La ley del aborto es el logro de una larga lucha de la mujer con un embarazo traumático, para que se atienda este tema, que aún es estigmatizante culturalmente; pero no se la redactó desde una cosmovisión de la realidad argentina; por lo tanto es como un rompecabezas al que le faltan las piezas más importantes para llevarlo a la práctica. Partiendo de la ausencia de un correcto sistema de salud, de un presupuesto adecuado para sostener tanto los recursos humanos, como los financieros y administrativos específicos. Lo que más importante es el sistema educativo, que debe ser el responsable de la aceptación cultural de todos, no en el contexto de un relato político militante que alucina, sino en un plano educativo que abarque a la sociedad en su totalidad, con seriedad, responsabilidad, respeto profesional y científico, lo que ahora es más bien una utopía. Una de las piezas faltantes de este rompecabezas es la responsabilidad del hombre en cada aborto. No existe la generación espontánea en la reproducción humana hasta hoy, ya que requiere útero, óvulo, semen. Popularmente se dice que la mujer es la tierra y el hombre, la semilla. La ignorancia es osada. Sin el conocimiento cabal de cómo se conserva la especie humana, ha surgido una imagen del hombre como si fuera algo inexistente, cual Pegaso o cuadrado redondo, en cuanto a la responsabilidad que le cabe en el embarazo y el aborto. A menos que los legisladores y el Gobierno crean en la reproducción humana por partenogénesis, que consiste en la segmentación de un óvulo no fecundado. El óvulo sin fecundar envejece, ya sea en vivo o en vitro, no se activa espontáneamente. No lleva cromosomas masculinos. Científicamente se trató de producirlo con gametos masculinos, pero se fracasó porque las células masculinas se reducen a la función de fecundar. En experimentos con mamíferos, los óvulos partenogenéticos no llegan a ser embriones y si se lograra que se desarrollasen sería un embroide, conocido como huevo huero. Hay insectos cuya reproducción se la vincula con la partenoénesis, como las abejas, con los zánganos y las obreras. La otra pieza que falta de esta ley es la de la concepción de familia, como una célula vital de la especie humana. Cuando dos personas, más allá del sexo, se unen. Y esa unión cada vez que pierde fundamentos de amor, unidad, tolerancia, protección, educación, se va a desintegrando y formando una sociedad de donde, por efectos surgen representantes políticos y gremiales, crueles y mercenarios, con raras excepciones, a los que elegimos con tanta fe y esperanza, creyendo que saben cómo guiar a un pueblo hacia una vida mejor, en un país mejor.

Elvira Arnedo


La Rioja 151


San Miguel de Tucumán