MISCELÁNEA
EL LIBRO DE TAMAR
TAMARA KAMENSZAIN
(Eterna Cadencia - Buenos Aires)

A partir de un poema que su ex marido, Héctor Libertella, le dejó por debajo de la puerta, la poeta y ensayista Tamara Kamenszain despliega una serie de reflexiones, poemas y confesiones sobre su vida y sobre el arte de escribir. Podríamos decir que este texto múltiple es una especie de microautobiografía intelectual pero seriamos injustos si nos quedamos con ese rótulo. A la par que cuenta escenas de su vida amorosa, Kamenszain contempla ese pasado y reflexiona sobre él. Aunque la autora descree o vacila frente al registro confesional, desgrana en capítulos breves interpretaciones sobre determinados episodios en el pasado en compañía de su ex esposo. Los días en Nueva York, el tiempo en México, las salidas y conversaciones compartidas en Buenos Aires conforman el núcleo de fondo de ensayos sobre la cuestión de la escritura hermética, las maneras de relacionarse con el taller de escritor y los vínculos amorosos que se rompen o que se desintegran.

Libro de registros diversos (evocación, poema, ensayo), El libro de Tamar funciona como un caleidoscopio que nos permite ver las caras disímiles de los fragmentos del pasado (ese pasado que se astilla en la vida y en la escritura), de lecturas contrapuestas a partir del análisis minucioso y microscópico de un poema  extrañamente “amoroso” que su ex esposo le dedica a Tamara meses después de su separación. Kamenszain ausculta la posibilidad profética de la poesía al tiempo que piensa el lugar del ensayo en su producción. A pesar de que a Tamara le disgustan las memorias solemnes como las de Pablo Neruda, este breve libro funciona como una elegía en prosa del tiempo pasado (cabe aclarar que la autora no considera que el tiempo pasado fue mejor), ese pasado que se ha ido pero que, en el libro, vuelve, vuelve otro y se convierte en futuro cuando Tamara dice que busca en la poesía de Mark Strand el tono lirico que la ayude a liberarse de dos cosas: el libro y la historia que estructura el libro. A continuación dice una frase que, para mí, modifica todo el libro y el sentido del libro: “A separarme de esta historia que quizás nunca pueda ser realmente contada”. Aquí Kamenszain considera la dificultad del lenguaje para mostrar la realidad y, también, sostiene que se quiere separar de esta historia y que escribe considerando a la escritura como un exorcismo: contar la historia le puede ayudar a separarse de ella. ¿Realmente la escritura puede ayudar a dejar una historia que nos persigue?

Hay algo que me gusta en el libro: esa especie de tensión dramática que existe entre el rechazo de las memorias como género y el registro del pasado como herramienta de escritura. Es decir, conviven en El libro de Tamar la desconfianza hacia las confesiones realistas y la escritura que recupera un poema del pasado para pensar desde el presente ese pasado que ya no está. En esa tensión, Kamenszain escribe su libro, escribe su nombre y piensa el sentido de la escritura. En esa tensión, Tamara se sube al barco de la vida y escribe el mar de Tamar.

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