El 12 de mayo de este año los tucumanos fuimos testigos de un hecho bochornoso de la política local. Se difundieron videos tomados con celulares donde podían verse a punteros que respondían al gobernador Juan Manzur y al vicegobernador Osvaldo Jaldo enfrentándose a las trompadas por una pintada.

Seguidores de Jaldo habían escrito en una pared de la esquina de las avenidas Coronel Suárez y Gobernador del Campo, uno de los vértices del parque 9 de Julio, “Alberto/Cristina/Jaldo”, cuando llegaron militantes manzuristas e intentaron borrar la frase. Se suponía que por ese sector iban a pasar cuatro ministros nacionales que visitaban la provincia ese día.

Hechos que se repiten, lamentablemente, cada año electoral y que se multiplican a medida que se acerca la fecha de los comicios.

Las pintadas políticas y los pasacalles están prohibidos en casi todas las ciudades y pueblos de la provincia, pero sobre todo no están autorizados dentro de los límites de la “Ciudad Histórica”. La Ordenanza 2114/93 y sus decretos reglamentarios, el 471/94 y el 1144/01, son muy claro al respecto y no permiten ninguna publicidad, oficial o privada, que actúe en detrimento del paisaje urbano que debe preservarse como “Patrimonio de la Ciudad”. Sólo están autorizadas ciertas propagandas, de determinadas características, diseño y tamaño (es extensa esta descripción en la ordenanza), y siempre que cuente con la previa autorización del municipio.

En ningún caso están permitidos los anuncios en cementerios, edificios públicos, escuelas, hospitales, templos, monumentos históricos y edificios declarados “Bienes de Interés Municipal” y “Componentes del Patrimonio”. También está prohibida cualquier tipo de publicidad, pública o particular y de cualquier índole en parcelas frentistas a Plaza Independencia, a calle Congreso, desde 24 de Septiembre hasta General Paz, como así también en parcelas frentistas a calle 24 de Septiembre, desde avenida Brígido Terán-avenida Soldati hasta José Colombres-Marco Avellaneda, en calle San Martín, desde Virgen de la Merced hasta Salta; en 25 de Mayo-9 de Julio, desde Santiago hasta General Paz; y en ningún frente sin el retiro obligatorio de la línea municipal materializado (retranqueo).

Fuera de estas excepciones de ubicaciones específicas, en el resto de la capital sólo están autorizados murales o sobrerrelieves artísticos en paredes cuya finalidad sea “el embellecimiento del paisaje urbano” y en ningún caso estas obras podrán contener publicidad de cualquier tipo.

Sabemos -y vemos- que a las claras esta norma se viola sistemática y masivamente. Más grave aún es que es transgredida mayoritariamente por quienes deberían hacerla cumplir: los políticos, devenidos en candidatos.

Nunca hay sanciones, aún cuando estas violaciones al patrimonio público y estas agresiones al paisaje urbano llevan la firma del culpable en el propio grafiti.

Ya estamos en plena campaña electoral y vemos con tristeza cómo comienzan a poblarse las paredes de horribles leyendas electorales, sin respetar incluso si antes había un mural artístico o si se trata de edificios públicos, monumentos o áreas históricas o céntricas. Es hora de que las autoridades, ejecutivas, judiciales o policiales, hagan cumplir esta norma. Y, principalmente, que las autoridades, sean o no candidatos, comiencen a bregar con el ejemplo.