El humo de las parrillas, el aroma de las carnes en cocción, del locro y las empanadas volvieron ayer a reinstalar el clima de tradición en la apertura de la 41° edición de la Fiesta Nacional de la Feria de Simoca.

Aunque el predio mostró bastante más visitantes que otros sábados, estuvo lejos de adquirir la efervescencia y color de los mejores años. La pandemia de la Covid-19 obligó a tomar medidas sanitarias restrictivas que solo permiten ocupar los puestos de ventas a los feriantes de la zona. Son principalmente gente dedicada a la producción de chacinados, de hortalizas y frutas. De esta manera la cantidad de vendedores es un 50% menor a otros tiempos y la oferta, en consecuencia, es menos diversa.

Además el acostumbrado espectáculo folclórico que se desplegaba en el escenario Virgilio Carmona, por segundo año se  realiza vía virtual. Y esto se da cuando este lunes se cumplen los 78 años del fallecimiento del poeta y compositor local.  “Esta medida sigue vigente con el fin de evitar la aglomeración de la gente y los posibles contagios que pueden generar otro brote de covid”, advirtió Daniel Paz, presidente del Concejo Deliberante local e integrante del Comité de Emergencia Municipal.

La Fiesta Nacional se extenderá durante cuatro sábados. En el acceso al predio se instaló un puesto de control de temperatura de los asistentes. A todos se les roció alcohol en las manos y se les exigió barbijos. Muchos de los  visitantes que nutrieron los puestos de venta de comidas y recorrieron los  otros habilitados con distintos productos, fueron de nuestra provincia. Había unos pocos asistentes de otros puntos del país. “Llegamos desde Entre Ríos cumpliendo los protocolos de circulación vigentes con el anhelo de conocer esta feria y los valles. Aunque esta celebración es muy pintoresca y llena de tradición, se advierte que la pandemia le arrebató el brillo que debe haber tenido años atrás”, explicó Carlos Sandoval. Los puesteros  coincidieron en que  por ahora el nivel de venta alcanza apenas un 30% en comparación con los registros de las épocas de pre-pandemia. “Si antes se vendía $2.000 por jornada, ahora $600 aproximadamente” apuntó doña Josefina Lobo. “La fiesta nos genera muchas expectativas, pero lamentablemente esta pandemia reduce el movimiento de gente, por las restricciones y también el miedo. La peste nos golpeó duramente en lo económico. Uno está tratando de salir adelante a duras penas” añadió.

Los granjeros Juan Carlos Apud y Raúl Avila coincidieron en exponer el anhelo de que la pandemia se extinga lo más pronto posible. “Con este virus, no solo mucha gente se enfermó, sino también se fundió económicamente. Las ventas se vinieron abajo porque durante casi un año esta feria permaneció cerrada” advirtieron.  “La cuestión es que a las verduras y a los huevos de gallinas hay que darles salida porque si no se descomponen, se pierden. Y es lo que les sucedió a muchos” dijo Apud.

En los puestos de comidas se trabajó “mejor que otros sábados y con precios adecuados a la situación”, dijo Mabel Medina. Una tira de asado se vende a $600, una docena de empanada a $400, un tamal a $100 y un sándwich de milanesa a $250.

Becas a Artesanos

En el marco de esta nueva edición de la Fiesta Nacional de la Feria visitó el predio el Director de Comunicación Audiovisual del Ministerio de Cultura de la Nación, Diego Briata. Lo hizo con el fin de formalizar las entregas de becas del programa “Cultura Solidaria” a unos 50 artesanos de la zona. “Se trata de un beneficio que impulsó nuestro Ministerio con el objeto de brindar un impulso a los trabajadores de la cultura que, como se sabe, fueron los primeros en dejar de trabajar a causa de esta pandemia y serán los últimos en volver a hacerlo”, expuso el funcionario. La beca consiste en el pago de dos cuotas de $15.000. “Son montos no reintegrables y se puede gestionar acreditando ser trabajador de la cultura, ya sea artesano o de otro oficio relacionado con esa área” advirtió. De la entrega participó también el presidente del Concejo Deliberante, Daniel Paz.