El gobernador Manzur nos dijo y dice a los tucumanos que cuida nuestro futuro. Pareciera ser que en ese futuro no tienen lugar el medio ambiente, los ecosistemas, los derechos ambientales y la salud de los Ciudadanos. A lo largo y ancho del territorio, tenemos: Derrames cloacales, residuos sólidos urbanos, contaminación con cachaza y vinaza, ruido, quema de cañaverales, inundaciones etc. La provincia por sus condiciones topográficas, climáticas, hidrológicas y su alta densidad poblacional, es muy vulnerable y por ello cualquier alteración ambiental impacta sobre sus ecosistemas: agua, suelo, aire, sus componentes bióticos y la salud de las personas. Por ello se debe de contar con mapas de vulnerabilidad ambiental y planes de emergencia, instrumentos de los que no se dispone. Las políticas de estado en la materia, brillan por su ausencia. Son numerosos los pasivos y las falencias que existen con relación a la preservación, conservación y restauración del ambiente, por ejemplo: Falta de acceso a la información pública ambiental y de un ordenamiento territorial sobre el uso del suelo. Nuestra legislación sobre el uso de agroquímicos es obsoleta, carecemos de mapas de vulnerabilidad y de planes de emergencia ambiental. Con relación a los bienes culturales, históricos, arqueológicos y arquitectónicos que forman parte de nuestro ambiente, en la práctica no son tenidos en cuenta ni valorados. Lo más importante: Carecemos de controles eficientes y de educación ambiental sistemática y permanente. El futuro ambiental de Tucumán, depende fundamentalmente de las decisiones que tomen las autoridades que gobiernan el estado tucumano (provincial, municipal y comunal). Es hora que asuman sus responsabilidades y actúen correctamente, como lo exigen los mandatos constitucionales que un día juraron cumplir. No se puede seguir esperando. Llegará el día que será demasiado tarde.

Juan Francisco Segura

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