- ¿Por qué se llama La vuelta incompleta y en tal caso cuál sería la vuelta completa?

- Un título no es “siempre” una sinopsis de lo que el texto pretende exponer; a veces, como es el caso, es un vuelo por encima e indica una torsión de la materia objeto de la narración que se apoya, en La vuelta incompleta, en cierto ritmo, tal como lo insinúa la palabra “vuelta” (dar vueltas, tratar de alcanzar, circunloquios). Si fuera “completa” la narración concluiría su vuelo; se trataría, en cambio, de una prolongación, de lo que queda flotando y que se traduce en la posibilidad del efecto por vía de la incertidumbre. ¿Acaso escribir no es internarse en una zona incierta? A menos que se suponga, con arrogancia, que está todo dicho y que lo que se dice no tiene, precisamente, vuelta.

-El autor pregunta: “¿Qué diferencia hay entre enigma y misterio?” “El enigma se devela, literatura policial; el misterio no, acompaña y determina una creencia”. ¿La vuelta incompleta es un enigma o una novela policial?

-La diferencia es clara: el enigma está en el orden de la experiencia de lo concreto y real. Nos topamos con enigmas todos los días, los resolvemos: una actitud, un hecho, es enigmático de entrada pero invita a develarlo; un misterio sobresalta, se lo admite y todo queda tal cual; frente a un misterio la realidad tiembla pero no se modifica, a menos que se lo deseche, tal como ocurre con la fe: que Cristo haya resucitado es un misterio, nadie en sus cabales piensa que no hay razón para ello pero, por el contrario, ahí está, duro en su consistencia. En efecto, la narrativa llamada “policial” es enigmática, algo se devela y, cuando no, hace presencia el misterio, creer o reventar. En este texto los enigmas se suceden, develar uno lleva a develar otros que están como a la espera; a grandes rasgos, el enigma es en La vuelta incompleta cómo los perseguidores son los mismos que deberían detener la persecución y de alguna manera tiene que ver con el sentido que pueden tener los indecisos hechos, lo cual se comprende o no, espero que se comprenda y que comprenderlo genere lo que podemos llamar “el placer del relato”.

-Proyectar es necesario para mantener la vitalidad y el deseo. ¿Cuál es el tu próximo proyecto?

-Mi proyecto, si es que mi propósito de escribir puede ser un “Proyecto”, no es retomar lo incompleta de la vuelta y tratar de darle otra vuelta, sino de situarme en otra parte siempre que siga vivo el deseo de seguir indagando en lo que encierra mi imaginario, atisbos, esquirlas, restos que piden angustiosamente tomar una forma. Me ayuda el sueño: mis angustiosas duermevelas son una fuente de brotes que me llevan a emprender un poema, un relato, un ensayo. En el momento estoy intentando un nuevo relato que, creo, tiene otro carácter; puedo adelantar que no es de “género”, no es policial, no es histórico, no es psicológico, intento trabajar sobre la palabra, dicho así, metafóricamente, exprimir la expresión para llevarla a otra parte.

-Entrar en los tejidos de poderes de la democracia y del poder de los capitales es caminar a tientas en la selva dantesca. Solo pequeños rastros de luz en un follaje anómalo y contrahecho. ¿Se sale de allí? ¿Hay espacio para las utopías?

-¿Podrá el capitalismo ser derrotado considerando que se basa en la acumulación y la acumulación es uno de los gestos más primarios de la relación del ser humano con la realidad? El problema reside en el modo de tratar la acumulación: lo que más se ve es que muchos se pliegan a lo que es predominante, o sea las derechas que están constituidas por un lado por tramposos y especuladores y por otro por tontos, que viven en un “es así” tan nebuloso como que les garantiza la seguridad; pero también puede pensarse, y se hace a diario, en otros modos de tratar con ella: negociando, frenando: ésa es la respuesta correctiva que, en la práctica, se encuentra con grandes límites porque la derecha es poderosa, en esto estamos; y, por fin, la utópica que, por cierto, tiene su expresión y su presencia, la utopía es alimentada por el deseo y vaya uno a saber cómo podría cambiar de carácter: lo hace en las novelas pero creo que ninguna política la asume “in toto”, ni siquiera las izquierdas. ¡Qué embrollo! En determinado nivel toda esa madeja nos hace infelices y hasta culpables: ¿se puede vivir tranquilo sabiendo que los desechos del capitalismo viven en la calle, se alimentan con restos, carecen de futuro personal e individual?

-Voy a salir de la literatura para que hagas literatura. Hace varias décadas atrás junto a Alberto Milsztein teníamos un programa radial llamado “escondidos y espiando”. Una invitación a esconderse. ¿Qué lugar elegirías para esconderte y espiar?

-Buena pregunta. Muchas veces me pregunto adónde podría apartarme, esconderme, y no tengo respuesta para mí. Si fuera Gauguin podría tratar de irme a Tahití, pero como no lo soy ni siquiera podría pensar en meterme en “El impenetrable”, abolir el teléfono, olvidarme de mis amigos, dormir en un lecho de paja. Tal como soy, no sólo no puedo pensar en esconderme sino que no quiero: sea como fuere, entre el deseo, escribir, querer a mis hijos y a mis amigos, creer en el talento de muchos que me rodean, y ver por las mañanas el cielo resplandeciente y escuchar por las noches el palpitar de las sombras, esconderme me parecería un total absurdo; sea como fuere, queda mucho por hacer. Y, en cuanto a espiar, no queda otra, todo lo que pasa por mis ojos es espiable, hasta los recuerdos lo son.

© LA GACETA - Por Marcos Rosenzvaig.

PERFIL

Noé Jitrik, nació en Rivera, La Pampa, en 1928. Es crítico literario, ensayista, poeta y narrador. Desde 1990 dirige el Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires. Integró la revista Contorno y ejerció la docencia en universidades de Argentina, Francia, México –donde vivió su exilio–, Colombia, Estados Unidos, Puerto Rico, Uruguay y Chile. Es autor de más de 50 libros. Entre otras distinciones, le fueron otorgados tres doctorados honoris causa, tres premios Konex y fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés.