Al margen de la fantasía de ganar el Telekino, ¿quién no soñó alguna vez con hacerse millonario en la web? A diario, decenas de tutoriales y gurús millenials prometen amasar fortunas con apenas descargar una app en el celular o invertir en línea.

Sin embargo, las ansias de dinero “rápido” pueden jugarnos en contra. “Los cambios económicos de este último año y medio han llevado a que muchos jóvenes proyecten una alternativa de salvación/éxito a través de internet. Se nota una determinación a encontrarle la vuelta y lucrar con las redes sociales, los blogs o YouTube sin depender de un jefe o asumir grandes gastos. Para algunos esto es un manotazo de ahogado que les permite obtener un mejor futuro o llegar a fin de mes”, comenta la especialista en Marketing Digital Mónica Medina.

En esta línea, el boom de la pandemia fue OnlyFans: una red social (creada en 2016) que ofrece publicaciones bajo demanda. ¿Cómo funciona? Los usuarios crean contenido exclusivo, pero para verlo es necesario pagar la suscripción a ese perfil.

“OnlyFans es una de las plataformas más responsables para gestionar estos intercambios y una de las pocas que cumplen con los pagos. El monto mensual lo fijamos nosotros y ronda entre un mínimo de USD 5 y un máximo de USD 50. De eso, nos quedamos con el 80% de las ganancias por cada fan que decida seguirnos”, explica Medina.

Entre los millones de perfiles hay periodistas, fotógrafos, chefs, deportistas y profesores. Un inmenso flujo de profesionales que conviven con el producto estrella de la página: las fotos y los videos XXX.

Al parecer, las únicas cosas de las que no podemos escaparnos son la muerte, los impuestos y la pornografía. “OnlyFans tiene un estigma muy marcado en referencia a la venta de archivos eróticos y pedidos de videos personalizados. Con la precarización laboral, hay una amplia oferta de mujeres que incursionan acá para ampliar sus ingresos. La alerta está puesta en las adolescentes, quienes (acostumbradas a la hipersexualización digital) ven un camino sencillo para ganar dinero propio desde el anonimato”, advierte la experta en marketing digital Mileva Acuña.

El resultado es la instrumentalización del cuerpo y varios relatos escabrosos. Por ejemplo, con la venta de ropa interior usada (a $ 3.000) o de sex toys marcados con besos (a $ 5.000).

La plataforma de transmisiones en vivo, Twitch, es otro gigante que incrementó -al 50%- su potencial comercial en 2020. “En ambos casos podemos generar ingresos suficientes para vivir, pero el proceso es complejo. Primero, necesitamos ser famosos (o, al menos, tener los conocimientos suficientes sobre un tema para ser escuchados). Quienes triunfan suelen ser gente con muchos seguidores en otras redes sociales o celebridades, dado que el público anhela acercarse a sus ídolos y conocerlos en la intimidad”, acota Medina.

Tu opinión vale

En la búsqueda de la olla de oro, otra alternativa son las páginas de encuestas (del tipo LifePoints, Toluna o QueOpinas.com). En ellas, los usuarios reciben una retribución por colaborar con investigaciones de mercado o dar referencias de determinados productos. Cada test vale una determinada cantidad de puntos y luego -al llegar a una suma mínima- estos son canjeados vía PayPal, Western Union o transferencia. ¿Vale la pena lanzarnos al rubro de los opinólogos profesionales?

“Aunque los saldos sean ínfimos (a razón de $ 150 por encuesta), en Europa y Asia el método funciona porque las marcas internacionales pagan a dichos sites por colaboraciones. Incluso conozco gente que gana $ 5.000 al mes. No obstante, en Argentina, es una pérdida de tiempo”, asegura Acuña. El motivo es que los portales usan geolocalizaciones y a las corporaciones les interesa la percepción de los consumidores de otros territorios. Por ende, la cantidad de encuestas disponibles es baja y nuestro perfil socioeconómico quizás quede obsoleto.

Además, los pagos resultan ínfimos y para ver una suma decente hay que llenar de base 25 cuestionarios. “Hay bots que se esconden bajo este formato para robar o almacenar información personal y luego mejorar sus publicidades. Para eso, resulta mejor presentar nuestro perfil en una consultora local/nacional o buscar por Facebook llamadas para integrar focus groups pagos”, enfatiza la profesional.

Con juegos

Ojalá recibiéramos un dólar por cada ocasión en que miramos el celular… Aplicaciones como SlideJoy y CashPirate son conocidas por convertir los deseos en realidad. Ambas entregan puntos a cambio de insertar anuncios en la pantalla de inicio o bloqueo del celular.

En una sintonía parecida, AppKarma ofrece un trueque monetario a cambio de ver videos publicitarios o descargar y probar juegos. “Las tres son poco recomendadas debido a que ralentizan los dispositivos, vulneran el equipo ante virus y almacenan un extenso caché. Sorteando esas condiciones, los pagos son efectivos, se acreditan al segundo o tercer mes de uso y hasta permiten ser canjeados por carga para el celular”, especifica Nieva.

Seguridad

Al incursionar en estos círculos de monetización, la predisposición al robo de datos y ciberdelitos es alta. “Hay que tener cuidado porque no sabemos dónde están radicadas la mayoría de estas aplicaciones. Entonces, a la hora de presentar una causa, si desconocemos la sede o dónde ir a denunciar o demandar, puede tener problemas”, explica el abogado Daniel Budeguer, especialista en derecho informático.

Por esta razón, recomienda informarnos de dónde viene la aplicación, quiénes son sus dueños y cuáles son las cuestiones burocráticas implicadas. “Estamos en un contexto dónde han aumentado las estafas telefónicas y bancarias en un gran porcentaje. Hay que tener cuidado porque, de no ser un error de ciberseguridad, el banco no se hace cargo. Si dimos nuestros datos voluntaria o involuntariamente (por más que sea considerado una estafa) debemos ir a la Justicia a reclamar”, añade.

“El mensaje es que cuidemos todos nuestros datos (personales o de entidades financieras) y leamos la letra chica y los contratos de suscripción porque con el clic damos nuestro aval y aceptamos lo que dice el acuerdo o contrato”, aconseja Budeguer.