Un nuevo estudio muestra cómo el ejercicio puede potenciar la salud mental. El ensayo, que ha sido realizado en ratones, descubrió que una hormona producida por los músculos durante la actividad física se traslada al cerebro y mejora la salud y la función de las neuronas. De esta manera, beneficia el pensamiento y la memoria, tanto en animales sanos como en los que padecen una versión roedora de la enfermedad de Alzheimer.

Al punto que estos hallazgos, publicados en The New York Times, sugieren que movernos podría alterar el curso de la pérdida de memoria al envejecer o de padecer demencia. Las evidencias no suenan descabelladas, puesto que estudios previos a gran escala ya han indicado que las personas activas tienden a ser mucho menos propensas a desarrollar Alzheimer y otras formas de demencia que las personas más sedentarias.

Pero, ¿de qué manera hacer ejercicio afecta los funcionamientos internos de nuestro cerebro a nivel molecular? Los científicos han especulado que quizás los músculos y otros tejidos podrían liberar sustancias durante la actividad física que viajan al cerebro y ahí dan inicio a ciertos procesos. No obstante, barajan además la posibilidad de que el ejercicio modifique de manera directa el ambiente bioquímico dentro del cerebro, sin que tengan que involucrarse los músculos.

Hace una década, esas cuestiones despertaron el interés de un nutrido grupo de científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard y de otras instituciones. En 2012, algunos de esos investigadores, dirigidos por Bruce M. Spiegelman identificaron una hormona hasta entonces desconocida que se produce en los músculos de los roedores de laboratorio y de las personas durante el ejercicio y que luego se segrega en el torrente sanguíneo. A la nueva hormona la llamaron irisina, en honor a Iris, la diosa mensajera de la mitología griega.

Al seguir el trayecto de la irisina por la sangre, descubrieron que esta a menudo se dirigía al tejido graso, donde era absorbida por las células adiposas, desencadenando una cascada de reacciones bioquímicas favorables para estimular nuestro metabolismo. Empero, Spiegelman y sus colegas sospecharon que la hormona también podría desempeñar un papel en la salud del cerebro. Por ello se propusieron indagar al respecto. Y hace unas semanas se publicó en la revista Nature Metabolism su nueva documentación, en la que revelan que los ratones jóvenes, los animales ancianos e incluso los que padecían casos avanzados de Alzheimer empezaron a tener mejores rendimientos en sus pruebas de memoria y capacidad de aprendizaje.

Finalmente, los científicos también encontraron signos de reducción de la inflamación en los cerebros de los animales con demencia, lo cual es importante, ya que se cree que la neuroinflamación acelera la progresión de la pérdida de memoria.


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