NOVELA

1984

GEORGE ORWELL 

(Losada - Buenos Aires)

A esta altura de la historia, la novela más renombrada de George Orwell se ha vuelto una distopía-plantilla: al igual que La guerra de los mundos se convirtió en la ficción modélica para las invasiones extraterrestres, el libro de Orwell es la pesadilla futurista a imitar. Su popularidad representa un problema para cualquier reseñador, porque se han publicado cientos de páginas sobre 1984 (¿qué podemos escribir que no se haya dicho ya?), que se editó este año, en traducción de Pablo Ingberg.

Según el traductor, 1984, a la que compara con Rebelión en la granja, es una “fábula del futuro” que proyecta su terrible sombra sobre nuestro presente: la novela trata sobre la vigilancia perpetua, la alcahuetería, la deshumanización y la pérdida de la dignidad en pos de la masificación del individuo, los beneficios políticos de un estado de crispación permanente… además de los temas centrales de la reescritura del pasado histórico para controlar el presente y de la ingeniería social aplicada al lenguaje y al pensamiento, a punto tal que la palabra libertad ya no tiene sentido. Cabe preguntarse cuántos de estos asuntos, que vertebran la novela, permanecen como ficciones en nuestro mundo actual.

En las notas introductorias, Ingberg dedica algunas líneas a comentar las ediciones previas en español que consultó para su propia traducción, además de las dificultades que debió sortear en el proceso. Baste mencionar algunos desafíos y las soluciones que plantea el traductor. Primero, el nombre del monstruoso dictador, el Big Brother. Las alternativas “Gran Hermano” o “Hermano Mayor” no satisficieron a Ingberg, por perder lo coloquial y la familiaridad empleadas para referirse a un hermano mayor, de manera que optó por “Hermano Grande”, apelativo ya empleado en la edición argentina de Kraft (1950). Otro de los escollos fue el nombre dado a la lengua inventada por el Socing, el “newspeak”, que ha sido traducido como “neohabla”, “neolengua” y “nuevalengua”; en la versión de Ingberg es “nuevohablar”, respetando el sentido de verbo que tiene “speak” en inglés.

Un último detalle que hace a una traducción cuidada, con un trabajo de documentación cabal: Ingberg logra mantener la rima y la musicalidad de una canción de cuna que le recita el señor Charrington, dueño de un negocio de antigüedades que sirve de refugio a Winston, el protagonista en busca de datos sobre la vida antes de la revolución.

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