Claudio y Sandra saben que sus hijos tienen cualidades únicas. Son un tanto (tal vez demasiado) singulares. En el colegio tuvieron problemas de conducta, no hacen amigos fácilmente y que casi nunca son invitados a los cumpleaños. Pero solo un buen padre y una buena madre saben reconocer las virtudes y protegerlos de un mundo mediocre y decadente.

El premiado musical “Los monstruos”, con dramaturgia de Emiliano Dionisi y música de Martín Rodríguez, es el estreno que Fundae presenta esta noche, desde las 20 en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550). Andrea Barbá y Mariano Juri protagonizan la obra, con música en vivo interpretada por Rodrigo Noé Ferreyra, Germán Herrero Heinecke, Anabel Yorbandi, Hernán Ruiz y Fátima Biñón, y la dirección general de Sebastián Fernández.

“Es un drama contemporáneo que aborda las complejas relaciones de los padres y madres con sus hijos e hijas en edad escolar. El pesado mandato de lograr que se integren a cualquier precio a un mundo con contradicciones y violencias aporta tensión a la trama de una obra que saca a la luz la crisis de los adultos que no saben cómo encarar los conflictos de las nuevas generaciones y temen fracasar”, explica el director.

- ¿El eje son las canciones?

- Son un elemento fundamental, le otorgan a la narrativa una rítmica muy potente sobre los estados internos de los personajes, sintetizando la acción y los diálogos y, a veces, introduciendo la distancia dramática para leer  la obra en clave metafórica.

- ¿Quiénes son los monstruos?

- Inicialmente, parecen ser los ausentes a quienes los protagonistas hablan o de quienes hablan. Pero luego los personajes dejan caer sus máscaras y se revelan como seres extraños que no se reconocen a sí mismos, y caen en una ambigúedad en la que parecen estar interactuando con los niños que ellos mismos fueron.

- ¿Qué significa la mirada de los padres para el hijo?

- Funda, en gran medida, la identidad de los hijos desde las primeras etapas de la infanci. Instala la posibilidad de decir “yo soy”, un vínculo que condiciona el proceso de socialización futuro. Lo conflictivo se da cuando los adultos proyectan sus deseos y traumas en sus hijos, sin dar lugar a que la diferencia se manifieste. Cuando se empecinan en que sus niños satisfagan sus propios deseos incumplidos, dejan de escucharlos; los arrojan solos a un mundo cada vez más descarnado e individualista y es allí donde los monstruos aparecen.

- ¿Estamos rodeados de monstruos ocultos?

- Quienes integramos esta sociedad nos movemos cotidianamente con acuerdos y contratos más o menos tácitos que nos permiten circular y relacionarnos en comunidad. Pero hay muchas zonas que quedan fuera de las convenciones, aspectos de la personalidad que no llegan a ser canalizados y allí es donde irrumpe lo monstruoso: cuando no somos capaces de escuchar al otro o la otra en su singularidad, no indagamos en sus silencios, no prestamos atención a lo que se comunica aún sin palabras...

- ¿Y para qué significa para los niños y niñas?

- Propio del pensamiento infantil, los monstruos son la representación fantástica de los miedos difíciles de ser simbolizados en el lenguaje y que asumen formas extrañas que se alejan de lo conocido. Encierra una paradoja: oprime a quien sabe que ese miedo vive allí, al otorgarle entidad y carnadura, y a la vez lo libera al permitir que quede encerrado en el significante monstruo y circunscrito al plano de una fantasía al margen de la realidad cotidiana. Crecer, en alguna medida, supone encerrarlos en algún sitio para que ya no puedan atormentarnos. Pero a veces resultan ser demasiado grandes e irrumpen en la vida adulta de modos inesperados.