, los estromatolitos (primigenias formas de vida que se integran en “tapetes microbianos” que parecen rocas vivas) dijeron “presente”.

Y los científicos que los encontraron, encabezados por la bióloga María Eugenia Farías, no dudaron: ese tesoro debía ser protegido. Y para ello la participación de la comunidad era crucial.

“Para lograrlo, nos dedicamos con fuerza a la divulgación (durante más de 10 años); eso generó interés y -de la mano- capacitación a la población. comprendieron el valor agregado que tenían esos paisajes increíbles, y esos pozos de agua cristalina”, cuenta Farías.

Refugio de vida

Así fue como, en esa zona de la Reserva Provincial Los Andes, y “ante la necesidad de un mayor grado de conservación”, explica Hugo Peyret, estableció, por decreto provincial 1192/11, que el entorno de las lagunas sea considerado Refugio Provincial de Vida Silvestre.

“Además de haber trabajado la creación de conciencia con la población general, se capacitó a un guardaparque provincial... Y es emocionante ver con qué orgullo explica la importancia de ‘sus’ estromatolitos para la comprensión de la existencia de vida sobre el planeta”, agrega Farías y destaca que esta sinergia ente lo científico y la comunidad local no sólo protege el patrimonio de todos: “también consolidó la promoción turística comunidades originarias, que genera ingresos para ellos”.

Infraestructura

En 2014 - informa Peyret- se llevó a cabo la primera etapa de una obra de infraestructura que busca al mismo tiempo la protección (la zona puede sufrir daños con facilidad) y facilitar el trabajo de los estableció la vía de ingreso y el espacio de estacionamiento, y se construyó el primer tramo de pasarelas). “Está previsto que este año este comience la segunda etapa, con más pasarelas y balcones”, agrega.

En todo ello la comunidad es protagonista, y parte de ese trabajo (“otra forma de divulgación”, señala, no sin orgullo, Farías) se refleja en la cartelería que diseñaron y produjeron los lugareños.