Extrañamente, los tucumanos vivimos entre diversas paradojas, una de ellas es el robo de los celulares. Siendo que por todos los medios se difunde este tipo de delitos, lo mismo, en la calle, “la oferta supera la demanda”. La gente sabe que los delincuentes están cada vez más experimentados para el robo de los mismos e igualmente se exponen. Pregunto: ¿es tan urgente lo que tienen que hablar que lo hacen en la vía pública, sabiendo que además del robo del aparato, ponen en riesgo su vida? Realmente, ese aparatito tiene un poder extraordinario de distracción. Tan extraordinario como el desarrollo que alcanzaron los ladrones. Hace poco, recorrió internet el robo de un ladrón a un periodista que estaba parado cerca del cordón de la vereda (lo publicó LA GACETA). El delincuente pasó andando en la moto y, con la mano izquierda -supuestamente, la menos hábil-, se lo arrebató de las manos sin detener la marcha. Hace poco, también, fui testigo de un accidente insólito a raíz de este aparato. Un adolescente venía andando en bicicleta por Las Piedras al 2.700, soltadas las manos del manubrio, leyendo o jugando con el celular y no advirtió un bordo que hay en la calle. Lo pisó con la rueda de adelante, perdió el control del rodado y se pegó un soberano golpe. Cayó desparramado, la bicicleta por un lado, el celular por otro y, él, acostado. Me acerqué a preguntarle si necesitaba ayuda, pero como se trataba de un joven, me dijo que se sentía bien y, de inmediato, tomó sus cosas y siguió su camino. Indudablemente, a los tucumanos nos está faltando habilidad para manejar esta situación y el “aparatito” citado. Y, dicha habilidad se llama prudencia, sinónimo de sensatez, cordura y cuidado, entre otras cosas más, valores que brillan por su ausencia.

Daniel E. Chavez

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