Será el otoño, o la proximidad con el Día Internacional del Medioambiente, pero en los últimos días las miradas y las fotos se han dirigido a los árboles de la ciudad. Habrán perdido el verde, pero nunca el brillo. Y mucho menos en esta estación, en la que se pintan de colores que cautivan.

La Municipalidad de San Miguel de Tucumán anunció a mediados de mayo que desde 2015 se han plantado 60.000 árboles en la ciudad y que, hasta 2023, quieren sumar otros 50.000. ¿Eso es mucho o poco? ¿Cuánto impacta en la calidad ambiental de la ciudad? Aquí, parece regir la regla de cuanto más, mejor. Pero ese “más” no es equivalente a “cualquiera”: desde la publicación de la Guía del Arbolado Urbano de Tucumán (2012) se ha tomado más conciencia sobre qué especies son aptas para las calles de la ciudad.

“Plantar árboles es una tarea permanente y sostenida, es una población viva, activa, entonces hay ejemplares que mueren, que se caen con una tormenta, que se secan, que no soportan los cambios climáticos, que se llenan de plagas... hay un cúmulo de motivos que hacen que haya que renovarlos. Venimos forestando desde 2000 con el Plan Director Verde, un horizonte hacia adónde vamos”, explicó Jorge Atilio Boggiatto, subdirector de Arbolado de la Municipalidad capitalina.

El funcionario señaló que son cada vez más las agrupaciones, organizaciones y particulares que se comprometen con el arbolado y que colaboran con esa tarea. “Se acercan a la repartición y se ponen a disposición para plantar árboles. Son entidades de toda naturaleza: educativas, de acción social, ecologistas... de lo más diverso, que tienen en su agenda el tema de la forestación. Nosotros ofrecemos colaboración, los acompañamos o les damos árboles”, agregó.

Es que no se trata simplemente de salir a plantar, habida cuenta de que cuantos más árboles mejor para la ciudad. Ana Levy, bióloga y encargada del Jardín Botánico del Instituto Miguel Lillo, lo dice así: “se aprecia la buena voluntad de las personas, pero en este caso no es suficiente con tener un arbolito creciendo en la lata de tomates y plantarlo en la platabanda. Plantar un árbol en la ciudad es una responsabilidad”, advierte.

Ciclo de vida

Según Levy, la clave está en entender el ciclo de vida del árbol. Desde la semilla hasta los 100 años que puede llegar a durar (la enorme mayoría de los árboles que pueblan las calles de San Miguel de Tucumán tienen esa edad, según la Municipalidad). “La provincia tiene un vivero ejemplar, en La Florida, donde se crian árboles que luego se destinan a los municipios. Están controlados desde la semilla, que provienen de árboles madre, que se hacen germinar y se hace un seguimiento hasta el momento de ser plantados. Los plantines están normatizados, deben tener un tamaño adecuado para ser plantados. Es necesario profesionalizar todo el tema del arbolado, y educar a la población para que lo entienda así”, destacó.

La especialista -y enamorada de los árboles- opina que en ciertas zonas de la ciudad hay pocos árboles en relación al potencial que tiene Tucumán. “Tenemos condiciones climáticas óptimas para el crecimiento de los árboles: la temperatura, la humedad, el suelo. Hay algunas limitaciones y desafíos para las dependencias que gestionan el arbolado, como el hecho de tener buena parte del cableado aéreo, lo que obliga a hace un mantenimiento y poda constante”, apuntó.

De todas maneras, señala Levy, la mayor limitación está dada por los recursos de los que disponen los municipios para las dependencias que gestionan el arbolado. “Siempre escasea el equipamiento, falta capacitación a los recursos humanos, hay pocos técnicos bien formados. El Estado debería capacitar arbolicultores para cuidar ese patrimonio tan valioso y esencial”, opinó.

Nuevo enfoque

El imperativo actual en las ciudades modernas indica que los árboles deben ser tomados como un servicio público y, como tal, los estados deben fortalecer las unidades que se encargan de su gestión. “El arbolado debe ser tratado con la misma importancia que el servicio de luz, de gas o de internet, tal es el valor que tiene para el ambiente. Con un camioncito y 20 operarios que debe tener la ciudad de San Miguel de Tucumán no se puede gestionar de la mejor manera posible una población estimada de 400.000 árboles que hay en el ejido urbano”, señala Pedro Buiatti, presidente de la Sociedad Amigos del Árbol, una entidad que en enero ha cumplido 65 años de existencia.

En su opinión, la gestión del arbolado debería depender de una empresa del estado. “No podemos hablar de una empresa privada porque el beneficio no es mensurable. Pero con esa seriedad se debe tomar el tema. Es cambiar el enfoque: se tomaba el arbolado como elemento ornamental de la ciudad, y ahora entendemos que se trata de un bien vinculado al clima y al medioambiente. Ese cambio de paradigma no se está dando de manera generalizada”, destacó.

Buiatti explica que ese cambio de paradigma está plasmado en la Ley de Arbolado Urbano, la número 8991, que se sancionó en 2017 pero que aún no ha sido reglamentada. Declara, entre otras cuestiones, “patrimonio natural y cultural al arbolado público de la Pprovincia de Tucumán, en concordancia con lo establecido en el Artículo 41 de la Constitución Nacional y Provincial, otorgándole el carácter de bien público”.

“Lo que necesitan las ciudades es el concepto de selvatización. El arbolado forma parte de un plan verde de una ciudad, no alcanza con el arbolado, hay que sumar los pulmones de manzana (en manos del sector privado) y fomentar y exigir jardines verticales y terrazas verdes, por ejemplo, como partes de un mismo sistema”, finalizó.

50.000
Árboles planea plantar la Municipalidad de San Miguel de Tucumán hasta 2023.

15.000
Ejemplares irían dentro de las cuatro avenidas y el resto a los barrios, según la Dirección de Espacios Verdes.

30
Árboles por cuadra, es el cálculo tentativo del arbolado en la ciudad, teniendo en cuenta sólo los naranjos.

100
Años tiene la mayoría de los árboles de la ciudad de San Miguel de Tucumán.

“No se trata solo de plantar árboles”

Hace falta políticas de estado, que cada municipio tenga su vivero propio, productor de árboles. Nosotros producimos árboles nativos en nuestro vivero. Le llamamos “la gran aula verde”, donde hacemos educación con los sentidos: tocando, mirando, meditando. A los árboles hay que hacerle un seguimiento, no se trata solo de plantar. En el Acceso Sur de la ciudad, el propio Estado plantó árboles y los destruyó cuando hizo el mantenimiento. Hacen falta políticas de Estado.

Rubén Bulacio, presidente de la Fundación Forestar.

Qué pasa con los naranjos                           

Cuando se renovaron las peatonales del microcentro la gran crítica ciudadana fue que se hayan removido los naranjos, una especie que si bien no es nativa, forma parte de la identidad de la ciudad. Jorge Atilio Boggiatto, subdirector de Arbolado de la Municipalidad, explicó que es una especie que, además de no ser nativa, presenta problemas como las plagas y que se ve afectada por la falta de luz en las peatonales, pero que además genera un riesgo a la producción de citrus por el HLB, una enfermedad que perjudica las plantaciones de citrus.