Investigar, dirigir e intentar acortar las distancias que atraviesan a la ciencia en cuestiones de género o desarrollos tecnológicos parece tarea imposible, pero en Tucumán hay científicas que ya aceptaron el desafío. Una de ellas es la doctora en Bioquímica Virginia Helena Albarracín, que acaba de ganar una beca de la Fundación Humboldt de Alemania, que le permitirá investigar en el Centro de Microbiología Sintética, un espacio creado por Instituto Max Planck y la Universidad Philipps de Marburg.

Ganó gracias a su estudio “Extremo-Fotorreceptores de lagunas de altura puno-andinas: características estructurales y funcionales para su aplicación”. Su mérito se traduce en una nueva conquista para la ciencia tucumana dado que en ese período se realizará un proceso clave para la provincia: transferencia de conocimiento científico y tecnológico entre estudiantes y profesionales tucumanos y alemanes.

Para aplicar al proyecto fue necesario contar con algunos requisitos fundamentales: ser docente universitario con trayectoria en el campo de la investigación, residir en un país en vías de desarrollo, pero principalmente estar comprometido con generar un impacto a nivel local. Por su expertise, la microbióloga no sólo sobrepasó las exigencias técnicas sino además demostró ser una activista innata si se trata de despertar vocaciones científicas o animar a que cada vez más tucumanos consideren continuar su formación profesional en otras latitudes.

“La idea es que el proyecto ganador contribuya al desarrollo sostenible de la región y, como mi propuesta es sobre estudios de microorganismos extremos (microorganismos regionales), cumplió con varias facetas de esos objetivos cómo cuidar la biodiversidad y generar productos a partir de los recursos biológicos”, explica Albarracín.

Como directora del Centro Integral de Microscopía Electrónica (CIME), la científica se centra en dos líneas principales: microorganismos urbanos y microorganismos de ambientes extremos. Bajo la primera línea y, en el marco de la pandemia desarrolló “Covid-U-Map”, una plataforma para el mapeo ambiental del coronavirus en el Gran San Miguel de Tucumán.

Aunque todo pueda reducirse a una palabra, el éxito, para asemejarse a los logros profesionales de Albarracín hace falta mucho más que estudios y conocimientos técnicos. Las dificultades que existen para hacer ciencia en el interior del país y las brechas y prejuicios de género que aún se hacen lugar en los claustros de investigación son obstáculos que traban el camino, pero la científica los utilizó como motivación para continuar realizando sus tareas no solo dentro del laboratorio.

Oportunidades

“La posibilidad de tener a tu disposición elementos y equipos para tu investigación es fundamental para que avances. En muchas ocasiones eso pude lograrlo en el exterior, pero nunca dejé de estar conectada con mis compromisos en Argentina”, señala y confiesa que su gran anhelo es que algún día Tucumán pueda ofrecer a sus científicos ese entorno. “Una cosa es trabajar en Europa, otra es en Buenos Aires, Córdoba o Rosario y otra, distinta, es hacerlo en Tucumán o Jujuy. Las diferencias son grandes, por eso es importante seguir trabajando”, señala.

“Me gustaría tener las mismas oportunidades acá que las que tengo allá (en Alemania). Me pasa que puedo ir, trabajar tres meses y lograr lo que acá hago en dos años”, compara.

Su paso por la escuela Sarmiento despertó en la docente su activismo social y le enseñó la importancia del trabajo en equipo. Actualmente, en sus esfuerzos por divulgar conocimientos y asistir a otros investigadores, Albarracín creó una delegación en Tucumán de la asociación de exbecarios Marie Curie, galardón que también obtuvo en 2011. En ese marco impulsa un espacio de mentoreo y networking, “Coleccionista de Becas”, donde brinda recomendaciones sobre los distintos procesos de selección.

“Quizás sea muy ambicioso, pero quiero romper con las asimetrías que hay en la ciencia. Mi objetivo es cambiar esa visión que hay de los científicos: esa imagen de un varón, loco y despeinado, entre tantos otros prejuicios que la gente suele tener y, por supuesto, mostrar el gran trabajo que hacen las mujeres. En mi laboratorio siempre intenté visibilizar eso”, explica.

Finalmente, remarca la importancia de las experiencias interculturales.“Pienso que el mundo es uno, si bien es importante lo regional y uno tiene que estar conectado a sus raíces, la posibilidad de conocer otras culturas y tener en mente que uno puede establecerse en cualquier parte del mundo es muy importante. No hay que verlo como algo negativo”.

(Producción periodística: Guadalupe Pereyra)