“Da la sensación de que no va a haber mucha gente, ya ha pasado en otras marchas”, decía ayer a las 10 de la mañana Graciela Rosi, que fue a manifestarse contra el gobierno a la Plaza Urquiza. El pronóstico de Graciela no fue muy acertado, los manifestantes eran bastantes y quisieron pasar por donde la policía tenía órdenes de prohibir el avance. Tal choque de intereses tuvo como consecuencia los disturbios. La protesta se extendió por más de dos horas en diferentes tramos de la calle 25 de Mayo.

“Venimos a la marcha para decirle al señor presidente que no estamos conformes con la política que está llevando adelante desde que asumió en 2019. Ni en salud, ni en seguridad, ni económicas, ni ninguna decisión que tome”, resumió Rosa María Peinado, envuelta en su bandera Argentina.

De a poco, con el pasar de los minutos, más personas llegaban a la plaza para protestar por lo mismo: las medidas del gobierno tanto a nivel nacional como local. El campo fue el sector con mayor representación, que se hizo presente con camionetas y hasta un tractor reluciente que cargaba alfalfa y verduras. “El campo se pliega a esto, somos parte de los afectados”, señaló Fernando Vidal a LA GACETA.

Una vez que se juntaron todos los presentes la muchedumbre avanzó, decidida, por 25 de Mayo. El objetivo era llegar a la Plaza Independencia y ahí expresar su repudio contra el presidente Alberto Fernández y el gobernador Juan Manzur. “Todos nuestros derechos están siendo avasallados. Están avasallando los derechos humanos, la libre expresión, los periodistas son perseguidos”, aseguró Blanca Collante, que luego de terminar su entrevista para este diario siguió exhibiendo el cartel que rezaba “Cristina presa”.

Comenzó el caos

Al llegar a 25 de Mayo y Marcos Paz los manifestantes se encontraron con la primera barrera de vallas y policías. “Entiendan ya. Es la orden de una jefatura sionista”, gritaba un hombre exaltado. Fueron mujeres, la mayoría mayores, las que comenzaron a empujar las vallas, bien contenidas por los policías hasta que se sumaron más personas que, en vez de empujar, tiraron. Primer obstáculo superado. “¡Negro hijo de p...!”, gritó un manifestante a un policía que respondió con un murmuro inaudible. El desorden ya era indisimulable.

El siguiente vallado estaba instalado en 25 de Mayo y San Juan. Una camioneta de la Policía tapaba el paso de los autos. Manifestantes y policías retrataron la misma escena que minutos antes, forcejeo, gritos, insultos, amenazas. “¡Hijo de p...! ¡Hijo de p...!”, fue el grito que alertó a todos: una mujer mayor sobre el pavimento tirada por la policía.

Finalmente los participantes de la marcha consiguieron avanzar una vez más. El disturbio era tal que empujaron la camioneta hasta que los detuvieron justo antes de tirarla.

Trifulca

Habían logrado avanzar hasta 25 de Mayo y Córdoba, donde la oposición policial se hizo infranqueable. Cerca de 100 efectivos -entre policías de la provincia, del grupo CERO y Gendarmería- custodiaban la zona en una formación pétrea. Si bien llegaron hasta la calle Córdoba, la mayoría de los que protestaban se quedaron en calle San Juan. El llanto de una adolescente hace que todas las miradas se dirijan hacia esa esquina: un policía golpeó a la joven, nadie distinguió si con la mano o con la cachiporra. El padre, enardecido por las lágrimas de su pequeña, desafía y amenaza de muerte al que le habría pegado.

La anomia ya estaba instalada. “¿Dónde está la bomba así los hacemos pedo?”, pregunta una mujer. “No, no, bomba no”, dice su compañera. No todos estaban orgullosos con el estado de las cosas y pedían tranquilidad porque no eran “igual que ellos”.

El llanto inocente de algunos niños reflejaba lo que se vivía en las calles, los espectadores que miraban desde los balcones también. La situación se calmó un poco cuando entonaron el himno, calma que fue interrumpida a los pocos minutos. Un policía con casco blanco amenazó a un manifestante y eso dio comienzo a la trifulca; la protesta llegó así a su punto más álgido. “Acá termina en quilombo”, comentaba al pasar un joven.

“Estábamos en la esquina, la policía había hecho un vallado y había puesto un vehículo policial. Así que, haciendo uso de su fuerza avalada por el Gobierno provincial, nos impedían el paso y hubo un forcejeo. Me agarraron de atrás cobardemente pero no pasó a mayores. En el forcejeo, pegando y recibiendo, nos hemos desembarazado de la situación”, narró Marcelo Stopani a LA GACETA luego de que un policía lo agarrara del cuello, como en una toma de judo, para tirarlo.

Norma González fue otra manifestante que sintió el rigor de los uniformados. La mujer de 74 años se sujetaba a la valla cuando un policía le presionó la mano. “‘¡Soltame !¿Así le hacés a tu madre?’, le dije y me soltó, pero ya tenía morado”, cuenta mientras muestra la marca en su mano derecha.

La cosa comenzó a calmarse, o al menos así parecía hasta que un grupo peronista llegó al lugar. El repudio general no tardó en escucharse. “Vinimos porque íbamos a entrar por esta calle a la Plaza Independencia, pero no sabíamos que estaba la gente del campo”, explicó un hombre con su barbijo de apoyo al Gobernador.

A partir de entonces la situación se tranquilizó hasta que, cerca de las 12.50, la mayoría de los manifestantes ya se había retirado. Las próximas fechas patrias son el 17 de agosto y el 24 de septiembre.